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martes, 16 de agosto de 2011
LUZAGA, POPULAR DE VERDAD.
Hacía bastante tiempo que no escribía en el blog, para ser exactos desde el pasado Mapoma allá por el mes de abril. La razón ha sido porque desde esa prueba no había tomado parte en ninguna otra competición. Hasta ahora he seguido corriendo y entrenando a ritmos suaves con el firme propósito de no competir en todo el periodo estival para darle al cuerpo un merecido descanso y recuperar de cara a la temporada siguiente.
Pero este firme propósito de no-competición se ha visto roto por una de las carreras del calendario merecedora de ese indulto. Fieles a su cita veraniega los amigos de Luzaga han organizado un año mas su entrañable carrera popular en la que una vez mas se pone de manifiesto el esfuerzo que realizan y la ilusión con la que se vuelcan en ella.
Este año, a parte de asistir con mi cuñado quien suele también ser fiel a esta cita, nos acompañaban también con ánimo de correr dos familiares mas, a los que les picó el gusanillo de participar en la carrera. Así pues poco antes de las seis de la tarde ya estábamos por este bonito pueblo de Luzaga un nutrido grupo familiar compuesto por mi mujer, mis dos hijos, mi hermana, mi cuñado, mis dos sobrinos (el mayor de ellos participaría también en la carrera absoluta ), cuatro primos, mi madre y una tía, en resumen, catorce personas entre corredores y animadores.
Hicimos las inscripciones en un periquete y antes de la salida tuvimos tiempo de reposar un rato a la sombra en la conocida como fuente del “jacuzzi”, donde los niños disfrutaron como lo que son en un parque infantil anexo a la misma.
Ya calentando durante los minutos previos a la competición nos dimos cuenta del tremendo calor que nos iba a acompañar durante diez kilómetros, un temido compañero de viaje en pleno mes de Agosto. Después de la celebración de la prueba femenina, donde muchas valientes completaron los seis mil metros del recorrido, nos situamos en la linea de salida donde podemos comprobar que hay un puñado de muy buenos corredores, y al son del cohete que marca el inicio de la prueba comenzamos a dar las primeras zancadas por sus calles, calles llenas de historia y en otra época pertenecientes al Ducado de Medinaceli.
Ya desde los primeros metros se forma un grupito de unos diez corredores que se destaca del resto y del que nos va separando una evidente brecha. Por mi parte tomo el inicio con mucha cautela y noto la falta de competición ya que me cuesta bastante entrar en carrera. Así antes de abandonar el pueblo pasamos de nuevo por su plaza donde recibimos los ánimos de familia y público que son tan de agradecer.
Salimos del pueblo por un camino en ligera subida para poco después girar a la derecha y tomar un camino de altas hierbas que discurre por el valle que separa Luzaga de un pequeño pueblo denominado La Hortezuela de Océn. Poco a poco voy incrementando el ritmo y acoplándome algo mejor al ritmo de carrera y esto hace que pueda llegar hasta alguno de los corredores que me preceden e incluso rebasarlos, como así sucede con un amigo que veranea en Esplegares, un pueblo a escasos seis kilómetros de Sacecorbo que es en el que yo disfruto de parte de mis vacaciones.
Al paso por el tercer kilómetro y después de una excursión por su campiña cercana, nos acercamos nuevamente a las calles de Luzaga donde una vez mas recibimos otra dosis de aplausos y ánimos, y donde además la organización ha dispuesto un puesto de avituallamiento con agua. Aprovecho para recoger la energía que con sus aplausos me envían mis hijos y mi mujer, y recojo al vuelo una botellita de agua , que tras un breve sorbo utilizo para empaparme por completo cabeza, cuello y espalda, ya que voy sudando a chorros.
Ahora ya salimos del pueblo por la carretera en dirección a Cortes de Tajuña. Los espacios se abren y puedo ver con nitidez como discurre la carrera por delante. Hay un corredor que va muy destacado del resto abriendo la prueba, es uno de los gemelos Lozano, por detrás de él va su hermano junto con otros dos corredores mas, a éstos les sigue un cuarteto a poca distancia y detrás de ellos a una decena de metros me encuentro yo. Me impongo un ritmo constante de carrera, lo suficientemente exigente para poder llegar hasta el cuarteto que me precede, pero a la vez adecuadamente adaptado a forma física actual para no verme extenuado en pocos kilómetros ya que todavía queda mucho por delante.
Los kilómetros pasan lentamente y poco a poco voy recortando distancia con los corredores que llevo por delante. Compruebo que el cuarteto que me precede se ha roto por completo y ahora es una fila india a modo de trenecito de la que yo soy el último vagón. Al paso por el sexto kilómetro ya he conseguido dar alcance a un corredor del Club Maratón Guadalajara y en una decena de metros le voy dejando atrás, mi intención es aproximarme aún mas a los que tengo por delante pero una cosa es la intención y otra bien distinta es la realidad.
Abandonamos la carretera por su margen izquierdo para tomar un camino que discurre junto al río Tajuña, estamos rodeados de vegetación por todos lados y es una gozada correr en pleno contacto con la naturaleza. En cuanto a lo deportivo voy comprobando como poco a poco voy recortando algún metro con el corredor que llevo delante, aunque para ser sincero creo que mas bien vamos haciendo la goma, ya que al salir de nuevo a la carretera para volver sobre nuestros pasos la distancia vuelve a aumentar.
La vuelta hacia Luzaga, al realizarse en esta ocasión por el mismo trazado, nos permite cruzarnos con el resto de corredores e ir animándonos unos a otros. Me cruzo con mi sobrino que lleva muy buena cara a pesar de no contar casi con experiencia en pruebas de este tipo y distancia, también poco después me cruzo igualmente con mi cuñao Alejandro quien después de algún tiempo sin correr no ha querido tampoco perderse esta encantadora prueba y se lo está tomando en plan festivo como así demuestra su sonrisa cuando nos saludamos.
Ahora restan ya apenas dos kilómetros y soy consciente de que me va a ser muy difícil el poder adelantar a mas corredores, aún así hago un esfuerzo extra e incremento un poco el ritmo, pero el corredor que me precede va mirando de vez en cuando hacia atrás y al darse cuenta de ello acelera igualmente. Nos cruzamos con el corredor que cierra la prueba y al que sigue de cerca un pintoresca ambulancia con unos no menos vistosos enfermeros, lo cierto es que incluso en momentos de esfuerzo y sufrimiento en esta prueba tienen la gracia de arrancarnos una sonrisa.
Ahora ya la carrera está finalizando, nos adentramos de nuevo en las calles Luzagueñas y terminamos el esfuerzo bajo una pancarta de meta flanqueada por unos magníficos voluntarios que nos reciben con aplausos y nos hacen entrega de una bolsa con regalos y una buena camiseta técnica.
Micrófono en mano está el bueno de Adolfo ejerciendo las labores de “speaker” y animando aún mas si cabe la carrera.
Recojo la bolsa, una botellita de agua y me voy al encuentro de mi familia quienes me comentan que he llegado en octava posición, luego me enteraría que también en el puesto segundo de la clasificación de veteranos. Una vez con ellos compruebo que mis dos primos no han podido completar los diez mil metros y debido al calor han tenido que abandonar la carrera antes de tiempo. Aún así, me comentan que al año que viene repetirán y su intención será terminarla ya que se lo han pasado genial, uno de ellos incluso fue recogido por la “ambulancia” que cerraba la carrera y rehidratado a base de cervezas.
Esperamos la llegada de mi sobrino y mi cuñado tomando unas sangrías que nos ofrecen una y otra vez la juventud del pueblo y escuchando el ritmo pegadizo que marca una batukada esperamos la llegada del último corredor.
Luego llegaría la entrega de trofeos y tras recoger el obtenido como segundo veterano en la clasificación nos despedimos de Luzaga con un muy buen sabor de boca como siempre y con la intención de volver al año que viene.
Solo queda agradecer de corazón el esfuerzo de todos los organizadores y patrocinadores de la prueba que han hecho que un año mas nos hallamos sentido como en casa.
Salud para tod@s
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