Por distintos motivos, ya hacía un par de años que no participaba en esta media maratón. Este año, debido a mi “divorcio” con las carreras de asfalto, tampoco tenía pensado participar, pero el ir a entrenar los sábados con los compañeros de Velilla de San Antonio es lo que tiene, que hay compañeros que van y al final pica el gusanillo. Así pues, le pusimos deberes a David para que nos hiciese las inscripciones y pusimos la mente en esta competición.
Unos días antes de la carrera, David nos comunica que tras desplazarse a Coslada para realizar las inscripciones le informan que los dorsales ya se han agotado, pero que extrañamente le invitan a que si somos respetuosos podamos correr sin dorsal. Últimamente los dorsales se agotan con mucha antelación en la mayoría de las carreras, algo inusual hace unos años donde recuerdo que hasta se podía apuntar uno el mismo día de la prueba. En fin, sea como fuere, el caso es que ya hechos a la idea de afrontar esta media maratón decidimos ir a participar, aunque fuese sin dorsal.
El día de la prueba, acompañado como no podía ser de otra forma de mi cuñado Alejandro, nos presentamos en Coslada con margen suficiente para aparcar bien el coche y charlar un rato con amigos y conocidos que por allí se encuentran. Bromeamos un rato con Carlos, un amigo del Club Edwards, y también con Antonio, compañero de entrenamientos en Velilla, quien aprovecha para presentarnos a su mujer. Poco después llega toda la tropa Velillense y juntos, y sin calentar ni un solo metro, nos vamos a la línea de salida.
Ambien pocos minutos antes de la salida. |
Nos situamos mas o menos hacia la mitad del grupo y tras alguna broma mas, comenzamos a correr en cuanto el juez de carrera da la salida. Los primeros metros los hago trotando ya que es imposible correr rodeado de tanta gente, y eso me viene bien para ir calentando poco a poco. Llegamos a la primera rotonda que giramos a la izquierda y aquí ya empiezan a abrirse algunos huecos por los que me voy colando.
Instantes después de la salida llegando a la primera rotonda. |
Paso el primer kilómetro en algo mas de cinco minutos y voy incrementando poco a poco el ritmo, contacto con mi amigo Carlos del club Edwards quien me dice que no ha puesto el crono en la salida y quiere conectarlo en el kilómetro dos, así que al paso por este segundo kilómetro le aviso y lo pone en marcha.
Yo sigo hacia delante progresando poco a poco, llego hasta grupitos de corredores, aguanto un poco con ellos y tras pocos metros sigo incrementando el ritmo y superándoles. Así paso los kilómetros tercer y cuarto, y al llegar al quinto donde está el primer puesto de avituallamiento ya voy situado en la parte delantera del gran grupo de corredores que damos color a esta carrera. Tomo una botella de agua y me la bebo casi entera, cosa inusual en mi que casi no bebo en competiciones distintas del maratón, pero hoy es distinto, llevo la boca muy seca ya que ayer apenas me hidraté, bueno a decir verdad si que lo hice pero solo con cerveza. Estuve toda la tarde con mis hijos celebrando el fin de temporada del equipo de fútbol de Pablete y para cenar, les llevamos a todo el equipo al Burguer donde yo apenas comí unos nuggets de pollo con un par de cervezas grandes. Para terminar de rematarlo hoy el desayuno ha sido un vaso de leche con dos galletas, comida insuficiente a todas luces para correr una media maratón, soy un inconsciente.
Sigo adelante y tras unos giros a la derecha pasamos el sexto kilómetro y la misma rotonda que en la zona del recinto ferial nos vió pasar hace unos minutos. Poquito a poco voy buscando sensaciones, hace mucho, mucho tiempo que no competía en asfalto y las sensaciones y la forma de correr son totalmente distintas a las carreras de montaña, aquí hay que dar el máximo en cada zancada y yo todavía no tengo la mente concienciada para ello, y no sé si la volveré a tener. Voy pensando únicamente en disfrutar de la carrera, voy animando a los corredores que poco a poco se van descolgando de posiciones delanteras y lo cierto es que salvo algún pequeño pinchazo en mi maltrecha cadera, estoy corriendo mas o menos sin problemas.
Nuevo giro a la derecha y pasamos el kilómetro siete junto a la estación del cercanías, poca gente animando, por no decir ninguna, y nos acercamos sin remedio a la temida zona de Las Conejeras. Se trata de una zona complicada por sus continuas cuestas como así comprueba algún corredor que a las primeras de cambio se queda clavado en ellas.
Los kilómetros octavo y noveno los completamos superando las cuestas "conejeriles" que en ellos nos esperaban, rampas que yo recordaba de mayor dureza y que en el día de hoy no me lo han parecido tanto, supongo que será porque llevo un ritmo mucho mas lento que las últimas veces que competí en esta prueba y ello me permite afrontarlas con mas serenidad.
Tras una fuerte bajada que castiga los cuádriceps y, una vez dejada atrás la zona de Las Conejeras ya corro prácticamente en solitario, acompañado única y esporádicamente de otro corredor que a ratos va haciendo lo que se llama “la goma”, a veces se junta conmigo y otras se queda atrás. Nos adentramos ahora en las amplias avenidas de la zona del Esparragal, calles anchas y rectas que otra vez, poco a poco van picando hacia arriba.
Desde el kilómetro diez hasta el kilómetro once el perfil de esos mil metros es de una constante, sostenida y descarada subida que nos hace arribar a la zona de La Colina resoplando y alguno hasta bufando. A partir de aquí el perfil de recorrido se suaviza lo que me permite correr con mas soltura y decido incrementar un poco el ritmo, así corriendo en llano y en algún tramo de pronunciada bajada supero la distancia entre el kilómetro once y el doce en apenas tres minutos y veinte segundos, he pegado un buen acelerón y vuelvo a correr de nuevo en solitario. Doy caza a otro atleta que me precede y que se pone a mi estela durante el tramo llano de Ciudad San Pablo entre el doce y el trece, pero tarda poco en descolgarse.
El perfil sigue siendo llano lo que me permite mantener un buen ritmo y atacar con garantías el kilómetro catorce donde paso nuevamente por el lugar donde tomamos la salida y aquí si recibo el ánimo de la gente que nos está animando. Ahora el recorrido vuelve a ser el mismo que ya hemos completado en los primeros kilómetros, así que ya lo conocemos todos.
Cuando creo que voy bien, la cadera me manda alguna señal de alarma que me hace ser realista y pensar en que tengo que correr con la inteligencia suficiente para no estar luego una semana fastidiado con los dolores que me acompañan desde hace meses por forzar mas de la cuenta, así que bajo el ritmo y vuelvo a imponerme una velocidad de “crucero” lo suficientemente cómoda como para no castigar la zona afectada por la lesión, pero en el punto de exigencia adecuado para mantener un ritmo aceptable de competición.
Esta situación es el ingrediente perfecto para que corredores a los que había descolgado vuelvan a juntarse conmigo en el kilómetro quince, alguno apenas unos metros porque vuelve a quedarse, pero otro se va por delante de mí, y aunque se trata de una segunda vuelta por un trazado que ya debería conocer, en cada cruce de calles, en los que no existe algún voluntario de la organización, se despista y tengo que ir indicándole a grito “pelao” cual es el trazado que debe seguir, esta será una constante hasta la misma línea de meta.
Por delante de nosotros, y únicamente en las calles mas rectas, tan solo podemos vislumbrar a un par de corredores, pero con tanta distancia de separación que será imposible alcanzarles, por lo que el resto de kilómetros toca correrlos otra vez en solitario. Paso el kilómetro dieciséis asumiendo el papel de “lazarillo” ya que el corredor que va delante de mí, apenas a veinte metros, va literalmente perdido y he de seguir pegándole gritos para indicarle el camino correcto, yo sigo a mi ritmo con el único objetivo de llegar, ya se puede oler la meta.
Giramos a la derecha, nos merendamos el kilómetro diecisiete, y con un nuevo giro a la derecha nos plantamos en una calle larga que nos conduce hasta el dieciocho. Pocos metros después, un nuevo paso por la misma puerta del Ayuntamiento y, tras unos cientos de metros conquistamos el kilómetro diecinueve y con él, el último avituallamiento donde vuelvo a dar fin de un nuevo botellín de agua.
Esto se está acabando, ya se intuye la línea de meta, dos giros mas hacia la derecha y desembocamos de nuevo en la larga calle Virgen de la Cabeza, paralela al Centro Integral de Transportes, en subida en su comienzo y mas favorable en su parte final que nos conduce al kilómetro veinte. Kilómetro donde vuelvo a alcanzar al desorientado corredor que me precede, mas por demérito suyo que por mérito mío, ya que por mi parte no ha habido ningún incremento de ritmo, así que ha debido ser él quien está acusando esta parte final del recorrido. Le rebaso y afronto los ultimos metros de la carrera con buenas sensaciones, me dejo llevar por ellas y alargando la zancada y la frecuencia de las mismas hago el último paso por la rotonda del ferial y supero el último obstáculo en forma de cuesta sobre el puente que salva las vías del ferrocarril.
Únicamente me quedan apenas trescientos metros, en los que hago un último cambio de ritmo y alentado por los aplausos del público, que aquí si anima, junto con los ánimos recibidos también por parte de Javi, otro de mis compañeros de Velilla que al pensamiento de “la carne es débil” se retiró en el primer paso por este punto, consigo llegar bajo el arco de meta y parar el cronómetro en una hora y diecinueve minutos.
Ultimos metros. Javi al fondo de rojo de quien recibí sus ánimos. |
Una marca muy discreta y lejana a la hora quince que conseguí hace ya algunos años en este mismo recorrido, pero el cuerpo respondía de otra forma por aquél entonces, y las lesiones no eran tantas.
Alex llegando a meta |
Acabo muy contento porque he terminado muy entero, mejor de lo que esperaba en un principio. Nada mas cruzar el arco de meta, y aunque nadie de la organización me invita a hacerlo, (De hecho incluso alguno me aplaude al llegar a meta), abandono la zona vallada por uno de los laterales ya que he corrido sin dorsal y no sería ético hacer uso de la zona en meta reservada a corredores.
Enseguida puedo saludar a la mujer de Antonio que está esperando su llegada, y vuelvo sobre mis pasos al encuentro con Javi, junto al que espero al resto de amigos y compañeros que poco a poco irían llegando a meta y de los que dejo constancia en forma de fotografía para que puedas ponerles cara.
Juan, magnífico corredor Velillense que paró el crono en 1:24. |
Carlos, buen corredor del club Edwards y mejor persona. |
Jordi, otro magnífico corredor Velillense. |
Antonio en primer plano, corredor Velillense. Duro de roer como comprobaría el dorsal 376 tras el sprint. |
Alejandro, mi cuñao, no calla ni debajo del agua. Magnífico corredor y magnífica persona, que voy a decir yo.. |
David, gran amigo y compañero de muchas historias. Actualmente reconvertido a triatleta. |
Angel, una de las últimas incorporaciones al grupo Velillense. Un valor en alza y en continua progresión, un fenómeno. |