Este ha sido un maratón un tanto
atípico desde el momento en que decidí participar en él, por qué no decirlo, un
poco animado por los compañeros de mi club de atletismo (http://clubatletismovelilla.blogspot.com.es/)
que en su mayoría se decantaron por elegirlo entre los muchos que se celebran
por todo el territorio nacional. Bien por su perfil totalmente llano, bien por
el clima, bien por sus gentes, el caso es que buena parte de los compañeros de
entrenamientos hace ya algunos meses que hicimos las pre-inscripciones
garantizándonos con ello una plaza en él, y desde ese mismo instante comenzaron
los entrenamientos con la mente puesta en Sevilla.
Llegada la hora de las
inscripciones y del pago del dorsal, la organización recibió multitud de
reclamaciones por la forma de formalizarlas, ya que debido a la fórmula elegida
en la que el precio se iba incrementando en minutos (incluso segundos) a medida
que los corredores realizaban los pagos, había que correr mas con el ratón, que
con las piernas en el maratón. Un auténtico caos en el se llegó a colapsar el
servidor y en el que tras alguna reclamación y cruce de e-mails con la
organización conseguí, al fin, quedar inscrito. Ya únicamente restaba seguir
entrenando duro para llegar en las mejores condiciones posibles.
Durante los meses anteriores lo
cierto es que el entrenamiento no ha sido el que me hubiese gustado realizar,
pero tampoco me puedo quejar porque hace tiempo mi lesión de cadera me hacía
pensar que no participaría nunca mas en un maratón. Así, con intervenciones en
alguna que otra competición durante las semanas previas y con el permiso de mis
lesiones, llegó el fin de semana señalado en rojo en el calendario. El viernes
por la noche ya dejamos todo preparado, mochila, ropa de competición,
zapatillas de maratón, documentación, barritas energéticas, geles, etc.. e iremos
con el coche de mi padre para moverlo un poco ya que está siempre en garaje y
falto de kilómetros, por lo que Lourdes me recuerda que coja algunos CD’S de
música para el viaje, pero le indico que no van a ser necesarios ya que vamos
acompañados de mi cuñado Alejandro y con él sobra la radio, seguro que no
parará de hablar.
El sábado por la mañana junto con
mi mujer Lourdes y tras recoger a mi cuñado y a mi hermana a las cinco y media
de la mañana en la puerta de su casa, partimos con dirección a la capital
hispalense. A ritmo tranquilo, acompañados por la lluvia y en la mayor parte
del tiempo también por la niebla, consumimos en charla animada y casi sin
darnos cuenta cientos de kilómetros por la carretera de Extremadura, para mas
adelante hacer lo propio por la
A-66 , mas conocida como Vía de la Plata. Pasado Mérida y al filo
de las ocho y media de la mañana, paramos a desayunar en Torremejía, mas
concretamente en el Bar “Er Gitano”, donde con calma degustamos un buen
desayuno que a las chicas se les viene “un poco largo” debido al imponente
tamaño de las tostadas con aceite, tomate y sal que nos ha preparado el mesonero,
aunque a decir verdad no queda una sola miga en el plato ya que entre mi cuñado
y yo damos buena cuenta del resto. Con el regustillo que nos ha dejado el café
en la boca volvemos de nuevo al coche para, con la compañía inseparable de la
niebla, continuar ya del tirón hasta Sevilla. Los kilómetros van cayendo al
mismo ritmo que la fruta que mi cuñado ha preparado en un tapper y de la que
vamos dando buena cuenta…trocitos de melón, fresas, grosellas…
Entramos en Sevilla donde nos
recibe a nuestra izquierda el Estadio Olímpico de La Cartuja en el que en su
interior estará esperándonos la meta del Maratón y al que ya conocemos de otras
ocasiones. Dado que todavía es pronto y el check-in en el Hotel es a partir de
las doce de la mañana decidimos aprovechar para visitar a la Virgen de la Macarena. Aparcamos
en un parking cercano frente al Parlamento Andaluz y sin prisas cumplimos
nuestra visita a la Virgen
a la que nos encomendamos solicitándole la fuerzas necesarias para no sucumbir
en la difícil faena que nos espera por delante.
Virgen de La Macarena |
Practicada la visita estiramos
un poco las piernas hasta un bar cercano (Casa Manolo) donde a ritmo de unas
cervezas Cruzcampo fresquitas, pasan los minutos charlando y haciendo tiempo
para irnos al hotel.
La mañana está nublada pero la temperatura es agradable, y
cada vez son mas los claros que, con tímidos rayos de sol, reclaman su
protagonismo sobre las nubes. Desde ahí ya para el hotel donde nos encontramos
con el resto de compañeros que regresan de recoger los dorsales y nos entregan
los nuestros, nos han hecho un gran favor, pues de lo contrario nos tocaría ir
a por ellos y perder media jornada.
El resto de la mañana lo
aprovechamos para hacer turismo por el centro de Sevilla, Torre del Oro,
Maestranza, Catedral, Giralda, ….tomando algunas (bastantes) cervecitas mas y
disfrutando de los rayos de sol, que ahora si, nos acompañan en el discurrir
por las entrañas de la capital andaluza. Nos dejamos llevar por las
innumerables tascas que salpican sus calles y de cerveza en cerveza y de tapita
en tapita desembocamos en una abarrotada Plaza del Salvador, donde rodeados de
un gran gentío que disfruta la hora del aperitivo, acompañamos otra ronda de
cervezas con unos cucuruchos de “pescaíto recién frito”.
Antes de comer todavía sacamos un
hueco para visitar la Iglesia
que da nombre a la plaza y en cuyo interior se está celebrando un “besa pies”
al Cristo del Amor. Le susurro al oído a mi cuñado que todo aquél que le besa
los pies al Cristo tiene garantizado el terminar el maratón. Como un resorte en
unos segundos está a los pies de la figura y siguiéndole la estela vamos el
resto. Nada puede ir mal en el maratón, nos hemos encomendado a la Virgen Macarena y al Cristo del
Amor, por lo que los Dioses están de nuestra parte.
Cristo del Amor |
El día es magnífico, con
buena temperatura, y prueba de ello es que las calles están muy animadas de
gente, el problema es que entre tanto aperitivo nos hemos descuidado un poco,
se nos pasa la hora de comer y los bares están hasta arriba de gente esperando
para ello. Afortunadamente encontramos muy cerca de la catedral un restaurante
donde acaba de quedarse libre una mesa para cuatro y para mas fortuna en el
menú hay pasta de primero. Lo dicho, los Dioses están de nuestro lado.
Cerveza fresquita, una Cruzcampo tras de otra.... |
Después de una grata comida,
sobra decir que regada con mas cervecita, continuamos la tarde de turismo, y
así entre paseos por el Guadalquivir, compras y algún que otro café llegó la
hora de la cena.
Con Alejandro recorriendo Sevilla. |
Estupenda tarde para pasear con la mujer que quiero por Sevilla. |
En “La
Tagliatella ” que hay justo enfrente del estadio Sánchez
Pizjuán, aprovechamos para hacer una última recarga de hidratos de carbono en
forma de riquísima pasta italiana, acompañada de las últimas cervezas de la
jornada.
Buen plato de pasta para cenar |
Aprovechamos el resto del día
dando un paseo por las tiendas del Centro Comercial Nervión, justo al lado de
nuestro hotel, donde las chicas todavía tuvieron tiempo de practicar un rato de
“shopping”. Sin tiempo para mucho mas nos fuimos al hotel para intentar dormir
lo mejor posible y así comenzar la mañana del maratón bien descansados. Antes
de acostarme dejo bien preparado todos los bártulos de la ropa, zapatillas,
dorsal, imperdibles, etc… que me harán falta en la carrera y cuando creo que
tengo todo preparado me entrego a los brazos de Morfeo.
Dorsal personalizado que habrá que sudar... |
La mañana del domingo me levanto
bastante entumecido, me ha sido difícil conciliar el sueño, he dormido a ratos,
como suele ser habitual en mi en las grandes citas maratonianas. Nos hemos
levantado a las seis en punto de la mañana y hemos quedado en vernos con el
resto de compañeros del club a las seis y media en el comedor para el desayuno.
Cuando llegamos por allí vemos ya a los Ángeles (no los divinos, sino nuestros
compañeros Sánchez y Poves), David, Antonio, Rubén, y poco después aparece
también Toñin.
Tranquilamente doy buena cuenta de un par de tostadas con aceite
y tomate, un café bien cargado y un zumo de naranja. El desayuno es un buffet
con infinidad de ricas viandas, y me tengo que sujetar para no arrasar con
todas ellas, es mejor desayunar lo ya acostumbrado para evitar males de
estómago en carrera. Una vez alimentados recogemos todos los trastos y
abandonamos el hotel rumbo a la
Isla de la Cartuja.
Llegamos en poco mas de quince minutos y hemos aparcado el
coche en la Avenida
de los Descubrimientos, intentando evitar el parking del Estadio Olímpico y con
él los problemas que generalmente suelen surgir para abandonarlo a posteriori.
Como todavía es pronto, nos dirigimos caminando a la zona del Estadio con la
intención de unirnos al resto de compañeros que, a bordo de tres o cuatro taxis
llegarían poco después. Nos saludamos y puesto que ellos van a dejar sus
mochilas en el guardarropa y nosotros no, quedamos en vernos ya en la zona de
salida.
Foto que se hicieron los compis dentro del estadio y que lamentablemente nos perdimos. |
Sobre las ocho y media de la
mañana, a escasa media hora de que empiece el maratón, tanto Alejandro como yo
nos quitamos nuestros chándals y nos quedamos con la ropa de competición, en
mis pantalones llevo una barrita energética troceada en tres pedazos y también
dos geles que espero sean suficientes, junto con el avituallamiento que ofrece
la organización, para llegar a meta. Una vez bien ajustadas las zapatillas,
protegidos con vaselina para las temidas rozaduras y colocados en el pecho los
dorsales, nos dirigimos andando hacia la zona de la salida, de la que nos
separa casi un kilómetro, acompañados de nuestras mujeres.. En todo momento
vamos pendientes de ver al resto de nuestros compañeros, pero cada vez son mas
y mas los corredores que se dirigen hacia el mismo punto de salida, hasta el
punto de convertirse en una auténtica riada, va a resultar misión imposible el
volverles a localizar.
A escasos diez minutos de la
salida nuestras chicas se van hacia delante para poder ver bien la salida y nos
desean suerte, nosotros en la zona de los cajones de salida señalizados con los
tiempos aproximados de referencia, hacemos un último intento fallido por
localizar al resto de compañeros del club. No hay tiempo para mas, Alejandro y
yo nos deseamos suerte y nos encaminamos a nuestros corralitos
correspondientes, en mi caso, al haberme asignado la organización el dorsal
número 129 lo haré justo detrás de los corredores de élite que se van a
disputar la prueba y puedo estar codo con codo con alguno de ellos antes de
empezar a correr. Pequeña entrevista a Abel Antón antes de la salida, y poco a
poco, cada vez con mas volumen nos empieza a envolver la música de AC / DC que
se mete por cada poro de mi piel. Cierro los ojos y dejo que se extienda por
todo mi ser, intento dejar la mente en blanco y por unos segundos parezco
flotar en medio de los acordes. Son unos instantes preciosos, el tiempo parece detenerse,
miro a mi alrededor y solo veo caras de concentración, miradas fijas en el
horizonte, otras perdidas en el infinito de las alturas, atletas santiguándose
y otros que con el dedo apuntando al cielo parecen querer dedicárselo a alguien
muy especial y querido, que seguramente ya no se encuentre entre nosotros. Son
tan solo un par de minutos, pero tiempo suficiente para abstraerse de todo por
unos instantes y dejarse llevar a ese estado de encuentro con uno mismo donde
se es consciente de todo el duro camino recorrido para simplemente poder estar
aquí y ahora. Pienso que soy muy afortunado por el mero hecho de poder cruzar
el arco de salida, no en vano algunos compañeros han ido quedándose por el
camino debido a lesiones , como es el caso de Manu y de Juancar, ambos con
billete comprado para esta aventura y a los que las temidas lesiones dejaron en
la cuneta.
El Spiker comienza a hablar de
nuevo y me saca del nirvana en el que me había acomodado, nos informa que van a
dar la salida a los corredores en hand-bike e instantes después darán el
pistoletazo de salida a esta XXXI edición del Maratón de Sevilla. El corazón se
acelera, las pulsaciones suben y solo queda empezar a correr con cabeza, seguir
con las piernas y terminar con el corazón.
A las nueve en punto de la mañana
suena la detonación que nos pone en movimiento, al estar pegado a las
posiciones élite en la salida tardo apenas tres segundos en cruzar el arco y
poner en marcha el crono. Puedo ver muchas autoridades civiles y militares que
se han dado cita en esta salida y apostados a ambos lados de la amplia Avenida
de Carlos III nos aplauden desde la distancia. Voy pendiente de ver a mi mujer
y a mi hermana, pero entre tanta gente (corriendo y animando) resulta poco
menos que imposible.
Salida |
Salida |
Toñin y Ángel en la salida. |
Los primeros metros intento ir
poco a poco cogiendo ritmo, por lo que me pasan numerosos corredores por ambos
lados, pero enseguida comienzo a alargar la zancada y a defender un ritmo por
debajo de los cuatro minutos el kilómetro que hace que cada vez sean menos los
corredores que me rebasan. He salido por el lado izquierdo de la calzada y poco
a poco los que así lo hemos hecho aprovechamos los huecos para ir uniéndonos, a
medida que la carrera se abre, a la zona derecha por donde transita el gran
pelotón. La recta de salida es
simplemente infinita, no se la ve el final, a mi ritmo y al tran tran voy
superando los primeros kilómetros sin ningún otro objetivo que llegar
dignamente a la línea de meta, evitando si es posible la desagradable
experiencia del pasado Medio Maratón de Getafe donde tuve serios problemas de
tirones en la zona de los músculos isquiotibiales de mis piernas que me
hicieron incluso tener que parar un par de veces.
Llegamos a una amplia rotonda
donde giramos hacia la izquierda para correr unos pocos metros sobre el asfalto
de la Avenida Expo
92 y enseguida hacer un nuevo giro, esta vez a la derecha y embocar la calle
Ronda de Triana que nos conduce hasta la frontera del Parque de Los Príncipes.
En estos comienzos de Maratón los grupos son muy numerosos y me encuentro
realmente a gusto corriendo en ellos, cuando noto que el ritmo es lento
progreso hasta el siguiente y así van cayendo los kilómetros para llegar al
quinto que se encuentra en la
Avenida de la República
Argentina , justo antes del paso por el Puente de San
Telmo. Tomo un vasito de agua, del que
bebo apenas un sorbo, y continúo progresando buscando alcanzar al siguiente
grupo que nos precede.
Atravesando el Puente de San
Telmo me abstraigo durante unos segundos de la carrera contemplando la Torre del Oro que se
encuentra a nuestra izquierda, pienso que es bueno de vez en cuando apartar la
mente del sufrimiento que supone un Maratón e intentar “engañarla” con otras
distracciones ajenas a la carrera, y en este caso que mejor contemplación que
el precioso monumento que erigiéndose altivo sobre el río Guadalquivir nos
observa desde la distancia. Nada mas cruzar el puente giramos noventa grados a
la izquierda para comenzar un interminable tramo de mas de tres kilómetros
paralelos al río Guadalquivir. En su comienzo no podemos ser mejor tratados, ya
que la histórica Torre del Oro será la encargada de presentarnos, para poco
después ser recibidos por nada mas y nada menos que la
Gran Plaza de Toros de la Maestranza de Sevilla,
que apostada en el lateral derecho del amplio Paseo de Cristóbal Colón
contempla el paso de los miles y miles de corredores que componemos una gran
serpiente multicolor que progresivamente va invadiendo las profundidades
sevillanas.
Juan y Pedro (de naranja) al paso por la Maestranza |
Un poco mas adelante tenemos que
afrontar uno de los pocos desniveles que concede el perfil totalmente llano de
esta carrera, no en vano si de algo se enorgullece este Maratón de Sevilla es
de contar con uno de los perfiles mas favorables del panorama nacional para la
disputa de una prueba de ultra-fondo como esta. Atravesamos un túnel, con su
desnivel de bajada y subida correspondiente y a su salida nos recibe una de las
varias bandas de música que se afanan en hacernos mas llevadero el esfuerzo
descubriéndonos su música. Por mi parte sigo corriendo a ritmo controlado por
debajo de los cuatro minutos el kilómetro y procurando sobre todo encontrar
buenas sensaciones y alargar todo lo posible la llegada de los malos momentos,
que a buen seguro están por llegar.
Empezamos a desfilar por la calle
Torneo y conocedor que pronto veré a Lourdes y a mi hermana me auto-suministro una pequeña dosis de ánimo que me viene
estupendamente. Voy corriendo constantemente en progresión, adelantando a
muchos corredores de los que a su vez lo hicieron conmigo en el primer
kilómetro de la carrera. La táctica es que llego hasta un grupo, me sitúo a su
estela durante unos minutos, luego paso a encabezarlo durante algunos metros y
posteriormente, si lo veo factible, progreso hasta el siguiente. Así van
cayendo los kilómetros y antes de darme cuenta llego hasta el Puente de la Barqueta , otra dosis de
música de otro de los grupos apostados en el recorrido y me crezco al recibir
los ánimos de mi mujer y mi hermana, así da gusto correr, no importa si se
sufre o no, se disfruta mucho mas, nunca sabremos agradecer como se merecen a
nuestras animadoras, ya que ellas también participan en su maratón particular
yendo de un lado para otro.
El perfil de la carrera sigue
siendo totalmente llano, y aunque pueda parecer un gran ventaja que sin duda lo
es, resulta también un arma de doble filo, ya que no hay un solo metro en el
que el corredor pueda relajarse al tener que estar continuamente “empujando”
hacia delante. Aquí no hay subidas donde aminorar la marcha, ni bajadas donde
dejarse caer, aquí es todo llano, por lo que el ritmo de competición no varía
un ápice de un kilómetro a otro, y eso a medida que pasan los kilómetros
desgasta mucho.
He conseguido llegar hasta otro
grupo de atletas con los que paso el kilómetro diez en aproximadamente treinta
y ocho minutos, y junto a ellos, con buenas sensaciones continúo completando la
carrera por largas avenidas y calles como la del Alcalde Manuel del Valle por
la que corremos durante casi dos kilómetros.
Tengo la sensación que los kilómetros van cayendo rápidamente y así veo
pasar el once, el doce, el trece, aprovecho para comer un pedazo de barrita
energética, y al filo del kilómetro catorce vuelvo a recibir los ánimos de mi
familia que me espera apostada a los pies de la Virgen de la Macarena. Voy muy a gusto en el
grupo de corredores al que acompaño desde antes del décimo kilómetro y con
ellos, a relevos, llego al kilómetro quince donde tomo el primero de los geles
que llevo para la ocasión. El kilómetro dieciséis lo completamos como si de un
mero trámite se tratase y mil metros después llega uno de tantos momentos
emocionantes de la Maratón ,
cuando Manu (uno de los compañeros de tantos y tantos entrenamientos y que no
ha podido tomar la salida por lesión), junto con su familia me animan y aplauden,
lo que hace que me embargue la emoción y consiga abstraerme por unos segundos
del esfuerzo de la carrera. De corazón deseo que se recupere cuanto antes de su
lesión y pueda, mas pronto que tarde, ver cumplido su sueño de completar un
maratón, estoy convencido que está preparado para ello y es únicamente cuestión
de tiempo. Las emociones no quedan únicamente ahí, puesto que unos cientos de
metros mas adelante recibo también los ánimos de Juan Carlos otro compañero del
club que ha sufrido la misma adversidad que Manu al perderse por lesión esta
carrera, pero que junto con las chicas se deja el alma animando a sus
compañeros, como en este caso lo hacen conmigo, no hay palabras suficientes de
agradecimiento para ellos, esos gritos de ánimos son el mejor de los remedios
para el esfuerzo del maratoniano.
Pedro y Juan en el mismo punto. |
La maratón continúa y ahora
dejamos a nuestra izquierda la estación del AVE para encarar unos interminables
kilómetros por la eterna avenida de Kansas City. Sigo arropado por el grupo de
atletas con los que conecté antes del paso por el kilómetro diez, y a ratos
encabezo el grupo y a ratos me refugio en su seno dejando pasar los kilómetros.
Tras unos tres o cuatro giros después de abandonar la larga avenida, nos recibe
el arco del paso por la Media Maratón ,
lugar emblemático de estas pruebas de ultra-fondo y punto de mirada obligada al
cronómetro. A su paso me llevo a la boca otro pedacito de barrita energética y
de reojo veo que el reloj nos devuelve un tiempo de una hora y veinte minutos,
no está mal creo que hasta aquí hemos traído de media ritmos en torno a tres
minutos y cuarenta y poco el kilómetro, me sigo encontrando perfectamente y el
miedo a los tirones que sufrí en la
Media de Getafe empieza a pasar a un segundo plano pues nada
indica que se vayan a repetir.
Continuamos la carrera, ahora con
el pensamiento claro de aguantar todo lo que pueda dentro del grupo en el que
el ritmo parece irse incrementando poco a poco. Así pasa el kilómetro veintidós
situado en la amplia calle Clemente Hidalgo, flanqueada por numerosos naranjos
y desde la que nos observan unas palmeras bastante altas que plantadas en la
mediana vigilan el paso de los corredores. Poquito a poco el grupo se va
deshaciendo, unas veces motivado por la escapada de algún corredor hacia delante,
y otras porque otros se van quedando descolgados. Lo cierto es que cada vez
somos menos unidades, y así rebasamos los kilómetros veintidós y veintitrés,
situados ambos en la ronda del Tamarguillo, y volviendo nuevamente con
dirección hacia el corazón Sevillano. El kilómetro veinticinco está ubicado
sobre la Avenida
de la Paz y a su
paso aprovecho para llevarme el último de los pedacitos de barra energética a
la boca, así como el segundo de los geles que todavía guardo en mi pantalón, a
partir de aquí ya dependo totalmente de los avituallamientos de la carrera.
Todavía el ritmo es bueno y me confianza para seguir con pensamientos positivos
intentando alargarlo lo mas posible y retrasar con ello la aparición del temido
muro.
En grupo |
A veces tirando del grupo.. |
Ritmo de alrededor 3:40 m/km. |
Al paso por el kilómetro veintiséis
en la avenida de la Cruz
del Campo (bonito nombre), se han marchado un par de corredores por delante, y me
he quedado junto a otros dos atletas con los que continuamente me voy relevando.
En este punto estoy indeciso entre aumentar el ritmo e intentar conectar con
los dos que han progresado, o mantenerme reservón y simplemente conservar el
ritmo y dejar que sigan cayendo los kilómetros, creo que lo mas sensato es la
segunda opción y así lo hago. Al levantar la vista veo que vamos directos a un
bonito edificio blanco con ventanas rojas, cuyo tejado está ocupado por un
enorme rótulo con la palabra “Cruzcampo”, ni que decir tiene que a su paso no
consigo ni por un segundo apartar la vista de él y se me viene a la mente la
imagen de una cerveza bien fresquita que me sirve para animarme, ya que sé que
tengo que llegar a meta para conseguir ese premio tan apetecible en estos
momentos.
Pasamos el kilómetro veintisiete,
donde aprovecho para recoger un par de geles, y poco después, tras algún giro, encaramos una
de las calles mas comerciales de Sevilla donde se encuentra el Centro Comercial
Nervión, también el estadio Sanchez Pizjuán e igualmente el Hotel Novotel donde
estamos hospedados, y donde, por qué no decirlo, se despierta la tentación de
para y subir a la habitación en la que podría disfrutar de una buena ducha y un
buen descanso. Pero ese pensamiento fugaz dura apenas unos segundos ya que
enseguida los ánimos de la gente me hacen volver nuevamente a la realidad.
Saludando al fotógrafo |
Con buenas sensaciones |
Dejando el trío y yéndome hacia adelante. |
En la larga avenida de San
Francisco Javier supero los kilómetros veintiocho y veintinueve y consciente de
que la siguiente pancarta kilométrica ya comenzará con un tres, decido tomar
otro gel que me permita no notar demasiado el bajón que a partir de ese punto
seguramente empezaré a sentir. Paso el kilómetro treinta con buenas
sensaciones, adelanto a una atleta africana que no lleva buena cara, y al
comprobar que poco a poco voy rebasando a algunos corredores que empiezan a
pagar el esfuerzo y visto que me estoy acercando a un pequeño trío que va escasos
metros por delante decido avivar un poco el ritmo y aumentar la zancada.
Al paso por el kilómetro treinta
y uno ya me he unido al trío que llevaba por delante y con ellos dejo atrás el
estadio del Betis “Benito Villamarin”. A
partir de este punto comienza por la
Avenida la Palmera una larguísima recta de casi tres
kilómetros que se hace especialmente dura, ya que da la sensación de que no se
avanza. Se trata de una avenida muy ancha, de seis carriles, escoltada por
altas palmeras, y en la que la vista se pierde en el horizonte sin poder tomar
referencias donde marcar objetivos de paso. Pienso que lo mejor es acabar con
ese tramo cuanto antes e intento incrementar un poco mas el ritmo, digo intento
porque con ello cometo el peor error de toda la maratón. Al intentar avivar el
ritmo, ahora sí noto un amago de tirón en la parte posterior del muslo derecho,
y mi cadera comienza a recordarme que no está para muchas exigencias, enseguida
bajo el ritmo confiando que haya sido solo un conato y no se vuelva a repetir.
Con mucha cautela paso el kilómetro treinta y tres, he comido un par de trozos
de plátano en el último avituallamiento con la confianza que el potasio obre
algún milagro y evite los calambres que parecen aflorar. De respiración voy
perfectamente, del muro ni rastro, pero me preocupa, y mucho la tensión que
noto en la parte posterior del muslo ahora ya en las dos piernas.
Bajo todavía un poco mas el ritmo
de carrera y así completo el paso por el kilómetro treinta y cuatro a punto de
entrar al Parque de Mª Luisa y con él a la parte mas vistosa de todo el
recorrido. La tensión en los músculos isquiotibiales va en aumento y ahora ya
las molestias en la cadera han pasado a ser dolor. Maldita la hora en la que
decidí incrementar el ritmo, mejor me hubiese ido manteniendo el que llevaba,
pero ahora ya no tiene solución, hay que apechugar lo que queda por delante y
no quiero ni pensar el tener que pararme, o lo que es peor aún, tener que
abandonar.
En la Plaza de España con malas sensaciones de calambres. |
En la Plaza de España con malas sensaciones de calambres. |
Giramos a la derecha y comenzamos
a correr por el entorno verde y natural que supone el Parque de Mª Luisa, nada
mas entrar en él noto un fuerte tirón en la pierna derecha que me hace ver las
estrellas y me pone casi a andar, no quiero tener que pararme, no quiero, pero
parece mas que seguro que voy a tener que hacerlo. Consigo al trote, ir poco a
poco recuperándome, los atletas que me acompañaban como es lógico se han ido
por delante y me sacan una decena de metros. A un trote cansino voy atravesando
el parque, dejo atrás el kilómetro treinta y cinco donde tomo el último de los
geles con la confianza de que obre algún milagro, y tras unos cuantos giros
acompañado por el cariño y los aplausos del público llego hasta la Plaza de España donde
intento distraerme recreando la vista con la estampa que nos ofrece salpicada
de animadores en una magnífica y soleada mañana dominical. Pero los intentos
por distraerme duran justo lo que tarda en darme otro tirón en el kilómetro
treinta y seis, ufff……ahora si que voy a tener que pararme a estirar, paso de
ir trotando a andar mas o menos rápido. Hay público que se ha dado cuenta que
no estoy bien y enseguida me arropan con sus aplausos animándome a continuar y
a no pararme, la verdad es que se han volcado conmigo y el cariño que
demuestran bien vale el esfuerzo por lo que no me paro y sigo casi
andando-trotando hacia delante. Son unos cientos de metros donde me invade la
incógnita de si podré seguir o no en carrera.
Al trote casi andando. |
Problemas de tirones en los "isquios" |
Pensando en parar... |
El dolor es para tenerlo en cuenta, parece serio... |
Momento del tirón, sufrí bastante en la Plaza de España |
Muy, muy cauteloso y prudente
abandono el parque trotando cada vez mas rápido, parece que gradualmente voy
pudiendo volver a correr, por unos instantes creí que tendría que pararme a
estirar, al final he salvado el mal trago y consigo volver a correr, ahora sí,
la pelea es únicamente conmigo mismo y me olvido por completo de intentar
correr mas rápido, no voy a caer en el mismo error. La tensión en los músculos
persiste, en los avituallamientos intento mojarlos con agua fría y voy
constantemente dándome palmadas en ellos intentando de algún modo relajarlos,
al menos puedo seguir corriendo.
Estamos corriendo por la zona mas
bonita de todo el Maratón, son las calles mas céntricas y eso se nota.
Aprovecho para alejar la mente de los malos pensamientos e irme fijando en cada
uno de los detalles que nos rodean. La calle San Fernando ya empieza a estar
bastante animada, pero es solo un aperitivo de lo que nos espera mas allá
del kilómetro treinta y siete al paso
por la Catedral
de Sevilla. La avenida de la
Constitución está a rebosar de público, la gente se agolpa a
ambos lados de la calle gritando y animando con toda su alma, además una de las
muchas bandas de música aporta su granito de arena a tanta excitación y todo
ello forma un cóctel de sensaciones que a los corredores nos hacen olvidar por
momentos el sufrimiento de esta difícil prueba. Sin darme cuenta consigo unirme
a un pequeño grupito que iba por delante, sin perder la cabeza intentaré
mantenerme con ellos para no tener que hacer los últimos kilómetros solo.
Conectando con un grupito al paso por la Catedral |
Conectando con un grupito al paso por la Catedral |
Dejamos atrás la Catedral y seguimos
callejeando por el corazón de la ciudad, arropados por gran cantidad de público
que nos anima por nuestros nombres al poder leerlos en los dorsales, así no se
nota el cansancio. Llevo la mente distraída, absorta, y mi mirada va posándose
en la diversidad de rostros que apostados a los lados de las callejuelas se
iluminan a nuestro paso. Es un abanico de personas de todas las edades y
nacionalidades, algunos con banderas, otros con pancartas y los niños
extendiendo sus manos buscando el contacto cómplice con los corredores a través
de pequeños choques con sus palmas. Si a todo eso le sumamos que hay otro par
de bandas de música que nos hacen llegar sus canciones en medio de la algarabía
la emoción se va disparando por momentos, sobre todo al ver que consigo
completar el kilómetro treinta y ocho y casi sin darme cuenta también el
treinta y nueve.
Queda muy poco ya de esta maratón
y estoy totalmente convencido que voy a terminarla, de respiración me encuentro
genial, lógicamente estoy cansado pero no agotado y creo que si no hago ninguna
tontería puedo llegar corriendo a un ritmo decente. En el puente de la Barqueta y justo en el
esperado kilómetro cuarenta vuelvo a ver a Juan Carlos, quien teléfono en mano
se afana en sacar alguna fotografía y me acompaña durante algunos metros.
Kilómetro 40 Puente de la Barqueta |
Kilómetro 40 Puente de la Barqueta, saludando a Juancar. |
Nada
mas entrar en la Isla
de la Cartuja
puedo ver a un gran corredor y fotógrafo como es Santi Molina, con quien he
tenido el honor de competir en alguna ocasión en la carrera popular de Luzaga,
la pena es que le pillo justo cambiándose de lado en la calzada y no puede
tomarme ninguna fotografía.
Bordeamos Isla Mágica, como
mágico también es el kilómetro cuarenta y uno que mas con el corazón que con
las piernas consigo superar. Dejo atrás a los corredores que compiten junto a
mi y me lanzo en busca de la meta. Ya puedo escuchar en la distancia la megafonía
del estadio y consigo superar todavía a un par de corredores mas. A medida que
vamos acercándonos al estadio el número de animadores aumenta, casi sin darme
cuenta (y si no es pecado decirlo) llego a las puertas del túnel sur que da
acceso al estadio. La entrada se hace por una corta pero incómoda bajada que
termina de destrozar las piernas y que me conduce a las entrañas del Estadio
Olímpico. De inmediato empiezo a pisar el tartán de la pista de atletismo para
completar los últimos metros que tras un giro completo me dejarán a los pies
del arco de meta. Pero antes, queda uno de los momentos mas soñados de la
carrera y es el paso junto al cartel que marca el esperado kilómetro cuarenta y
dos.
Una vez mas voy a conseguir vencer al maratón, y con ésta van doce veces
ya. Ahora ya nada me va a parar, solo queda disfrutar los últimos metros donde
desde la grada recibo los aplausos del numeroso público y donde consigo
distinguir a mi mujer y a mi hermana que se dejan las manos y la voz animándome.
Todavía me quedan fuerzas para esprintar en la recta de meta y superar a otros
dos corredores mas, lo cierto es que he llegado muy bien de fuerzas a la parte
final, y si no hubiese sido por los tirones y calambres el tiempo final hubiése
estado bastante por debajo de las dos horas y cuarenta y cuatro minutos que
marca el cronómetro del arco de meta.
El soñado kilómetro 42 |
Esprintando a meta |
Último esfuerzo |
Esprintando a meta |
Último esfuerzo |
Objetivo cumplido, atravieso el
arco de llegada, me tomo un par de minutos de descanso y enseguida, acompañado
por una voluntaria que no se separa de mi en ningún momento y me arropa con un
plástico, recojo la medalla de finisher, me hacen algunas fotografías y me
dirijo a recoger una buena cerveza fresquita que creo me la he ganado.
Otra maratón completada |
Finisher de la MARASEVI 2015 |
Otra maratón completada |
Me tomo una cerveza fresquita en
un par de tragos y con otra cerveza en la mano, y algún obsequio mas de la
organización salgo al exterior del estadio por la zona del ropero para buscar
la puerta de acceso a las gradas donde me reúno con Lourdes y Esther y con la
emoción en el cuerpo aguardo la llegada del resto de compañeros que todavía están
por llegar. Así lo hacen Antonio Rus seguido muy de cerca por Pedro, también
llega Carlos a quien problemas de estómago le han fastidiado en parte la
carrera. Nico completa también un buen maratón y a continuación llega mi cuñado
Alejandro muy emocionado y saludándonos desde la pista, también Ángel, con un
tiempo fantástico recortando mas de diez minutos su marca anterior. Toñin lo
haría un rato después, como también Ángel Sánchez, Juanjo, Rober y David acompañado por
un solidario Juan, que lejos de abandonar cuando comprobó que su maltrecha
pierna derecha no le dejaba seguir corriendo, optó por ir dejándose caer e ir
animando a todos los compañeros que poco a poco iban llegando hasta él, eso es
ser un buen compañero y sobre todo buena persona, este club está lleno de
ellas.
TOP TEN de mi categoría |
Tiempos de paso, se nota el bajón con los calambres. |
Una vez finalizada la carrera nos
encontramos con Alejandro en el coche, ya que no ha conseguido localizarnos en
el Estadio, y antes de que pueda formarse algún atasco para salir ponemos
marcha a Madrid por la A-4
carretera de Andalucía con Lourdes a los mandos, mi hermana de copiloto y
Alejandro y yo tirados en el asiento trasero. Tras una parada para comer en
Villa del Rio (Hostal el Sol) y tomar algunas cervezas mas, proseguimos viaje a
Madrid en el que Alejandro no paró de hablar, por lo que el trayecto se nos
hizo muy corto.
Quiero desde aquí agradecer a la
organización el fantástico desarrollo de la prueba, al principio fue muy
crítico con ellos por la forma en la que se gestionaron las inscripciones, (y
sigo pensando que fue una auténtica chapuza), pero no es menos cierto que a
partir de ese momento todo ha estado fantásticamente organizado, y no puedo
ponerles ni un solo pero. Agradecer también, y muy especialmente, todo el
trabajo de los voluntarios que se han dejando el alma animando a los corredores
e intentado hacernos sentir como en nuestra propia casa, un diez para ellos.
Ha sido un viaje relámpago a
Sevilla, donde con al excusa de correr un Maratón hemos pasado un fin de semana
estupendo, con muchas risas, lleno de anécdotas, disfrutando de la buena gente
Sevillana y del buen clima que también quiso acompañarnos.
Alguno pensará que sin cervezas y
siendo mucho mas metódico con la alimentación y los entrenamientos es casi
seguro que la marca en maratón fuese bastante mejor, es posible, bueno, es casi
seguro, pero personalmente me niego a ser esclavo de marcas, y mucho menos a
dejar de vivir y ser feliz por ver unos minutos menos en un reloj. Soy feliz
con lo que hago, soy feliz de cómo lo hago y me pasa un poquito como al título
de la canción de Leño, que tengo entre las cejas “LIBERTAD”.
Salud para tod@s.