El título de esta entrada bien podría haber sido "Duathlón con hostión" y me explico...
Esta vez voy a dejar mis impresiones sobre un tipo de competición como es un duatlón, en la que nunca había tomado parte de una forma individual, sí lo había hecho en el modo de competición por parejas participando en algunas de las carreras denominadas “Combis” que suele organizar por Madrid el club “Ñ Ultrafondo”.
En esta ocasión, e invitado por el Club de Montaña Pedrezuela y, defendiendo sus colores, he tomado parte en la primera edición del Duatlhón Cross Puerta de la Sierra que saliendo desde la localidad madrileña de Cotos de Monterrey, discurre por los pueblos de Venturada y Cabanillas de la Sierra. El Duathlón se reparte en los siguientes segmentos, primero se sale de Cotos de Monterrey desde donde hay que completar una vuelta corriendo a un circuito de cross de cinco kilómetros de longitud con un perfil exigente y algunos tramos técnicos, seguidamente se da paso a veinte kilómetros de caminos, alguna trialera, tramos de asfalto y otros de tierra a completar sobre bicicleta de montaña, en donde se pasa por los pueblos de Venturada y Cabanillas de la Sierra, tocando también en algún punto el término del municipio de Redueña, para finalmente y una vez de vuelta a Cotos terminar completando un circuito mixto de asfalto y caminos de tierra de dos kilómetros y medio de recorrido.
Como no podía ser de otro modo hasta allí me desplacé acompañado de mi inseparable cuñado Alejandro (con quien he tenido la gran suerte de completar recientemente el Camino de Santiago, pero esa es otra historia que cuando tenga un poco de tiempo contaré también por aquí). Quedamos en la puerta de mi casa a las ocho de la mañana y con el coche cargado con las dos bicis partimos rumbo a Cotos de Monterrey. El no ser asiduos en este tipo de eventos hace que pequemos de novatos en algunas cuestiones, además de no contar con unas bicicletas de “última generación” y preparadas para la competición, siendo dueños únicamente de unas simples bicicletas de montaña bastante normalitas para lo que se ve por ahí. Valga como ejemplo que la de mi cuñado tiene ya cerca de 10 años y con holguras por doquier, y la mía es una bicicleta marin que pasa también de la decena de años y que aunque bien conservada, lo cierto es que siempre tuvo problemas en el freno trasero, por lo que hay que saber llevarla…
El caso es que nos presentamos en el Polideportivo de Cotos de Monterrey bastante tempranito, lo que nos permitió recoger los dorsales sin aglomeraciones, aunque creo que en pruebas de este tipo no suele haberlas al estar limitadas a unos cientos de corredores. Una vez recogidos los dorsales damos una vuelta por la zona de salida donde comprobamos los preparativos de la misma, mención a parte merece en gran montón de leña de encina que se apila a escasos metros de la salida-meta, y que será el combustible para una estupenda caldereta con la que la organización, a través de la Asociación de Mujeres, nos obsequiará al final de la competición.
Una vez colocados los dorsales, tanto en la ropa como en las bicicletas, y una vez montadas éstas, nos dirigimos a la zona de boxes, donde pasado el control de los jueces las dejamos en la ubicación del número que se corresponde con el del dorsal.
Saludamos a Juan Agus, el presidente del Club de Montaña Pedrezuela y a otro tocayo también llamado Alejandro y que forma igualmente parte del mismo club. Juan Agus nos comenta que tiene problemas con el neumático de la rueda delantera, ya que ha montado un tube-less que no termina de ajustar bien con la llanta y se ha dado cuenta que tiene una pequeña fuga de aire, confía en que la misma sea lo suficientemente pequeña como para permitirle realizar la prueba sin muchas complicaciones.
El ambiente es magnífico, además de que la climatología no puede ser mejor para hacer deporte, el fresquito justo para comenzar la mañana, un sol radiante en el horizonte y ni un solo atisbo de viento o aire que pudiese empañar el día. Podemos observar a los numerosos participantes en la prueba en los momentos antes de la misma, como se afanan en montar las bicis, atletas de todo tipo, sexo y edades, maillots de infinidad de colores y representaciones, (me llamó mucho la atención por lo gracioso del nombre un club llamado “Masfinosqueunpepino” así como también pude ver otros con nombres como “Berrakodelosmontes” o nombres igual de singulares).
Tras una breve charla de la organización, y con una puntualidad británica, a las diez en punto comienza la prueba, y ya desde el primer metro se ve claro quienes van a disputar la misma ya que se forma un quinteto en cabeza que claramente se despega del resto. En mi caso, al no ser un corredor explosivo necesito de algún kilómetro para ir poco a poco entrando en carrera, y así me mantengo dentro de un grupito perseguidor corriendo a ritmo de crucero e intentando poco a poco ir entrando en carrera. No he comentado que llevaba desde el mismo día de Reyes sin calzarme unas zapatillas de deporte ya que tras la vuelta del Camino de Santiago he estado con muchos dolores que se me han reproducido de la lesión que llevo arrastrando en la parte baja de la espalda y que se me refleja en la cadera y pierna derecha, así que el estado de forma en esta prueba era pésimo, unido a la sensación de cansancio que arrastro desde hace ya varios meses.
El caso es que en los primeros kilómetros el ritmo de cabeza no es muy alto, pero yo lo acuso bastante y en las cuestas arribas incluso llego a respirar con dificultad, cuando a mí precisamente las cuestas han sido siempre lo que mas me han gustado de las carreras. Llegamos a una bajada muy pedregosa y pronunciada donde hay que andarse con mucho ojo de donde se pone el pie, a riesgo de pegarse un buen costalazo. En las zonas técnicas se me acercan y me rebasan algunos corredores, pero cuando el camino se abre soy yo quien da caza y adelanta a varios de ellos. Los primeros clasificados los llevo a escasos cincuenta metros por delante y con la sensación de que la distancia no aumenta.
Llegamos aun punto en el que el camino pasa a ser senda, y donde el perfil de la carrera se pone serio en una empinada cuesta arriba, desde abajo ya la voy acusando por lo que poco a poco voy bajando el ritmo y acortando el paso, intentado acompasar la respiración. Me cuesta bastante el superarla, pero extrañamente solo me han rebasado un par de corredores. Poco después llegamos nuevamente a la zona de boxes y una vez completados los cinco primeros kilómetros de carrera a pie, llega la hora de la primera transición, así que me coloco el casco, y rápidamente descuelgo la bici de su ubicación y saldo de la zona de mutación en un muy digno sexto puesto.
El pasar de correr a dar pedales no me supone ningún esfuerzo físico, ya que las piernas me responden bien a este tipo de cambios, otra cosa será luego pasar de la bici a la carrera, ya que en ese cambio si suele ser mas traumático. Sea como fuere el caso es que a estas alturas de carrera los corredores de cabeza siguen yendo unos cincuenta metros delante de mí, en la zona de boxes he adelantado a un par de corredores que han perdido algo mas de tiempo al cambiar las zapas de correr por las de la bici, yo tengo previsto hacer toda la carrera con las mismas.
Salimos de Cotos de Monterrey por una carretera de buen firme que una vez pasado el puente sobre la carretera de Burgos abandonamos por su lado derecho para tomar un camino pedregoso que desemboca en una bajada trialera y peligrosa, donde en las zonas de umbría permanece la tierra helada y patina bastante. La bajo con mucha precaución haciendo uso del único freno del que dispongo que es el delantero, intentando compensar esta situación desplazando todo el peso por detrás del sillin y adoptando algunas posturas un tanto circenses. Superado este punto ya veo mas lejos a los tres primeros clasificados, pero casi no levanto la vista del camino ya que sigue siendo bastante pedregoso y con algunas trampas de arena. Tras cruzar la carretera M-608, he perdido de vista a los tres primeros y sigo la estela del cuarto y el quinto, y así detrás e ellos nos dirigimos hacia Venturada que nos recibe con una buena cuesta. Es en este punto cuando se produce la “gran cagada” del día, y que a la postre me costaría el pódium en la categoría de Veteranos. Resulta que al llegar a la entrada del pueblo no está muy claro por donde debe seguir la carrera ya que no hay nadie indicándolo, así un agente de la Guardia Civil que está unos metros mas abajo nos hace señas con el brazo de que vayamos por la calle que está mas a nuestra derecha y así lo hacemos. Vamos por las calles de Venturada a buen ritmo, incluso hay gente que habiendo salido de sus casas nos está animando, seguimos las cintas que hay enganchadas en árboles, farolas, etc.. hasta que llegados a la iglesia del pueblo nos encontramos de morros con una de las motos de la organización que nos dice que vamos en sentido contrario, que hemos de dar la vuelta. ¿¿¿????. En ese momento no entiendo nada, solo sé que estamos parados delante de la iglesia, cada vez van llegando mas corredores detrás mía e incluso dos de los que iban por delante de mí aparecen de frente deshaciendo el camino que hasta hace unos segundos traíamos. Vistos en semejante embudo no queda mas remedio que dar media vuelta y volver sobre nuestros pasos. Volvemos sobre las calles de Venturada y ahora voy con un inmenso pelotón de bicicletas delante de mí, los últimos serán los primeros dice el refrán. Llegamos nuevamente al cruce origen del conflicto y nos sumamos a un interminable grupo de corredores que habiendo llegado hasta él y avisados ya de la encerrona de la que hemos sido objeto, han tomado el buen camino y lo ocupan literalmente de lado a lado. Por delante puedo comprobar una interminable fila de bicicletas de la que no veo la cabeza por lo que toca ponerse a remontar cuanto antes.
En el despiste organizativo estimo que he debido hacer en total unos dos kilómetros mas de los previstos, así que lejos de poder disputar la clasificación de veteranos en la que a buen seguro hubiese dado guerra, ahora mi único objetivo es remontar cuantos mas puestos mejor. En las zonas en las que se puede voy constantemente adelantando a bikers uno tras otro, pero cuando el camino se estrecha y no hay por donde pasar no me queda otra que “chupar rueda”. Esta será una constante durante toda la prueba en bicicleta, con algunos tramos duros, otros mas suaves y alguna cuesta que pierde su nombre por el de rampa.
La competición en bicicleta todavía me tendría reservada una sorpresa mas, ya que en mi afán por seguir avanzando posiciones y, un poco encabronado a decir verdad por el fallo organizativo, voy pedaleando con rabia y arriesgando mas de lo que suelo hacer, y mas de lo que debería, y es por ello por lo que en un tramo de carreterín con mucha grava suelta y repleto de curvas con algún paso para el ganado de los llamados “canadienses”, apuro demasiado la frenada en una curva y me pego el guantazo del día, saliendo despedido por encima del manillar de la bici, rodando algún metro por el suelo y yendo a parar sobre unas piedras donde hice tope con el casco. El susto ha sido morrocotudo, me levanto rápidamente y enseguida paran algunos corredores que me iban a la zaga, preocupados por la caída me preguntan si me encuentro bien, y a decir verdad lo cierto es que sí, a parte de una herida superficial en el codo, de haber roto el maillot , algunos rasguños y arañazos (alguno profundo) en la espalda, milagrosamente estoy bien, al igual que mi montura, así que una vez enderezados tanto el manillar como el desviador, engranada la cadena y sacudido el polvo, vuelvo de nuevo a montarme en la bici, ahora ya con mucha mas cautela y siendo consciente de que esto es simplemente un deporte y no me juego nada aquí, he estado a punto de romperme cuanto menos un brazo, o quien sabe si algo mas…
El resto del recorrido en bici lo hago ya sin esforzarme, únicamente manteniendo un ritmo uniforme pero sin arriesgar en absoluto. Llegamos al punto de la trialera que tuvimos que bajar helada y ahora la subo andando y comprobando como el paso de tantas bicicletas a dado paso a la transformación de la escarcha en barro. De aquí a la zona de boxes solo quedaba un tramo de camino pedregoso y la carretera de acceso a Cotos de Monterrey.
El paso de la bicicleta a correr, tal y como me temía me resulta incómodo, recojo un plátano en la zona de transición y poquito a poquito encaro el primer kilómetro, ascendente y por asfalto, de este último segmento de carrera a ritmo lento y masticando bien el plátano, todavía tendría tiempo de adelantar a algún corredor mas en este tramo antes de finalizar la misma en un tiempo de una hora y treinta y seis minutos, llegando en el puesto décimoséptimo y habiendo sido al final el sexto en completarla dentro de la categoría de veteranos.
Recojo una buena bolsa del corredor y tomándome una cervecita que con tan buen criterio nos obsequia la organización espero la llegada de mi cuñado, así como de mi otro tocayo y de Juan Agus.
Una vez todos juntos comentamos la carrera y comprobamos que ha habido mas gente que se ha perdido en diferentes puntos, al final esto quedará como una anécdota y prefiero quedarme solamente con lo bueno. Una organización con ganas de agradar (solo por esto se le perdona el fallo), con muchos servicios para los atletas, refrescos, fruta, chuches para los niños, cervecita fresca toda la que quisieras, dulces, queso, vino, y como colofón a tan estupendo día una gran caldereta.
Ha sido un día estupendo de deporte, y aunque lo he terminado dolorido y con alguna pequeña herida, lo cierto es que me ha gustado este tipo de competición y a buen seguro repetiré.
Salud para todos/as.
En esta ocasión, e invitado por el Club de Montaña Pedrezuela y, defendiendo sus colores, he tomado parte en la primera edición del Duatlhón Cross Puerta de la Sierra que saliendo desde la localidad madrileña de Cotos de Monterrey, discurre por los pueblos de Venturada y Cabanillas de la Sierra. El Duathlón se reparte en los siguientes segmentos, primero se sale de Cotos de Monterrey desde donde hay que completar una vuelta corriendo a un circuito de cross de cinco kilómetros de longitud con un perfil exigente y algunos tramos técnicos, seguidamente se da paso a veinte kilómetros de caminos, alguna trialera, tramos de asfalto y otros de tierra a completar sobre bicicleta de montaña, en donde se pasa por los pueblos de Venturada y Cabanillas de la Sierra, tocando también en algún punto el término del municipio de Redueña, para finalmente y una vez de vuelta a Cotos terminar completando un circuito mixto de asfalto y caminos de tierra de dos kilómetros y medio de recorrido.
Como no podía ser de otro modo hasta allí me desplacé acompañado de mi inseparable cuñado Alejandro (con quien he tenido la gran suerte de completar recientemente el Camino de Santiago, pero esa es otra historia que cuando tenga un poco de tiempo contaré también por aquí). Quedamos en la puerta de mi casa a las ocho de la mañana y con el coche cargado con las dos bicis partimos rumbo a Cotos de Monterrey. El no ser asiduos en este tipo de eventos hace que pequemos de novatos en algunas cuestiones, además de no contar con unas bicicletas de “última generación” y preparadas para la competición, siendo dueños únicamente de unas simples bicicletas de montaña bastante normalitas para lo que se ve por ahí. Valga como ejemplo que la de mi cuñado tiene ya cerca de 10 años y con holguras por doquier, y la mía es una bicicleta marin que pasa también de la decena de años y que aunque bien conservada, lo cierto es que siempre tuvo problemas en el freno trasero, por lo que hay que saber llevarla…
El caso es que nos presentamos en el Polideportivo de Cotos de Monterrey bastante tempranito, lo que nos permitió recoger los dorsales sin aglomeraciones, aunque creo que en pruebas de este tipo no suele haberlas al estar limitadas a unos cientos de corredores. Una vez recogidos los dorsales damos una vuelta por la zona de salida donde comprobamos los preparativos de la misma, mención a parte merece en gran montón de leña de encina que se apila a escasos metros de la salida-meta, y que será el combustible para una estupenda caldereta con la que la organización, a través de la Asociación de Mujeres, nos obsequiará al final de la competición.
Una vez colocados los dorsales, tanto en la ropa como en las bicicletas, y una vez montadas éstas, nos dirigimos a la zona de boxes, donde pasado el control de los jueces las dejamos en la ubicación del número que se corresponde con el del dorsal.
Saludamos a Juan Agus, el presidente del Club de Montaña Pedrezuela y a otro tocayo también llamado Alejandro y que forma igualmente parte del mismo club. Juan Agus nos comenta que tiene problemas con el neumático de la rueda delantera, ya que ha montado un tube-less que no termina de ajustar bien con la llanta y se ha dado cuenta que tiene una pequeña fuga de aire, confía en que la misma sea lo suficientemente pequeña como para permitirle realizar la prueba sin muchas complicaciones.
El ambiente es magnífico, además de que la climatología no puede ser mejor para hacer deporte, el fresquito justo para comenzar la mañana, un sol radiante en el horizonte y ni un solo atisbo de viento o aire que pudiese empañar el día. Podemos observar a los numerosos participantes en la prueba en los momentos antes de la misma, como se afanan en montar las bicis, atletas de todo tipo, sexo y edades, maillots de infinidad de colores y representaciones, (me llamó mucho la atención por lo gracioso del nombre un club llamado “Masfinosqueunpepino” así como también pude ver otros con nombres como “Berrakodelosmontes” o nombres igual de singulares).
Tras una breve charla de la organización, y con una puntualidad británica, a las diez en punto comienza la prueba, y ya desde el primer metro se ve claro quienes van a disputar la misma ya que se forma un quinteto en cabeza que claramente se despega del resto. En mi caso, al no ser un corredor explosivo necesito de algún kilómetro para ir poco a poco entrando en carrera, y así me mantengo dentro de un grupito perseguidor corriendo a ritmo de crucero e intentando poco a poco ir entrando en carrera. No he comentado que llevaba desde el mismo día de Reyes sin calzarme unas zapatillas de deporte ya que tras la vuelta del Camino de Santiago he estado con muchos dolores que se me han reproducido de la lesión que llevo arrastrando en la parte baja de la espalda y que se me refleja en la cadera y pierna derecha, así que el estado de forma en esta prueba era pésimo, unido a la sensación de cansancio que arrastro desde hace ya varios meses.
El caso es que en los primeros kilómetros el ritmo de cabeza no es muy alto, pero yo lo acuso bastante y en las cuestas arribas incluso llego a respirar con dificultad, cuando a mí precisamente las cuestas han sido siempre lo que mas me han gustado de las carreras. Llegamos a una bajada muy pedregosa y pronunciada donde hay que andarse con mucho ojo de donde se pone el pie, a riesgo de pegarse un buen costalazo. En las zonas técnicas se me acercan y me rebasan algunos corredores, pero cuando el camino se abre soy yo quien da caza y adelanta a varios de ellos. Los primeros clasificados los llevo a escasos cincuenta metros por delante y con la sensación de que la distancia no aumenta.
Llegamos aun punto en el que el camino pasa a ser senda, y donde el perfil de la carrera se pone serio en una empinada cuesta arriba, desde abajo ya la voy acusando por lo que poco a poco voy bajando el ritmo y acortando el paso, intentado acompasar la respiración. Me cuesta bastante el superarla, pero extrañamente solo me han rebasado un par de corredores. Poco después llegamos nuevamente a la zona de boxes y una vez completados los cinco primeros kilómetros de carrera a pie, llega la hora de la primera transición, así que me coloco el casco, y rápidamente descuelgo la bici de su ubicación y saldo de la zona de mutación en un muy digno sexto puesto.
El pasar de correr a dar pedales no me supone ningún esfuerzo físico, ya que las piernas me responden bien a este tipo de cambios, otra cosa será luego pasar de la bici a la carrera, ya que en ese cambio si suele ser mas traumático. Sea como fuere el caso es que a estas alturas de carrera los corredores de cabeza siguen yendo unos cincuenta metros delante de mí, en la zona de boxes he adelantado a un par de corredores que han perdido algo mas de tiempo al cambiar las zapas de correr por las de la bici, yo tengo previsto hacer toda la carrera con las mismas.
Salimos de Cotos de Monterrey por una carretera de buen firme que una vez pasado el puente sobre la carretera de Burgos abandonamos por su lado derecho para tomar un camino pedregoso que desemboca en una bajada trialera y peligrosa, donde en las zonas de umbría permanece la tierra helada y patina bastante. La bajo con mucha precaución haciendo uso del único freno del que dispongo que es el delantero, intentando compensar esta situación desplazando todo el peso por detrás del sillin y adoptando algunas posturas un tanto circenses. Superado este punto ya veo mas lejos a los tres primeros clasificados, pero casi no levanto la vista del camino ya que sigue siendo bastante pedregoso y con algunas trampas de arena. Tras cruzar la carretera M-608, he perdido de vista a los tres primeros y sigo la estela del cuarto y el quinto, y así detrás e ellos nos dirigimos hacia Venturada que nos recibe con una buena cuesta. Es en este punto cuando se produce la “gran cagada” del día, y que a la postre me costaría el pódium en la categoría de Veteranos. Resulta que al llegar a la entrada del pueblo no está muy claro por donde debe seguir la carrera ya que no hay nadie indicándolo, así un agente de la Guardia Civil que está unos metros mas abajo nos hace señas con el brazo de que vayamos por la calle que está mas a nuestra derecha y así lo hacemos. Vamos por las calles de Venturada a buen ritmo, incluso hay gente que habiendo salido de sus casas nos está animando, seguimos las cintas que hay enganchadas en árboles, farolas, etc.. hasta que llegados a la iglesia del pueblo nos encontramos de morros con una de las motos de la organización que nos dice que vamos en sentido contrario, que hemos de dar la vuelta. ¿¿¿????. En ese momento no entiendo nada, solo sé que estamos parados delante de la iglesia, cada vez van llegando mas corredores detrás mía e incluso dos de los que iban por delante de mí aparecen de frente deshaciendo el camino que hasta hace unos segundos traíamos. Vistos en semejante embudo no queda mas remedio que dar media vuelta y volver sobre nuestros pasos. Volvemos sobre las calles de Venturada y ahora voy con un inmenso pelotón de bicicletas delante de mí, los últimos serán los primeros dice el refrán. Llegamos nuevamente al cruce origen del conflicto y nos sumamos a un interminable grupo de corredores que habiendo llegado hasta él y avisados ya de la encerrona de la que hemos sido objeto, han tomado el buen camino y lo ocupan literalmente de lado a lado. Por delante puedo comprobar una interminable fila de bicicletas de la que no veo la cabeza por lo que toca ponerse a remontar cuanto antes.
En el despiste organizativo estimo que he debido hacer en total unos dos kilómetros mas de los previstos, así que lejos de poder disputar la clasificación de veteranos en la que a buen seguro hubiese dado guerra, ahora mi único objetivo es remontar cuantos mas puestos mejor. En las zonas en las que se puede voy constantemente adelantando a bikers uno tras otro, pero cuando el camino se estrecha y no hay por donde pasar no me queda otra que “chupar rueda”. Esta será una constante durante toda la prueba en bicicleta, con algunos tramos duros, otros mas suaves y alguna cuesta que pierde su nombre por el de rampa.
La competición en bicicleta todavía me tendría reservada una sorpresa mas, ya que en mi afán por seguir avanzando posiciones y, un poco encabronado a decir verdad por el fallo organizativo, voy pedaleando con rabia y arriesgando mas de lo que suelo hacer, y mas de lo que debería, y es por ello por lo que en un tramo de carreterín con mucha grava suelta y repleto de curvas con algún paso para el ganado de los llamados “canadienses”, apuro demasiado la frenada en una curva y me pego el guantazo del día, saliendo despedido por encima del manillar de la bici, rodando algún metro por el suelo y yendo a parar sobre unas piedras donde hice tope con el casco. El susto ha sido morrocotudo, me levanto rápidamente y enseguida paran algunos corredores que me iban a la zaga, preocupados por la caída me preguntan si me encuentro bien, y a decir verdad lo cierto es que sí, a parte de una herida superficial en el codo, de haber roto el maillot , algunos rasguños y arañazos (alguno profundo) en la espalda, milagrosamente estoy bien, al igual que mi montura, así que una vez enderezados tanto el manillar como el desviador, engranada la cadena y sacudido el polvo, vuelvo de nuevo a montarme en la bici, ahora ya con mucha mas cautela y siendo consciente de que esto es simplemente un deporte y no me juego nada aquí, he estado a punto de romperme cuanto menos un brazo, o quien sabe si algo mas…
El resto del recorrido en bici lo hago ya sin esforzarme, únicamente manteniendo un ritmo uniforme pero sin arriesgar en absoluto. Llegamos al punto de la trialera que tuvimos que bajar helada y ahora la subo andando y comprobando como el paso de tantas bicicletas a dado paso a la transformación de la escarcha en barro. De aquí a la zona de boxes solo quedaba un tramo de camino pedregoso y la carretera de acceso a Cotos de Monterrey.
El paso de la bicicleta a correr, tal y como me temía me resulta incómodo, recojo un plátano en la zona de transición y poquito a poquito encaro el primer kilómetro, ascendente y por asfalto, de este último segmento de carrera a ritmo lento y masticando bien el plátano, todavía tendría tiempo de adelantar a algún corredor mas en este tramo antes de finalizar la misma en un tiempo de una hora y treinta y seis minutos, llegando en el puesto décimoséptimo y habiendo sido al final el sexto en completarla dentro de la categoría de veteranos.
Recojo una buena bolsa del corredor y tomándome una cervecita que con tan buen criterio nos obsequia la organización espero la llegada de mi cuñado, así como de mi otro tocayo y de Juan Agus.
Una vez todos juntos comentamos la carrera y comprobamos que ha habido mas gente que se ha perdido en diferentes puntos, al final esto quedará como una anécdota y prefiero quedarme solamente con lo bueno. Una organización con ganas de agradar (solo por esto se le perdona el fallo), con muchos servicios para los atletas, refrescos, fruta, chuches para los niños, cervecita fresca toda la que quisieras, dulces, queso, vino, y como colofón a tan estupendo día una gran caldereta.
Ha sido un día estupendo de deporte, y aunque lo he terminado dolorido y con alguna pequeña herida, lo cierto es que me ha gustado este tipo de competición y a buen seguro repetiré.
Salud para todos/as.
3 comentarios:
Felicidades, no está nada mal la carrera que hiciste después del tremendo trompazo.
Un saludo.
Veo que estás últimamente probando muchas cosas nueva, tipo crosses, más montaña, ahora duatlon-cross, a ver si vas a empezar a odiar el asfalto.
Salu2, y cuidadito con esas caídas.
Manuel:
Gracias por la felicitación, tienes razón que la carrera, a pesar de la leche, se me dió bastante bien.
Yonhey:
Efectivamente estoy en una etapa que me gusta probar con la montaña, y cambiar un poco el chip de tanto asfalto, creo que me va a venir bien, de momento las carreras "urbanas" las tengo descartadas, me falta motivación y las lesiones no acompañan tampoco.
Un saludo.
Alex.
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