martes, 15 de enero de 2008

San Silvestre Vallecana 2007


Amanece el último día de este año 2007 y, ya de buena mañana, se percibe que la noche será climatológicamente fresca. El día transcurre con ese gusanillo en el estómago que me suele acompañar cuando tengo previsto participar en uno de los que yo considero grandes eventos.
Hago una comida ligerita para no sentirme pesado durante la carrera, a la vez que para hacer suficiente hueco en el estómago intuyendo la que se me avecina en la cena de Nochevieja. Repaso mentalmente que todo el material esté en orden y me despido de mi familia hasta después de la carrera.
He quedado con mi cuñado Alejandro en el andén del metro de la estación de Torre Arias, allí puntual como un reloj me espera a la hora prevista y juntos dirigimos nuestro rumbo hacia estadio Santiago Bernabéu, punto de partida de esta edición 2007.
A medida que el suburbano nos acerca al recinto comprobamos que vamos a llegar con bastante adelanto, y decidimos no realizar el último trasbordo de línea y dirigirnos andando hacia el coliseo. Efectivamente confirmamos las primeras impresiones que la mañana nos mostró y las calles madrileñas nos reciben con un ambiente gélido, y eso que todavía no nos hemos despojado de la ropa de abrigo, no obstante estamos aún sin el “traje de faena”.

Hemos quedado con otros dos buenos amigos en el punto donde se encuentran ubicados los furgones que hacen las labores de guardarropa, allí nos reunimos con David y Javi, al tiempo que aprovechamos también para saludar a otro par de compañeros foreros de la web http://www.carreraspopulares.com/ y que por allí se encuentran, respondiendo a los alias de “Literman” y “Krismaran” y quienes también serán partícipes de esta edición internacional. Tras una pequeña odisea para poder entregar las mochilas y bolsas en los citados furgones, procedemos, en los instantes precedentes a la salida de la prueba, a calentar al máximo posible los músculos que han de adquirir el papel protagonista en la carrera y que, a buen seguro, serán los encargados de transportar al resto de cuerpo, mente y alma hasta el barrio de Vallecas.

Quedan apenas diez minutos para el disparo que marca la salida y estimamos que ha llegado el momento de ir tomando posiciones entre el resto de corredores de la prueba. Mis tres buenos amigos y acompañantes se quedan algo mas rezagados entre el gran grupo y en mi caso, al haberme adjudicado la organización un número de dorsal sub-élite, me permito el lujazo de todavía poder seguir calentando justo detrás de los considerados primeros espadas de la carrera. Así puedo tomar posiciones a escasos metros de Chema Martínez, Juan Carlos de la Ossa, Jesús España, Marta Domínguez, etc...., está claro que esta carrera para mí personalmente es un regalo de navidad que me permite correr, al menos durante unos pequeños instantes, junto a atletas de primer nivel.

Por megafonía se anuncia que restan apenas dos minutos para comenzar a dar zancadas, y los nervios y la tensión, fundidos con la música a toda mecha los percibo por cada uno de mis cinco sentidos, tengo en alerta a cada uno de ellos y los pongo a todos a trabajar al límite, así mis ojos me muestran la magnitud del evento aunando el colorido de luces y flashes, mi olfato tiene trabajo extra al percibir unidos olores de todo tipo, ya sean de ungüentos tipo reflex utilizados por los atletas, como del propio sudor exudado por cada uno de los poros de la piel de los centenares de personas apiñados codo con codo y piel junto a piel. Este contacto cuerpo a cuerpo con los corredores que tengo al lado es el que me indica que mi sentido del tacto también está alerta, al igual que el del oído que transporta a lo mas hondo de mi cerebro la música que, a escasos metros, suena a todo volumen y pone en todos nosotros ese puntito extra de motivación.
Suena el pistoletazo de salida y los primeros metros se convierten en un auténtico sprint, la gente sale muy nerviosa intentando posicionarse y esto produce momentos algo peligrosos, de hecho antes del giro a la derecha para encauzar la calle Serrano, justo detrás de mi tropieza y cae un corredor al suelo. En los primeros kilómetros me encuentro inmerso en el grupo en el que también va la campeona Marta Domínguez, no he mirado el crono al paso de un par de kilómetros pero la impresión que tengo es que vamos demasiado rápido. La carrera va lanzada y en esta primera parte solo debería concentrarme en respirar y cuidar mucho de donde pongo los pies, ya que al ir en grupo resultaría fácil dar un traspiés e irme al suelo, por lo que apenas tengo tiempo de ver los carteles que indican los pasos kilométricos, bastante tengo con fijarme donde pongo los pies. Bajamos Serrano en un plis-plas, sin apenas público, pero no importa demasiado, ya que donde realmente vamos a necesitar sus ánimos será en la parte final de la carrera, y allí estoy convencido que Vallecas, como siempre, no nos va a defraudar

Al paso por la Puerta de Alcalá ya me he descolgado del grupo de Marta, aunque los llevo delante a apenas veinte metros. Creo que es mejor mantener mi ritmo y no forzarme ya que al final nos esperan dos kilómetros exigentes, así pues, voy haciendo “la goma” con el grupito que va delante, a veces me acerco y a veces se alejan, esta situación será ya una constante durante lo que resta de carrera. La bajada hasta Cibeles es para deleitarse y quedarse embobado, en parte porque es una cuesta abajo pronunciada, y en parte además por las luces navideñas que adornan la calle y que le dan ese toque mágico que impregna las noches “San Silvestreñas”.
Al culminar el Paseo del Prado, al paso por Atocha, ya comienza a notarse el ambiente mas cálido, a ello contribuye que, con el paso de los kilómetros, el cuerpo ha ido progresivamente adquiriendo temperatura, así como que el público empieza a hacerse ya notar y nos hacen llegar sus ánimos con aplausos y palabras de apoyo.
La animación del público no nos abandonará ya en ningún momento, es mas, a cada zancada que damos aumenta exponencialmente el número de personas y aplausos, así da gusto correr.
Pasamos el kilómetro seis en la Avenida de Barcelona y sigo con la referencia visual del grupito que me precede, de vez en cuando paso a algún atleta que a estas alturas se ha descolgado de posiciones mas adelantadas de la prueba, así como también a mi me pasa algún que otro “galgo”, al que por un momento me engancho y hago junto a él unos cientos de metros. Abandonamos una avenida y devoramos los primeros metros de otra, hemos cambiado la de Barcelona por la de la Albufera, ésta última abarrotada de un gentío que nos hace estrecharnos hasta el punto de colocarnos en fila de a uno. Es impresionante, manos de niños buscando el contacto con las nuestras por aquí, voces de aliento por allá y aplausos por todas partes. Correr entre todos ellos es una sensación que hay que experimentarla en primera persona para poder saber lo que significa, creo que hay pocas cosas comparables, si acaso el cruzar la meta en un maratón podría ser algo parecido, en ambos casos tengo la impresión que debajo de mi piel ejércitos de pequeñas hormiguitas recorren cada centímetro de mi cuerpo, desatando un río de escalofríos que cruzan mi espalda alcanzando lo mas profundo de mi cerebro. Es una sensación ya experimentada en ediciones anteriores pero no por conocida menos excitante. Esto es Vallecas en estado puro. Callejeamos por sus estrechas vías y no hay un solo metro sin ocupar a ambos lados de la calzada, hace rato que empezó la fiesta de la espuma y como casi siempre algo me ha tocado, llevo parte del pecho y las piernas con “decoración navideña”. Ahora el suelo está resbaladizo pero no importa, las cuestas comienzan a hacer estragos en las piernas pero no importa, siento que me resulta mas difícil de lo normal el respirar pero no importa, ahora nada importa, lo único realmente importante es que estoy en el último kilómetro, la gente no para de gritar, jalear y aplaudir, me hacen sentirme realmente protagonista, son ellos los que literalmente me colocan el las puertas del estadio que me recibe como a una gran estrella, me muestra sus mejores galas y se presenta ante mí con una gran alfombra roja que, como si de un gran actor de cine se tratara, me conduce los metros finales hasta la línea de meta. A mi paso por debajo del arco de llegada se detiene el cronómetro en unos sufridos 32 minutos y 54 segundos, estoy muy contento ya que ha sido una buena marca, pero mas aún porque he disfrutado cada metro de esta carrera, he corrido de nuevo junto a buenos amigos y las lesiones parece que me quieren olvidar.
Espero a mis tres amigos y compañeros de fatigas, recogemos las mochilas y nos vamos a despedir el año como se merece, apenas nos queda tiempo para llegar a casa, ducharnos, una excelente cena con postre de doce uvas y un brindis por el año nuevo.

A partir de ahora toca dejar un poco de lado la velocidad y hacer mas esfuerzo en la resistencia, ya que me espera el Maratón de Sevilla a la vuelta de la esquina, pero antes aún quedan otras carreras, aunque esas son ya otras historias....

Salud.

No hay comentarios: