jueves, 28 de febrero de 2013

SAN SILVESTRE VICALVAREÑA 2012



Sin tiempo para descansar y después de haber completado en el día de ayer la San Silvestre celebrada en el pueblo madrileño de Pedrezuela, en la cual tuve que completar dieciocho kilómetros, la mayoría de ellos por montaña, hoy día treinta y uno de diciembre toca nuevamente competir, y de nuevo en otra San Silvestre, esta vez en la de Vicálvaro.

Al igual que en años anteriores, hasta Vicálvaro me desplazo en compañía de mi cuñado Alejandro, además de mis dos hijos, mi hermana y mi sobrino Javi. Aparcamos el coche en un descampado cerca del Polideportivo y vamos hasta él al encuentro de mi otro cuñado Pablo, que es quien ha gestionado todo el tema de los dorsales. Pablo, junto con mis otros sobrinos y mi cuñada Inma, tarda un poco en aparecer y ello hace que cuando vayamos a recoger los dorsales ya las colas para retirarlos sean considerables, por lo que tenemos que esperar pacientemente para poder hacerlo.

Una vez recogidos los dorsales, nos dirigimos Alejandro y yo de nuevo al coche para cambiarnos de ropa y vestirnos “de corto”, como quiera que todavía es bastante pronto, decidimos tomarnos un café calentito en un bar que hay justo en frente. Aunque son las primeras horas de la mañana, en el bar ya se puede respirar cierto aire de fin de año, con algunos de los clientes ataviados con prendas navideñas propias de estas fechas. Con el café calentito dentro de nuestros cuerpos ahora sí nos cambiamos y nos dirigimos nuevamente al Polideportivo, donde escasos minutos después y arropados por los ánimos de nuestras familias damos comienzo a la prueba.


No me he situado muy delante, sino en tercera o cuarta fila, por lo que la salida la hago bastante tranquilo por el Paseo del Polideportivo, voy buscando un sitio para correr cómodo, pero ya y desde el primer metro siento que las piernas hoy no me van a responder, el esfuerzo de ayer me va a pasar seguro factura y así las noto como auténticas piedras en estos primeros compases de la carrera. El giro de noventa grados para afrontar la calle Vereda del Pinar lo realizo por encima de la acera ya que literalmente no tengo espacio en la calzada por el gran numero de corredores que en este tramo vamos agolpados.

Nuevo giro a la derecha, ahora para abordar la calle Villablanca y continúo buscando mejores sensaciones e intentando progresar dentro del gran grupo. En los inicios del Paseo de los Artilleros ya la carrera se va abriendo progresivamente y encuentro mas huecos por donde correr, así voy adelantando a algunos corredores que me anteceden al paso por la calle Villardondiego y ya en los dominios de la Universidad Rey Juan Carlos (si, si, el de los elefantes).

Al llegar a la estación de Metro que lleva el mismo nombre de la localidad donde estamos corriendo, giramos a la izquierda animados por el numeroso público que en este punto se congrega y enfilamos la larga calle de San Cipriano, con un perfil mas llano y que incluso termina tornándose en bajada en sus postrimerías. Durante todo ese tramo intento buscar un ritmo que me permita guardar la posición que en este momento llevo y al mismo tiempo reservar fuerzas para la cuesta que me espera un poco mas adelante y sobre todo para poder completar con garantías la segunda de las vueltas al trazado de esta competición.

Me uno a un pequeño grupito con dos corredores con muy buena planta y vestidos ambos de color verde e intento mantenerme con ellos, aunque a duras penas lo consigo ya que definitivamente las piernas acusan el esfuerzo de ayer y el ácido láctico acumulado me recuerda a cada zancada que hoy no va a ser el mejor día para exigirme el mejor de mis esfuerzos.

Culminada ya la calle del santo, el recorrido gira a la derecha noventa grados para en una pronunciada bajada descender por la avenida del Gran Este, para unos metros después, y tras un brusco giro de ciento ochenta grados, volver sobre nuestros pasos pero ahora en dura subida que hace que las pulsaciones se disparen y el corazón parezca querer salirse del pecho. En este, corto pero duro, tramo de subida, se me escapan unos metros los corredores con los que voy compartiendo grupito, pero enseguida cuando el perfil vuelve a ponerse llano en la calle Villablanca, contacto nuevamente con ellos.

Ahora se nos presenta por delante una calle infinita y salpicada de rotondas, así como también de público, ya que es el tramo donde parecen agruparse mas espectadores. Marchamos un grupito de unos cuatro o cinco corredores y a ritmo constante vamos alcanzando a algunos de los corredores que en solitario desfilan por delante nuestro.

En esta calle recibo los ánimos de toda la familia que allí se encuentra apostada, y cruzo las manos con los mas pequeños que ilusionadamente me la ofrecen. Una vez completada la misma empiezo el que será el segundo giro al mismo recorrido, pero ahora ya buscando la línea de meta.

En el segundo paso por el tramo de Paseo de los Artilleros y calle Villardondiego, me encuentro un poco mas cómodo, (dentro de la rigidez con la que voy corriendo hoy), y ello me permite separarme un poco del grupo y tomar unos cuantos metros de ventaja, metros que mantengo durante toda la segunda pasada por la calle San Cipriano, e incluso en el tramo de la bajada por Gran Este, no así al encarar la subida, ya que aquí las pulsaciones de nuevo noto que se me disparan y algunos, no todos, de los que vienen por detrás consiguen alcanzarme.

Ahora noto ya descaradamente un bajón físico bastante importante, así que mi cuerpo es el que marca actualmente el ritmo, y éste está muy lejos de ser el que desea mi cabeza. Completo con bastante esfuerzo el tramo de subida y tras unos cuantos metros que me doy de tregua para recobrar el aliento, intento acelerar un poco la carrera para completar el último kilómetro lo mas dignamente posible.

Nuestro cuerpo a veces es una gran caja de sorpresas y en algunas ocasiones, cada vez menos, nos maravilla con alguna alegría. Digo esto porque cuando todo apuntaba a que iba a tener que arrastrarme por un último kilómetro agónico, de repente consigo hacer un cambio de ritmo que no esperaba, la respiración consigo llevarla un poco mas controlada y con zancadas mas ágiles todavía consigo volver a separarme del par de corredores que me alcanzaron, e incluso en los últimos metros rebasar a alguno mas.

Llego a meta bastante fundido, teniendo en cuenta que han sido únicamente algo mas de ocho kilómetros, pero contento de haberla completado un año mas. El tiempo ha sido el peor de todos los años en los que llevo participando, pero esto es ley de vida, también soy un año mas viejo.



Tras pasar el arco de meta recojo la bolsa del corredor y saludo al vencedor de la prueba, el gran Roberto Alvarez, un humilde y magnífico corredor y una de esas buenas personas que tanta falta hacen en esta sociedad. Saludo igualmente a algún par de conocidos mas y espero la llegada de mis dos cuñados. El primero en hacerlo, y bastante contento por cierto, es Alejandro,

quien me indica después de recoger su bolsa que nos faltan las camisetas, ya que por lo visto teníamos que haberlas recogido al mismo tiempo que el dorsal. Enseguida uno de los miembros de la organización, Ramón para mas señas, un tío muy majo e igualmente fantástico corredor también, se ofrece para resolvernos este problemilla, y así lo hace entregándonos, no sólo nuestras dos camisetas, sino también la de mi cuñado Pablo, así da gusto, con organizaciones como ésta no me extraña que la gente sea fiel año tras año y el número de participantes sea cada vez mayor.



Una vez todos juntos, cuando Pablo ha completado también su carrera, aprovecharíamos para pasar un buen rato agradable en familia antes de proceder a despedir el año.

Salud para todos/as

viernes, 22 de febrero de 2013

SAN SILVESTRE PEDREZUELA 2012




Con mucho, mucho retraso me pongo manos a la obra para dejar la crónica de la pasada San Silvestre de Pedrezuela que se celebró el ya prehistórico 30 de diciembre del 2012. De un tiempo a esta parte me cuesta horrores el sentarme a escribir las crónicas de las competiciones, casi tanto como el colocarme un dorsal, será cosa de la edad…. En fin, aunque a toro muy pasado, como dice el refrán: mas vale tarde que nunca.

Esta competición se trataba de una prueba de tipo trail o montaña, que sin llegar a alcanzar una altitud elevada, conllevaba una cierta dificultad por el tipo de terreno por el que discurría, como por el desnivel que acumulaba.

El recorrido de casi 19 km, se componía principalmente de pistas y senderos con continuos ascensos y descensos y variedad de terrenos y pendientes.

Algunas semanas antes de la celebración de la prueba, mi amigo Juan Agus, del Club de Montaña Pedrezuela, (club al que represento últimamente en algunas competiciones y que formaba parte activa de su organización http://cmpedrezuela.com/ ) me informó de la celebración de esta carrera, y conociendo las ganas que a buen seguro pondrían en su organización sería un pecado no haber participado. Así el día de su celebración, acompañado por mi cuñado Alejandro nos presentamos con bastante antelación en las inmediaciones del Polideportivo de Pedrezuela, donde aparcamos sin problemas el coche de mi cuñado y, después de recoger rápidamente los dorsales y saludar a nuestro amigo Alejandro, (si otro tocayo mas), tranquilamente nos marchamos a buscar un bar para tomar un café. Misión ésta que nos supuso algo mas esfuerzo del que creíamos al estar casi todos cerrados a estas horas tan tempranas. El día ha amanecido frío y algo desapacible, por lo que vamos bien abrigados caminando por las entrañas de Pedrezuela a la caza del café.

Al final conseguimos localizar un bar abierto en la calle principal, donde rodeados de bastantes cazadores logramos tomarnos unos cafés bien calentitos acompañados de alguna porra recién hecha. Allí mismo puedo saludar a Jose Luis (Yonhey, en el foro de www.carreraspopulares.com ) quien no se pierde una buena carrera.

De vuelta a la zona del polideportivo, donde dará comienzo y final la carrera, ya notamos la afluencia de muchos mas corredores, y las calles comienzan a estar en ebullición. Saludamos a algunos amigos mas, también a Juan Agus, quien hoy no correrá ya que se dedica a labores organizativas, y quien nos indica que haciendo un último reconocimiento del circuito se le ha salido una rueda del quad y casi no llega a tiempo para los últimos preparativos de la salida.


A las nueve y media en punto se da la salida neutralizada por las calles del pueblo, si neutralizada, algo de lo que me enteré después, cuando tras unos cientos de metros, al abandonar las calles asfaltadas y comenzar a correr por un camino de tierra, estaban de nuevo los organizadores, bocina en mano indicando que de manera oficial comenzaba la carrera.

Para no variar, y como de costumbre, salgo muy, muy tranquilo buscando sensaciones, y así me encuentro en la zona media del pelotón. Abandonamos Pedrezuela por un camino de tierra que pica hacia arriba, y desde el que puedo ver como por delante llevo un sinfín de corredores, y donde los primeros atletas ya van imponiendo su ley, destacándose ya de una manera ostensible del resto de mortales.

El camino nos conduce por lomas en continuos ascensos y descensos, donde poco a poco voy adelantando a muchos corredores. Se nota que estoy fuera de mi medio natural que es el asfalto, aquí no se puede ir a un ritmo uniforme, ya que el ritmo lo impone el terreno, a veces quebrado, a veces resbaladizo, a veces pedregoso, y las menos llano y suave que es donde aprovecho para progresar algunos puestos.

 

Llegamos a un primer paso por la zona más exigente y técnica, que es el paso por el cañón del Río Guadalix. Comenzamos una bajada muy técnica hasta el río, salpicada de troncos y raíces, donde hay que poner los cinco sentidos para no dar con los huesos en el suelo. Una vez llegados al río, hay que atravesar éste saltando por unas pequeñas, e inestables piedras que hay colocadas estratégicamente en él. Nada mas apoyar mi pie en la primera de ellas me resbalo e introduzco la pierna hasta casi la rodilla dentro del agua, al intentar sacarla me desequilibro y meto la otra pierna también, resultado: los dos pies calados y calcetines y zapatillas empapados de agua. Hala, no llevo ni dos kilómetros y ya he comprobado en mis carnes lo fría que está el agua del río Guadalix, en fin, no me queda otra que seguir corriendo y esperar que las zapatillas poco a poco se vayan secando, tarea bastante complicada ya que la mañana es muy húmeda, hace frío e incluso parece que algunas brumas que llegan del pantano se quieren sumar a la fiesta.

Nada mas vadear el río comenzamos una dura rampa de subida a la que no le veo el fin, tanto es así, que después de haberla comenzado corriendo, poco a poco he tenido que ir bajando el ritmo hasta tal punto que la tengo que terminar andando. Está claro que estas carreras no son mi fuerte, y aquí me adelantan un montón de corredores mas acostumbrados a este tipo de competiciones, como lo es Fernando, un compañero de trabajo de mi cuñado que me da alcance y con quien correré codo con codo a partir de ahora. Cuando llegamos al alto y tras un pequeño espejismo de falso llano, encontramos en el kilómetro cuatro el primero de los puntos de avituallamiento líquido. Tras el volvemos a encarar una bajada muy técnica que nos conduce a otro cañón cercano al embalse de Pedrezuela, al que nos dirigimos tras hacer un giro de noventa grados a la derecha y tomar un camino con algo de mejor firme.

Las vistas del pantano, según me comenta Fernando, serían estupendas si no fuese por la niebla que nos acompaña. En este punto hemos formado un grupito de unos seis o siete corredores y del que, a relevos, vamos tirando Fer y yo. La alegría del buen firme del camino, al igual que en la casa del pobre dura poco, ya que la organización nos tiene reservado un giro a la izquierda para encarar una durísima subida trialera que nos hace ponernos en fila de a uno y que nos llevará bastantes minutos superarla. En cabeza va Fer, quien conocedor de esta zona, ya que reside en Pedrezuela, nos va indicando por donde debemos ir, y es muy de agradecer ya que en este tramo es facilísimo perderso. Incluso Fer se despista en un punto concreto y tenemos que pararnos todos y volver sobre nuestros pasos para buscar el recorrido correcto.

Resoplando por los cuatro costados conseguimos culminar esta subida infernal y tras un efímero llano toca bajar nuevamente, no sin antes salvar un punto de control de paso que tiene instalado la organización poco después del séptimo kilómetro.

 

Tras la pronunciada bajada ahora tocar correr por una zona de toboganes y falsos llanos en la parte baja de un valle donde el piso ahora es una senda estrecha en donde en algunos de sus tramos se encuentra semi-cubierta de hierbas mojadas con el rocío de la mañana, que hacen muy, muy fácil sufrir un resbalón.

Así, en compañía de Fer y algún corredor mas, nos plantamos en el kilómetro ocho, donde encontramos otro punto de avituallamiento, esta vez con algún sólido que se suma a la bebida. Tras él, nuevo giro de noventa grados a la derecha para encarar, como no, otra cuesta infinita. Esta vez se trata de una ascensión con menos pendiente y mejor firme, pero mucho, mucho mas larga, que hace que en algunos tramos incluso vaya haciendo la goma y me descuelgue del resto de compañeros. Hay tramos que pierdo contacto, en otros, vuelvo a conectar e incluso me pongo en cabeza del grupito, para luego volverme a descolgar de nuevo, y así durante bastantes cientos de metros.

Una vez superada la durísima subida, continuamos por el mismo camino pero ya con un perfil mucho mas favorable. En este punto Fer me indica que tengo por delante un tramo bastante largo donde el estado del camino, con buen firme, y el perfil del mismo, casi todo llano e incluso en bajada, me puede permitir correr con mas soltura e incrementar el ritmo si quiero. Al principio soy un poco reacio, ya que la subida me ha dejado sin aliento, pero a medida que van pasando los metros, y voy comprobando que el camino está realmente bien, el perfil ha decidido darnos una tregua y se torna mas benigno, cuando consigo estabilizar mi respiración decido poner un ritmo mas vivo y aprovechar este tramo para marcar alguna diferencia. Enseguida el grupo de pone en fila de a uno, y no pasan ni cien metros cuando ya me despego de todos ellos y empiezo a correr en solitario, ahora si me encuentro a gusto y he encontrado mi ritmo de carrera. Cada vez mas mis zancadas son mas amplias y con mayor frecuencia, eso me anima y junto con una respiración mas pausada me hace crecerme hasta tal punto que incluso voy dando caza a algunos corredores a los que ni siquiera veía hace tan solo unos minutos. Llevo un ritmo realmente endiablado que hace que esté recuperando, en parte, el terreno perdido hasta ahora.

Tras un par de vertiginosos kilómetros, donde he alcanzado a unos cuantos corredores que me precedían, y después de una larga bajada por un estupendo camino, llego al siguiente avituallamiento que está en el kilómetro doce de la prueba, a partir de aquí se acaba lo bueno, y con ello me refiero a los buenos caminos y al perfil favorable. Ahora el trazado pasa por una estrecha senda encajonada en el fondo del valle, con algo de barro y algo resbaladiza. Esto hace que alguno de los corredores a los que acabo de adelantar, y mas fogueados en este tipo de terrenos, me den de nuevo alcance y formemos un cuarteto que por momentos es quinteto y por momentos trío.

Así entre adelantamientos, resbalones y alguna caída de algún compañero de viaje, llegamos al siguiente punto de control situado cerca del kilómetro trece, donde giramos a nuestra derecha para abandonar la senda que traemos y comenzar, como no, otra dura subida que desemboca en un buen camino que bordea la localidad de Corepo. Es un buen camino salpicado de sube-bajas, donde vuelvo a imponer mi mejor ritmo de crucero y vuelvo a destacarme de mis compañeros, camino que poco después abandono por su izquierda para iniciar el paso por la zona de las dehesas. Este tramo de dehesas, aparentemente llano, sería propicio para seguir manteniendo un ritmo vivo de carrera, si no fuese porque la niebla en este punto es bastante cerrada, y el sendero por el que corro a veces parece desaparecer, por lo que casi debo preocuparme mas por orientarme bien siguiendo las pequeñas banderitas clavadas en la tierra, que por incrementar el ritmo. Tanto es así, que al final del tramo se encuentra de frente un todo terreno de la organización con todas sus luces encendidas para orientar a los corredores hacia la zona donde debemos dirigirnos, es realmente fácil perderse en este punto.

Superado este tramo, llego al último punto de avituallamiento situado en el kilómetro quince, y tras el cual comienza otra dura zona técnica, ésta vez se trata de una bajada trialera, donde en tramos desaparece el trazado y hay que hacerlo por mitad del campo, y donde, nuevamente, algún corredor al que había dejado atrás vuelve a darme alcance. Este tramo nos conduce otra vez al cauce del río Guadalix, por donde en uno de sus márgenes corremos durante algunos cientos de metros sorteando raíces, troncos, árboles, matorrales e incluso alguna zarza, para terminar cruzándolo de una rivera a la otra por encima de un estrecho y resbaladizo tronco. Esta vez, y ya escarmentado del baño anterior, me lo tomo con muchísima mas calma, compruebo que por detrás están a punto de alcanzarme un par de corredores, así que decido dejarles que pasen primero ellos y yo lo haré a continuación. Así lo hago, y con mucha, mucha cautela cruzo el río por encima del tronco y agarrándome a una pequeña maroma que la organización a atado a un par de árboles a ambos lados del cauce.

Tras atravesar el río, como no podía ser de otra forma, toca de nuevo subir.



Así lo hacemos por un pequeño sendero donde los ánimos de algunas personas nos hacen intuir la cercanía de las primeras casas de Pedrezuela. Así es, y unos cientos de metros después ya volvemos a pisar nuevamente el asfalto de sus calles. Llegados a este punto pensaba que nuevamente mi ritmo en asfalto iba a descolgar al par de corredores que me vienen acompañando desde que vadeáramos el río, pero no es así, cuando decido incrementar el ritmo compruebo que mis piernas ya no responden y “pólvora” está mojada. Tanto es así, que únicamente consigo dejar atrás a uno de ellos y bastante hago con no descolgarme del otro quien ha decido realizar un ataque final.

Todavía nos queda por delante completar el paso por algunas calles de Pedrezuela, y donde en cada uno de sus cruces los voluntarios nos indican que no nos queda nada para terminar, pero a mí se me está haciendo muy largo y no le veo el fin. Intento dar respuesta a cada cambio del corredor que me acompaña, pero cada vez me resulta mas complicado, así llegamos a la calle paralela que da acceso a los terrenos del polideportivo, donde se encuentra el arco de meta y en donde ambos vamos lanzados buscando nuestro mejor sprint. Esta vez mis piernas no van mas, no consigo encontrar ese cambio que me permita dar un acelerón final y así compruebo como mi compañero se va hacia delante como un cohete para cruzar la meta por delante de mí. Ya viendo que por detrás nadie me va a alcanzar me dejo ir hasta el arco de llegada donde cruzo exhausto y con la sensación de estar muy verde en este tipo de competiciones.

En la misma zona de meta recibo el abrazo de Juan Agus quien me pregunta que me ha parecido el recorrido, no me queda menos que serle sincero e indicarle que realmente ha sido duro. Como quiera que la mañana sigue siendo bastante fría, no me entretengo mucho más y rápidamente me dirijo a buscar refugio al interior del Polideportivo, donde recibo una buena bolsa del corredor y donde la organización, con muy buen criterio, nos tiene reservados unos aperitivos para reponer fuerzas compuestos por fruta, jamón, y frutos secos, además de pan, que hace que mas de uno se prepare un buen sabroso bocata.

Recogida la bolsa me dirigo al coche a cambiarme, donde una vez pertrechado con ropa de abrigo me encamino nuevamente a la línea de meta para esperar la llegada de mi cuñado. Llegada que se me hace interminable, debido a que como luego comprobaría, mientras me estaba cambiando de ropa, él había llegado ya, y ha estado un rato buscándome sin resultado. Una vez juntos, le acompaño al coche a cambiarse y volvemos al Polideportivo donde aprovechamos para charlar ahora mas tranquilamente con amigos y conocidos.

Sin mas demora y tras haber completado una dura y fría mañana deportiva nos dirigimos de vuelta a nuestra casa, con la intención de descansar lo que podamos para afrontar mañana mismo otra carrera a la que estamos apuntados: La San Silvestre Vicalvareña.. pero eso será mañana.

Aquí podrás ver un bonito montaje que desde el club de montaña de Pedrezuela se hizo de esta bonita carrera: http://cmpedrezuela.com/category/san-silvestre-trail-pedrezuela/


Salud para todos/as.