lunes, 27 de abril de 2009

MAPOMA 09. El CORAZÓN pudo a la CABEZA.





Antes de leer esto te aviso que estás a tiempo de no hacerlo, no quiero aburrirte con ello, así que si tienes cosas mejores que hacer no lo leas. Si empiezas y terminas mis disculpas por adelantado por semejante "ladrillo".... tu mismo/a.

Esta vez no sé muy bien por donde empezar la crónica de éstos cuarenta y dos kilómetros.... “y pico”. Está todo muy reciente todavía y en mi cabeza las imágenes y los recuerdos se agolpan alocadamente sin tiempo para poder pararme a analizar ninguno de ellos.

Creo que lo mejor será empezar recordando el día anterior a la competición, y analizando las horas previas a esta gran cita. Así el sábado por la mañana, recogí el dorsal en la feria del corredor donde pude conocer en persona y charlar durante un rato con Riki Abad, todo un gran maratoniano que tiene como reto el conseguir completar ciento cincuenta maratones consecutivamente, empezó allá por el mes de enero y desde entonces está corriendo un maratón cada día, una gesta muy ambiciosa y de la que ya le queda poco para verla realizada. Le animé a seguir con su objetivo y le comenté que seguiré sus evoluciones a través de su blog http://riki-ricardoabad.blogspot.com/

De la feria del corredor me marché a celebrar el cumpleaños y jubilación de un familiar, por lo que la comida no fue todo lo ortodoxa que hubiese debido serlo teniendo en cuenta que al día siguiente corría un maratón. Creo que me pasé con el vino, los postres tan deliciosos con los que contaba la carta, y también con la copita de licor y champán que cerraban el evento. Luego por la tarde todavía caería alguna cervecita mas al juntarnos todos los primos con los niños en un parque de bolas.

En fin, luego por la noche me desquitaría con un buen plato de pasta y me marché a la cama sin la ansiedad que me ha acompañado en otros maratones. La verdad es que por la noche conseguí dormir bastante mejor que en otras citas.

El domingo me levanto a las siete de la mañana, y siguiendo con el cambio de hábito alimenticio que llevo experimentando desde hace algunas semanas decido no probar la leche, ya que noto que últimamente me venía afectando en forma de retortijones estomacales. Así desayuno un bol de cereales con dos cucharadas de miel mezclados con un yogurt natural, un plátano y un par de cucharadas de pasta que sobró en la cena del sábado. A las ocho menos veinte de la mañana ya me está esperando mi cuñado Alejandro en la estación de metro “El Capricho” donde puedo comprobar que el día es frío, que no fresco, ha llovido durante la noche por lo que el asfalto está mojado, y además sopla algo de aire. Las nubes se ven amenazadoras y da la impresión de que en cualquier instante puedan descargar su carga en forma de lluvia.

Nos damos los buenos días y, con la sonrisa en la cara que denota la ilusión por afrontar nuevamente una prueba maratoniana, nos dirigimos hacia la plaza de cibeles donde hemos quedado con nuestros amigos de Velilla de San Antonio. A medida que el metro avanza bajo las entrañas de una somnolienta ciudad de Madrid, sus vagones se van colmando de corredores y animadores, todos con un destino común que no es otro que la línea de salida del MAPOMA 2009. En las caras de todos nosotros se reflejan las emociones y sentimientos previos a una gran cita deportiva, no podemos, ni queremos, disimular nuestros nervios y siempre buscamos alguna vía de escape en forma de chascarrillos y en clave de humor para poder vaciar de algún modo la presión que todos sentimos dentro de nuestros cuerpos. Así los nervios y la ansiedad por comenzar con la competición se transforman en risas y comentarios jocosos con el único fin de mantener nuestra mente distraída y de algún modo relajada.

Llegamos al punto de encuentro cerca de las ocho y media de la mañana, me hubiese gustado acercarme a saludar a los amigos del foro de http://www.elatleta.com/ pero al final y, como me pasa siempre, me pilla el toro y únicamente tengo tiempo de saludar a mis amigos de Velilla y poco mas. Así conversamos durante algunos minutos frente a la nueva sede del Ayuntamiento de Madrid, y poco después nos vamos ya a tomar posiciones dentro de la inmensa serpiente multicolor que formamos todos y cada uno de los corredores que, con un objetivo común, nos hemos dado cita en el día de hoy. Me despido de mi cuñado y amigos, deseándonos todos mucha suerte, y me dirijo hacia la zona delantera, donde me sitúo muy cerca del arco de salida y donde puedo saludar nuevamente a Riki Abad ya que se encuentra a junto a mí, codo con codo. Por allí puedo ver también al gran campeón Julio Rey, así como todo un batallón de atletas de color, debe haber al menos quince o veinte.

Quedan pocos minutos para que de comienzo la prueba y decido quitarme la bolsa de basura que a modo de impermeable me cubre el torso y espalda. Ahora se nota mas el frío de la mañana y estoy deseando empezar a correr para entrar en calor. Nos anuncian por megafonía que en poco mas de dos minutos el alcalde de Madrid dará la salida, y me doy cuenta que en esta ocasión no hemos tenido la oportunidad de ver el descenso tan espectacular ,que bajo el paraguas de sus paracaídas, nos tenían acostumbrados los soldados de la BRIPAC, supongo que será debido a la meteorología que no es la mas adecuada.

Sin tiempo para nada mas suena la detonación que oficializa el inicio de esta treinta y dos edición de Maratón Popular de Madrid. Primeros metros y primeros aplausos del público que se agolpa a ambos lado del recorrido, estamos corriendo Castellana arriba con dirección a Plaza de Castilla y la altimetría durante todo es tramo es desfavorable al ser una continua subida. A decir verdad, todo el recorrido del maratón es en continua subida o bajada, los tramos llanos brillan por su ausencia, pero esto es lo que tiene el Maratón de Madrid, si por algo se diferencia del resto de maratones es por su especial dureza, a esto hay que sumarle que en el día de hoy hace frío, algo de viento y por si fuera poco está comenzando a llover.

Pasamos los primeros kilómetros a ritmos de tres minutos treinta segundos, y voy enganchado al grupo de las primera chicas, donde puedo ver a la representante turca que tira con fuerza y de la que no quiere perder su estela una joven atleta africana. Tenemos una nueva compañera de viaje, a la que nadie a invitado, y que se muestra en forma de gotas de lluvia, al principio hace su aparición muy tímidamente pero con el paso de los kilómetros arrecia con mas fuerza y se hace realmente incómoda, para colmo he pisado un charco aproximadamente en el segundo kilómetro y llevo el pie calado y con un continuo chapoteo que a cada zancada que doy me devuelve un sonoro “chof, chof”...

En el momento en el que pasamos por debajo de uno de los puentes que atraviesan el Paseo de la Castellana cerca del tercer kilómetro, puedo ver clara y nítidamente a mi mujer y mi hijo que, bajo el aguacero que cae en este momento, no paran de animarme, ellos si que tienen mérito por lo que les devuelvo los ánimos en forma de gestos cariñosos dirigidos hacia ellos.

En la plaza de Lima abandonamos el Paseo de la Castellana para, bordeando el estadio de fútbol Santiago Bernabeu, volver a incorporarnos nuevamente a la Castellana en la plaza de Cuzco, donde está situado el kilómetro cinco y el primer punto de avituallamiento de la prueba. Lo normal es que, como he hecho hasta ahora en todos los maratones que he corrido, me avitualle desde los primero kilómetros, pero hoy, y creo que debido al agua que llevamos ya encima, no soy el único que pasa de largo por este primer puesto de avituallamiento líquido. Rebasamos la Plaza de Castilla y con ella el sexto kilómetro, sigo dentro del grupo formado por las primeras chicas y junto a mi también un amigo alcarreño, concretamente de Jadraque en Guadalajara, con el que he coincido en mas de una ocasión.

Después del giro por la calle Mauricio Legendre el perfil altimétrico empieza a jugar a nuestro favor, aunque la lluvia sigue acompañándonos y el asfalto sigue llenándose de charcos a medida que avanzamos hacia el kilómetro siete. Mis sensaciones no son lo buenas que debieran, es mas, noto que no respiro bien y no puedo por mas que comparar con las sensaciones percibidas en otras maratones y las conclusiones no me hacen ser muy optimista que digamos. Sea como fuere muscularmente creo que voy bien, por lo que intento animarme a mi mismo e intento convencerme de que no estoy tan mal como yo creo.

Rebasamos el noveno kilómetro en la plaza de la República Dominicana y será en el próximo cartel que marque el décimo donde ya podré sacar una primera conclusión de realmente como voy, a tenor del tiempo que me devuelva el crono. No se muy bien, si porque las chicas incrementan el ritmo o porque ya empezamos el resto a flojear, lo cierto es que la turca y la africana se nos escapan y quedamos un pequeño grupo de corredores de unos cuatro o cinco que juntos pasamos bajo el arco que delimita el décimo kilómetro en un tiempo de treinta y seis minutos y cincuenta y ocho segundos.

Lo cierto es que es un tiempo que ronda los que suelo marcar en los distintos maratones en los que he participado, y eso en cierto modo me hace ser algo optimista, aunque por otro lado noto que la respiración no me acompaña y aunque sin ir forzado, noto que no voy lo “suelto” que yo quisiera. En este kilómetro diez si cojo una botellita de agua y le doy un par de sorbos aunque ciertamente sin ganas.

En el kilómetro once ya las chicas se nos han marchado definitivamente y el perfil vuelve a empinarse nuevamente, es en este punto entre el onceavo y el doceavo kilómetro donde vuelvo a recibir nuevamente los ánimos de mi familia, ahora ya sin la ingrata compañía de la lluvia que hace unos pocos minutos que ha decidido abandonarnos, al menos por el momento, ya que los nubarrones en el cielo siguen siendo amenazantes.

En el giro en Cuatro Caminos hay un nuevo puesto de avituallamiento y realmente no tengo ninguna sed, ni ganas de beber nada, por lo que nuevamente decido no “repostar” y continuar hacia adelante. En este punto hay bastante gente animando, e incluso alguno personaliza en mi sus ánimos al reconocer la equipación deportiva de Carreras Populares. http://www.carreraspopulares.com/.

Pasamos el kilómetro trece y encaramos la Avenida de Filipinas, seguimos en un grupito compacto de unos cinco corredores y a relevos vamos devorando kilómetros. En este punto noto como un pequeño flato en el costado derecho, pero afortunadamente queda en un espejismo que me dura apenas doscientos metros y que espero no vuelva a repetirse.

Al paso por la calle Guzmán el Bueno, y con ella del kilómetro catorce, me parece oir brotar de uno de los balcones que se asoman a ella la música de carros de fuego, una música especialmente emotiva en el dia de hoy y que es de agraceder. En estos tramos hay poca gente animando en las calles, por lo que los sonidos que con mas claridad llegan hasta nuestros oídos son los de nuestras propias zancadas y los del latir de nuestros corazones, ahora somos nosotros frente al maratón.

Giramos hacia la izquierda arropados, ahora sí, por una gran cantidad de espectadores que con sus palmas y ánimos nos inyectan unos gramos de fuerza para afrontar el kilómetro quince donde nuevamente hay ubicado un punto avituallamiento y donde esta vez si, recojo un botellín de agua y algo mas adelante un vaso de bebida isotónica al que a duras penas consigo arrancar un par de sorbos. Cerca del kilómetro dieciséis nos da alcance un corredor del Club de atletismo Suances, que con bastante facilidad nos rebasa y se va hacia adelante, en este momento recibo los ánimos de Eugenio que es un amiguete de entrenamientos por Velilla de San Antonio, corredor también de maratones y que en esta ocasión ha preferido ver los toros desde la barrera. Giramos, describiendo un perfecto ángulo de noventa grados, hacia la derecha, desembocando en el inicio de la calle Hortaleza, nos hemos unido nuevamente al corredor del Suances y por otra parte, nos han dado alcance también las que son tercera y cuarta clasificadas femeninas. Ahora el grupo es algo mas numeroso y eso de alguna forma se agradece.

Nos ventilamos la calle Hortaleza en un abrir y cerrar de ojos, y así nos presentamos ante una desconocida calle Gran Via, desconocida por lo inhabitual de su estado, totalmente despojada del bullicio de automóviles, motocicletas y autobuses, habiéndoles hurtado, al menos por unas horas, ese privilegio unos miles de atletas que con la simple compañía de unas zapatillas, una camiseta, y muchas ganas de superación le damos un aspecto radicalmente distinto del que nos ofrece el resto del año.

A la altura de Callao volvemos a girar a la izquierda para buscar, entre los aplausos del numeroso público que se encuentra congregado a ambos lados de la carrera, el paso por la Puerta del Sol, que como viene siendo habitual concentra a gran cantidad de espectadores y animadores que dan su toque de color a la prueba. Allí recibo también los ánimos de la mujer e hijo de Fernando, otro compañero de Velilla y que también está participando en la maratón.

Pasada la Puerta del Sol, completamos el kilómetro dieciocho y aprovecho para llevarme a la boca uno de los trocitos de barrita energética que conservo en el pequeño bolsillo de mi pantalón. Se hace difícil el poder masticarlo mientras corro, por lo que lo mas sensato es dejarlo en la boca y esperar que poco a poco al contacto con la saliva se vaya deshaciendo. El grupo, de momento, sigue compacto y aunque con pequeñas dificultades respiratorias me convenzo de que no me cuesta demasiado esfuerzo mantener su ritmo.

Al abandonar la calle Mayor está situada una de las duchas de agua vaporizada que ha instalado la organización, aunque ha decir verdad hoy no creo que tengan muchos fieles, ya que hasta hace bien poco esa infraestructura ya estaba cubierta por la madre naturaleza, no en vano todavía conservo en mi pie derecho su recuerdo en forma de chapoteo constante, es un continuo “chof, chof” que creo que me va a acompañar todavía durante muchos kilómetros. El cielo, afortunadamente, parece que por momentos se va aclarando, pareciendo abrirse algunos claros, que aunque insuficientes a todas luces para secar el asfalto, al menos nos respetan en cuanto a la incómoda lluvia.

Al paso por el Palacio Real, y cerca de los dominios del kilómetro veinte, se produce una situación novedosa en cuanto al grupo en el que voy inmerso. Por un lado la tercera chica, la rusa Alexandrova, pega un acelerón intentando descolgar a la en estos momentos va cuarta, la también rusa Elena Tikhonova. Esto hace que el acelerón de Alexandrova descomponga de alguna forma el grupo, por delante se lleva con ella a un par de corredores, algunos intentamos incrementar el ritmo, sin mucho éxito, para seguirles y por otra parte la otra rusa es la que sufre el latigazo quedándose definitivamente descolgada

Al paso por el kilómetro veinte ya empiezo a notar que no voy bien, de hecho he notado un par de pinchazos en el estómago a los que intento no hacer mucho caso, aunque en el fondo se muy bien de que se trata, son los prolegómenos de los retortijones estomacales que se unen a la fiesta. En el paso de este kilómetro veinte, y a modo de liebres, se nos han unido un par de compañeros del mismo club Suances del que forma parte uno de los atletas que corre junto a nosotros. Esto parece animar al grupo ya que me da la impresión que el rimo se aviva y yo, como no estoy para muchas fiestas, ya comienzo a notarlo. Mi amigo Gerardo, el de Jadraque, recibe por parte de algún amigo o familiar, una botellita con bebida energética y con sales, de la que me ofrece muy amablemente terminarla una vez que el ya ha bebido. Es a partir de este punto donde comprendo, y debo aceptar ,que como ya sabía aunque aunque mi mente intente rechazarlo, que éste no será uno de mis mejores maratones, no lo he entrenado debidamente, mi estado físico tampoco es el mas adecuado y mis bronquios y pulmones empiezan a quejarse, por lo que muy a pesar mío poco a poco veo como se me va escapando el grupo y me quedo totalmente en solitario, se me va ha hacer muy duro completar en estas condiciones lo que queda de maratón, es mas, mi cabeza empieza a decirme que si estoy así en apenas veinte kilómetros, como pretendo completar otros veintitantos en estas condiciones, los pensamientos negativos empiezan a aflorar en mi mente y no consigo apartarlos, intento centrarme en la carrera pero me está resultando muy duro el ver que no consigo mantener un ritmo que para mí debería de ser “asequible”.

Pasamos por la media maratón, y ante el desánimo que me inunda ni tan siquiera miro el crono, noto que mi ritmo no es bueno y en lo único que voy pensando es en que poco a poco vayan pasando los kilómetros y los trocitos de barrita energética que voy comiendo vayan surtiendo efecto y se manifiesten en forma de fuerzas renovadas. En el tramo entre los kilómetros veintitrés y veinticuatro veo, en esa larga recta como poco a poco el grupo de corredores, de los que hasta hace bien poco formaba yo también parte, se van alejando metro a metro y aunque intento volver a engancharme a ellos lo único que consigo es desgastarme mas. Mis pensamientos son cada vez mas negativos, sé que mi familia me van a estar esperando en el kilómetro veinticinco y decido que será ahí donde me retire, pienso en la ropa seca que tendrá mi mujer dentro de la mochila, y valoro todos los aspectos de la carrera. No voy bien, estoy corriendo solo con todavía casi diecinueve kilómetros por delante, los retortijones en el estómago son cada vez mas frecuentes y no encuentro la motivación necesaria para continuar, es mas, estoy ya bajando el ritmo con la única intención de detenerme en cuanto vea a mi familia, va a ser un palo duro de asumir, pero cuando el cuerpo no responde creo que es lo mas sensato, ya llegarán mas maratones.

Con la decisión ya tomada, y a escasos metros del cartel que marca el kilómetro veinticinco veo a mi mujer a mi hijo apostados en el lado izquierdo de la carrera, automáticamente me aparto de las rayas azules que marcan el recorrido y dirijo mis pasos hacia ellos con la intención ya sabida de abandonar el maratón. Pero basta fijarme en la cara de mi hijo, en sus ojos llenos de ilusión y admiración por su padre para darme cuenta y hacerme comprender que no puedo decepcionarle ahora, por lo menos no aquí, rodeado de tanta gente animando, no es el momento de desilusionarle de esta forma. Inexplicablemente, y en contra de la decisión tomada por mi cabeza, mi corazón no me permite pararme, así, echo mano de la gorra y de algún modo justifico el haberme apartado del trazado para dirigirme a ellos entregándosela a mi mujer y continuando corriendo, ha sido un acto reflejo, no se muy bien por que motivos, pero el caso es que ya lo he hecho, mi cabeza me lo reprocha constantemente y le pide explicaciones al corazón, pero como todos sabemos, el corazón no entiende de razones y toma decisiones a veces incomprensibles y creo que ésta ha sido una de ellas.

¿Y ahora que?, después de un par de kilómetros habiendo decidido que me paraba, ahora no se que voy a hacer, mi cabeza me grita que estoy loco, tengo dolores de estómago, llevo los pies calados, hace aire, voy totalmente en solitario y me quedan muchos kilómetros para la meta, pero ahora sé que no puedo pararme, ahora no tengo ya la ropa seca esperándome, ahora pararme significa pasar frío, no me queda otra que seguir hacia adelante, con mucho sufrimiento, pero hacia adelante. Intento pensar en positivo, intento mentalizarme que será como un entrenamiento mas, intento no presionarme e intentar disfrutar del recorrido, de la Casa de Campo, de la gente animando, intento distraerme, pero en el fondo se que voy a sufrir.

He comenzado mi periplo particular por la Casa de Campo accediendo por un puente del Rey en pésimas condiciones, no me extrañaría que alguien cayese en este punto, estos detalles deberían estar mas cuidados por parte de la organización. El paso por el kilómetro veintiseis lo hago sin pena ni gloria y únicamente con el objetivo de seguir completando kilómetros. La gente anima que da gusto y esto de alguna manera me inyecta ánimos para continuar.

Cerca del Paseo de los Plátanos veo a Angel, un compañero de trabajo que cámara en mano me hace alguna fotografía, esto me da ánimos para continuar siempre adelante e intento incrementar algo el ritmo de carrera, creo que de alguna manera estoy pasando el bache que me machacó entre los kilómetros veinte al veintiséis, han sido seis kilómetros duros de los que creía no me iba a reponer. Sigo totalmente en solitario, sin mas compañía que mis pisadas, mi respiración, los latidos de mi corazón y mis pensamientos, pienso en la soledad del corredor de fondo, aunque hoy esa soledad se ve continuamente interrumpida por aplausos y ánimos del público que se hacen especialmente bienvenidos.

No se puede decir que se me haya presentado el muro como tal, pero realmente no soy capaz de llevar un ritmo alegre y a cada kilómetro que pasa los retortijones de estómago son cada vez mas fuertes, mucho me temo que me voy a tener que parar a solucionarlos.

Vuelvo a ver a Angel que me hace alguna fotografía mas y así paso por debajo del arco que marca el kilómetro treinta, intento darme ánimos a mi mismo y convencerme que ya queda poco, que solo son doce kilómetros que en condiciones normales no me supondrían mucho esfuerzo, pero seamos realistas, ya llevo treinta en las piernas y eso pasa factura, en esta ocasión mas cara de lo que sería previsible.

La salida de la Casa de Campo se me hace eterna, los retortijones son cada vez mas seguidos y busco con la mirada algún sitio donde apartarme. No es tarea fácil porque hay bastante gente animando y así, tras una cuesta pronunciada, he dejado atrás la Casa de Campo y ahora ya estoy de nuevo en zona “urbana”, concretamente en la Avenida de Portugal, por lo que encontrar un sitio donde poder parar, se me antoja mas difícil. Ahora no voy pendiente de la carrera, ni de la gente, ni de los kilómetros, solo voy buscando con la mirada algún bar donde pararme y poder poner fin a la tortura de los pinchazos en el estómago.

Definitivamente no aguanto más, y justo al final de la bajada pasado el kilómetro treinta y dos, aprovecho un recodo donde no hay apenas gente, para sobrepasar una valla de obras y detrás de un camión vaciar mi estómago maltrecho, todo un alivio que ya empezaba a ser una tortura. Me tomo mi tiempo y en algo mas de un minuto vuelvo a reintegrarme a la carrera. Veo por delante que me han sobrepasado un par de corredores, miro hacia atrás, por si viene algún grupo unirme a él, pero no viene nadie, así que comienzo nuevamente a correr, esta vez ya sin incómodos pinchazos.

Parece que me siento mejor, aunque la respiración sigue sin darme tregua, pero consigo pasar los kilómetros treinta y tres y treinta y cuatro bastante entero para según venía. Así adelanto a los dos corredores que me han sobrepasado en mi parada “técnica” y voy nuevamente sumando metros. Atravieso el puente de San Isidro sin mucha animación y pronto estoy frente al kilómetro treinta y cinco. A diferencia de otros maratones, en este no siento la necesidad de beber, por lo que nuevamente me salto el avituallamiento. Voy a una velocidad de crucero, me da la sensación que en torno a tres minutos y cincuenta segundos el kilómetro, mas o menos, y sé que queda lo mas dificil. Por delante siete kilómetros, en su mayoría ascendentes y la factura pendiente de pagar en forma de muro. Intento acoplar mi ritmo a una marcheta que me resulte fácil de defender, me pasa esporádicamente algún corredor que viene con fuerzas desde atrás, como también rebaso a alguno de los puestos delanteros que caminando a abandonado la prueba.

Hace rato que no me preocupa ni la marca ni el puesto, solo quiero llegar y terminar este maratón, que lejos de lo que pensaba hace rato, me está mostrando su cara amable en forma de grata recompensa, disfrutando de las calles de Madrid y sobre todo de sus gentes. No voy centrado en la carrera, sino mas bien, disfrutando de cada paso, sin ninguna presión, saludando a alguno de los conocidos que me animan desde las aceras. Paso por el kilómetro treinta y seis y ahora ya sé que no me voy a retirar, no llegaré en buenas condiciones, pero seguro que llegar voy a llegar. Los kilómetros tardan en aparecer pero poco a poco les voy venciendo, así derroto al treinta y siete, al treinta y ocho ni le veo, buena señal. Es una delicia recibir todos los ánimos del público, ya que al ir solo están personalizados en mi, es un baño de aplausos gratificante y todo son palabras de apoyo... “ánimo valiente”, “ya lo tienes”, “venga adelante”, “ya está hecho” y expresiones similares que refuerzan de algún modo la autoestima personal, esto si es un maratón en su estado puro. Las piernas van muy machacadas, la cabeza hace tiempo que se rindió y el corazón es dueño y señor de la situación, al final tenía razón y esta vez está ganando la partida.

En el kilómetro treinta y nueve veo a Roberto, otro amigo que está dedicando la mañana del domingo a animar a los miles de corredores que inundamos las calles madrileñas, le indico que no respiro bien, que voy atrancado y el me grita que no es cierto, que voy fenomenal, que me ve muy fresco e intenta convencerme para que me lo crea, yo se que no es cierto, pero hace su efecto y me refuerza mi voluntad de llegar a la meta.

Rebasado Atocha comienza la parte final del maratón, y donde hace falta echar el resto para poder superar el desnivel que nos separa de la entrada al parque del Retiro, no se muy bien de donde me brota algún hilo de fuerza que me hace superar con menos dificultad de la que esperaba la cuesta que me conduce a la calle Alfonso XII donde se encuentra el arco que marca el kilómetro cuarenta, y donde se encuentra el último avituallamiento que tan alegremente me vuelvo a saltar. Ya sé que llego, la gente anima mucho y cada vez hay mas público, giro a la derecha al paso por la puerta de Alcalá y todavía queda un pequeño repecho que afronto con mucha ilusión y ganas, así me meriendo el kilómetro cuarenta y uno, adelanto a un corredor que me precede y en pocos metros comienzo mi entrada en el Retiro, donde puedo leer una pancarta en la que se encuentra escrito algo así como "Hasta aquí solo llegan los mejores, BRAVO".

Ahora ya los aplausos se multiplican, sigo yendo totalmente en solitario, han sido unos kilómetros muy, muy duros pero ahora tengo la recompensa. Devuelvo los aplausos al público señalándoles con mis dedos y haciéndoles gestos indicándoles que sin ellos esta fiesta no sería posible y ello hace que los aplausos se tornen todavía mas sonoros. Es una gozada correr en medio de un mar de aplausos, ahora ya no oigo mis pasos, ni mi respiración, ni los latidos de mi corazón que deben estar al mil por mil, tampoco oigo a mis pensamientos, solo oigo miles de aplausos que me conducen en volandas hacia un kilómetro cuarenta y dos donde me espera la guinda del maratón. Allí encuentro a mi mujer animando tras la valla que nos separa y, de la que en un segundo ha saltado mi hijo Pablo para acompañarme en los ciento noventa y cinco metros finales. Le cojo de la mano, reduzco el ritmo, y a su carrera nos dirigimos, bajo una explosión de aplausos, hacia un arco de meta atiborrado de fotógrafos y público animando desde las gradas. El griterío es increible y mas cuando les devolvemos los aplausos que tan generosamente nos dedican.

La cara de ilusión de mi hijo es indescriptible, hubiese sido imperdonable el haber abandonado y haberme perdido este momento. Ha sido mi peor maratón en cuanto a lo deportivo, pero el único que ha conseguido arrancarme unas lágrimas verdaderas de emoción y que ha conseguido igualmente ponerme “literalmente” la piel de gallina. Mi hijo continúa absorto entre todas las felicitaciones de los voluntarios que se encuentran en la línea de meta, y estoy absolutamente seguro que este día le va a resultar difícil de olvidar. Estoy realmente emocionado, el haber conseguido terminar el maratón cuando lo tenía todo perdido, los aplausos del público y la compañía de mi hijo me han hecho derrumbarme emocionalmente y se me escapan un par de lágrimas abrazando a mi hijo

Noto frío en el cuerpo, agradezco y mucho el plástico con el que me cubre la organización, recojo la medalla y se la cuelgo alrededor del cuello a mi hijo, para acto seguido ir al encuentro de mi mujer y de mi hija que también la acompaña. Todavía tendré que darle un alivio a mi estómago parapetado detrás de unos arbustos en el parque del Retiro, pero ahora eso ya no importa, ahora ya el monstruo del maratón está vencido, y esta vez ha sido realmente duro el poder vencerle, cada vez le tengo mas respeto.

Esperamos la llegada de mi cuñado que lo hace fantásticamente bien en tres horas y veinte minutos, así como de los amigos de Velilla de San Antonio, veo también llegar mas frescos que una lechuga a dos amigos del foro de http://www.elatleta.com/ cuyos nicks son Landes y Duquito y poco después nos marchamos para Velilla a celebrar el cumpleaños de Olga con una fantástica paella y disfrutando de una tarde “tranquila” junto a catorce niños.

Ha sido un día agónico de sufrimiento pero de resultados fantásticos en cuanto a emociones, al final el crono ha sido lo de menos, de hecho es mi peor marca en maratón 2:39:00, el puesto ha sido el 32 en la categoría general y el 6º en Veteranos de mas de cuarenta años, pero las emociones vividas no las cambio por ningún otro maratón.

Ahora a recuperar y a pensar en las siguientes carreras. Como siempre mil gracias a la organización, y sobre todas las cosas a voluntarios y público que son el “alma mater” de esta MARATÓN, y por descontado a mi mujer Lourdes, una magnífica compañera sin la que sin duda nada de esto sería posible.

Salud para todos/as.

viernes, 24 de abril de 2009

LAS CAGALERAS PRE-MARATÓN.


Sin estar bien del todo, lo cierto es que estoy bastante mejor de la bronquitis, todavía sigo tosiendo pero ya la fiebre desapareció, aunque me ha dejado un recuerdo en forma de llagas por toda la boca y los labios, así que intentaremos hacer el maratón lo mejor posible siendo consciente de que estoy bajo de defensas.


Ahora es ya la hora de los nervios, de la pasta y de las cagaleras pre-maratonianas. Parece ser que el día será nublado, algo de lluvia y posible viento también. Ya veremos que tal nos sale.


Espero que los que vayais a participar pilleis un buen día de sensaciones y se cumplan vuestros objetivos, yo este año me conformo con llegar, ya llegarán tiempos mejores. Y para los que no vayais a correrlo simplemente deciros que os animeis a tomar parte alguna vez en un maratón, si es que no lo habéis hecho ya, os aseguro que nunca olvidareis la experiencia.



Salud para todos.

miércoles, 22 de abril de 2009

CON SEGURIDAD NO SERÁ MI MEJOR MAPOMA


Pues como parece que últimamente me persigue alguna maldita maldición, a tres días del Maratón de Madrid resulta que tengo una bronquitis, y yo que creía que era un fuerte resfriado.


Sin comentarios, definitivamente...... o estoy gafado, o me voy a cambiar el nick de Piraña, por el de "El Pupas", que creo me identifica mejor.
AHORA UNA COSA OS DIGO:
¡¡¡¡¡ YO CORRO EL MAPOMA POR COJONES !!!!!


Un saludo.

lunes, 20 de abril de 2009


Después de una semana de mas pruebas médicas en mi pierna izquierda y, a priori, con buenas perspectivas, decidí a última hora tomar parte en la carrera popular que se celebra todos los años en la localidad madrileña de Mejorada del Campo y que es conocida como “La carrera de Primavera”. Así aproveché que tenía un poco de tiempo libre el pasado viernes 17 abril, y a la salida de la “electromiografía” que me practicaron en el Hospital Carlos III (y a la vista de la cual parece ser que no tengo ningún nervio afectado en la pierna), me acerqué a la tienda Bikila para formalizar la inscripción a esta carrera. La intención era la de hacer el último entrenamiento rápido previo al MAPOMA y no perder las sensaciones de la competición.

Esa era la idea original, aunque como siempre luego nada me sale como tengo previsto, y es que últimamente tengo la sensación de estar “algo” gafado, y es que cuando parece que muscularmente me encuentro mejor, y puedo correr sin muchas molestias, resulta que ahora me he pillado un resfriado de tres pares de narices, que me hizo pasar toda la madrugada del sábado al domingo con fiebre, escalofríos y sudores fríos por lo que no pude pegar ojo en toda la noche. Así me levanté el domingo con la cabeza como un “bombo”, con una sensación de cansancio y pesadez absoluta y sin ganas de nada, ni de comer, ni de beber, ni de hablar y mucho menos de correr. Aunque ya nos conocemos todos, y basta que uno tenga un dorsal y que halla quedado con algún compañero de carreras para que nos presentemos en la línea de salida, cuando lo mas lógico hubiera sido quedarme en la camita e intentar dormir y descansar.

Así me marché, junto con mi cuñado Alejandro, para Mejorada del Campo, donde nos esperaba Manolo, un buen amigo nuestro y que se está aficionando también últimamente a esto del atletismo. El muchacho no sabe donde se mete, yo por mas que le he advertido creo que ya es demasiado tarde, ya le picó el “bichito del correr”, ahora ya está perdido.

Recogimos nuestros chips y ya durante el calentamiento previo a la carrera me doy cuenta, como no podía ser de otra forma, que no debía haber venido, pero los cabezotas y duros de mollera es lo que tenemos, que tenemos que correr aunque sea sin piernas, que borricos llegamos a ser. En fin, sea como fuere, pocos segundos antes de que de comienzo la carrera nos situamos bajo un arco de salida mas despoblado de lo que normalmente estamos acostumbrados, hay sitio de sobra para colocarnos y los empujones y codazos brillan por su ausencia. Pero no nos engañemos, el que no sea una prueba masificada, no significa que no halla venido a ella mucha gente de nivel, así puedo ver a un par de corredores de color, unos cuantos marroquíes, a parte de algunos habituales como Fikadu Bekele, Jami Jami, Valledor, y mi amiguete Roberto que por méritos propios se merece estar ya junto a los mejores. Por otro lado, me llama mucho la atención la gran cantidad de corredoras que se han dado cita en esta ocasión, me da la impresión que hay muchas mas chicas que en otras carreras, algunas también de color.

A las doce en punto comienza la carrera y ya en el primer giro puedo ver a mi mujer, hermana, hijos y sobrinos que dándonos una sorpresa se han acercado para vernos, recibo sus ánimos, aplausos y sonrisas y les correspondo devolviéndoles el saludo.

A diferencia de otras ediciones anteriores, el recorrido ha variado sustancialmente. Así nada mas comenzar y en los primeros metros del recorrido, hacemos un giro completo al parking donde está situada la zona de salida-meta, pasando pocos instantes después del pistoletazo de salida bajo el mismo arco donde acabamos de comenzar a correr, por lo que nuevamente, y pocos segundos después, vuelvo a ver a toda mi familia.

Ya desde el primer metro noto que no puedo respirar bien, así que me relajo y con mucha calma paso el primer kilómetro en torno a tres minutos y cuarenta segundos, voy en un grupo de corredores y corredoras bastante grande aunque rápidamente se irá deshaciendo. Pasamos el segundo kilómetro también al mismo ritmo del primero, y creo que va a ser el ritmo que llevaré durante toda la prueba, mis sensaciones son pésimas y mis pulmones hoy se quedaron en casa, que es donde debiera haberme quedado yo.

Hay tramos del recorrido donde el aire sopla con fuerza por lo que busco la espalda de alguno de los corredores que me preceden para ir un poco mas tapado, aunque pronto, y al no conseguir aguantar el ritmo que se impone en el grupo, me quedaré solo con la única compañía de una corredora que procura ir pegada a mí refugiándose del aire. Completamos la primera de las dos vueltas con las que cuenta el trazado y recibo nuevamente los aplausos de mis animadores particulares, lástima que en esta ocasión no pueda obsequiarles con una buena carrera, aun así se ponen muy contentos porque por megafonía marcan que la chica que va pegada a mi espalda es la primera en la categoría femenina, y de algún modo, y sobre todo los niños, el ver a su papá junto a la primera chica les llena de emoción, aunque por otro lado yo sepa que no tiene mucho mérito.

Comenzamos la segunda y última vuelta y ahora ya me quedo totalmente solo, ya que la chica se ha descolgado. Voy fatal de respiración, salivando constantemente y generando muchas flemas por lo que corro totalmente atrancado y sufriendo bastante, si no fuese porque sé que en apenas cuatro kilómetros voy a terminar a buen seguro que me retiraría. En fin, voy a intentar llegar a meta lo mejor que pueda y con este planteamiento afronto los últimos kilómetros. En el tramo entre el kilómetro octavo y el noveno, el asfalto se empina en una larga cuesta, donde ante mi asombro doy alcance a dos corredores que me precedían, es solo un espejismo ya que al terminar la cuesta se vuelven a escapar otra vez. Último kilómetro y ni siquiera hago amago de cambiar el ritmo, llego al tran tran, hasta las proximidades del arco de meta donde una vez mas veo a mi familia que me animan como auténticos jabatos, en otra ocasión eso bastaría para ponerme las pilas y haber intentando esprintar, pero hoy las fuerzas y estado físico es el que es, y no hay vuelta de hoja. Así paro el crono en meta en un tiempo de treinta seis minutos y pocos segundos y bastante desecho físicamente.

Lo que tenía que haber sido una carrera para coger confianza de cara al MAPOMA, se ha convertido en un auténtico calvario que me genera muchas dudas de cara al domingo que viene. Espero ir poco a poco recuperándome a lo largo de la semana, pero una cosa está clara, y es que este año, tras la lesión que me ha mantenido parado mas de dos meses, y ahora este catarrazo de última hora, no va a ser precisamente éste mi mejor maratón, de eso no hay duda.

Para postre, cuando estábamos esperando para el sorteo de regalos, recibimos una llamada que nos comunicaba el fallecimiento de una persona allegada a nosotros, por lo que lejos de descansar por la tarde como hubiera sido mi deseo, estuve todo el domingo entre el Hospital de la Princesa y el Tanatorio de la M-30, así tengo hoy yo el cuerpo.

En fin, ya llegarán tiempos mejores, ahora a intentar descansar y coger fuerzas para este próximo domingo.


Próxima estación: MAPOMA.


Salud para todos...

martes, 7 de abril de 2009

MEDIO MARATÓN DE MADRID 2009


Comienzo la mañana con sensaciones extrañas, no en vano me acabo de mudar de casa y ha sido la primera noche que he dormido en mi nuevo domicilio. Nueva casa, nueva habitación y nueva cama,.al cuerpo le cuesta asimilar todos estos cambios.

Me levanto a eso de las siete y media de la mañana con el cuerpo entumecido de la mudanza de ayer. Desayuno una barrita energética, en lugar del acostumbrado tazón de leche con galletas, y es que venía notando que precisamente era la lecha ingerida en el desayuno la que me “premiaba” con una serie de retortijones en la barriga, a veces inaguantables que me hacían de vez en cuando hacer alguna parada “técnica” en los entrenamientos. Una vez desayunado voy al encuentro de mi cuñado Alejandro, del que ahora, con el nuevo domicilio, me separan apenas ochocientos metros, y juntos nos vamos para el Retiro donde aparcamos su coche, no sin antes pasar por algunos problemas de aparcamiento.

En parque del Retiro hace una mañana magnífica para correr, la temperatura es fresquita por lo tanto ideal para competir, y brilla un sol radiante por encima de nuestras cabezas, y aunque hemos llegado sobre las ocho y cuarto de la mañana y la prueba no dará comienzo hasta dentro de una hora larga, ya hay muchísima gente por la zona de la salida. Me encanta ver las caras de los corredores previas a una competición, son una mezcla de ilusión, expectación, ansiedad, alegría y turbación, conjugadas todas en un cóctel aderezado con especias de excitación, nerviosismo y ganas de superación. Dudo mucho que en otras facetas de la vida se puedan contemplar con tanta nitidez y pureza tantas emociones desatadas, podría decirse que se pueden leer claramente las expresiones de los distintos rostros, como si de libros abiertos se tratase.

Lo primero que hacemos es recoger el novedoso chip que nos ofrece en esta ocasión la organización, nos dirigimos al cartelito que anuncia la entrega de los numerados del 1 al 200 y nos entregan una bolsa de color amarillo que se supone debemos introducir en un pequeño “morral” que se encuentra en el reverso del dorsal, así lo hago y la primera impresión es que me resulta incómodo, estoy como “encorsetado”, no me gusta. Andamos unos minutos por los alrededores y convenimos el lugar de encuentro para después de la llegada, lugar que como no podía ser de otra forma establecemos junto a unos tiradores de cerveza, lástima que sea sin alcohol.

Emprendemos el calentamiento, previa meadita de rigor, y saludamos a muchos amigos con los que nos vamos cruzando. Quiero destacar especialmente a Rober, por su impresionante progresión en las últimas carreras, antes solíamos correr juntos y ahora no hay quien le eche el guante, una máquina el tío.

Última meadita, mas de nervios que de ganas, y nos vamos para el “corralito” en la zona cabecera de la gran masa de corredores que en pocos minutos patearemos el duro asfalto de la capital del reino. Estamos junto a la élite y codo con codo con un par de negritas, y alguna marroquí. En poco mas de dos metros cuadrados vemos a muchas caras conocidas y habituales de las carreras populares, como por ejemplo Valledor, Jose Félix, Recuerdo Arroyo, María Ruiz, Beatriz Ros, etc...

Pistoletazo de salida y comienza la carrera, la salida como siempre vertiginosa y procurando no sufrir muchos codazos ni tropezar y caer al suelo. A la salida del Retiro giramos hacia la derecha buscando un nuevo giro a izquierdas que nos mete de lleno en la calle Príncipe de Vergara con tendencia siempre a subir. Voy metido en un gran grupo de atletas y muy pendiente de no tropezar con la infinidad de piernas que me rodean por todas partes. Pasamos por el primer kilómetro a buen ritmo así como también el segundo, no se puede decir que vaya cómodo porque llevamos un ritmo exigente, aunque por el momento no cedo y sigo en el grupo. Pasamos por la calle Almagro y poco después rebasamos el primer punto de avituallamiento en el kilómetro cinco donde intento coger una botella de agua sin mucho éxito, me “medio cabreo” y sigo para adelante.

Al paso por la calle Santa Engracia podemos ver como siempre a los Bomberos que desde las puertas del parque nos animan, si bien es cierto que sin nada que ver con la animación de otros años en los que sacaban algún camión a la calle y hacían sonar las campanas, este año a decir verdad han estado un “pelín” sosos, aunque hay que agradecerles de todos modos los ánimos, ya que nos hacen evadirnos por unos instantes del esfuerzo de la carrera.

Rebasado el sexto kilómetro seguimos con la continua subida, que ya traemos desde pasado el tercero, por la calle Bravo Murillo, y aquí es donde el grupo ya comienza a desmembrarse, siendo yo uno de los damnificados que no consigue entrar al nuevo ritmo que se impone buscando la Plaza de Castilla. Así se van unos cuantos corredores por delante y nos quedamos otra media docena mas rezagados.

Al paso por la plaza de Castilla, con menos animación que en otras ediciones, adelantamos a una de las chicas de rasgos árabes que se va quedando descolgada, por delante llevamos a un par de negritas, otra marroquí y a nuestra española Beatriz Ros. La plaza de Castilla marca el punto de inflexión donde el perfil del recorrido comienza a ser mas favorable, y eso se nota en el cambio de ritmo que se impone por parte de algún corredor que hasta el momento venía “tapado”.

Avanzando por la calle Mateo Inurria nos plantamos ante al avituallamiento situado en el décimo kilómetro donde, no sé muy bien por qué extraña decisión, decido no coger agua. El cronómetro situado encima del techo de uno de los coches propagandísticos de la organización nos señala un tiempo de treinta y cinco minutos y pico. Vamos a relevos hasta el kilómetro doce donde, en la cuesta que nos conduce a la calle Serrano, el grupo pierde su nombre. Por delante se van tres corredores y nos quedamos otro trío compuesto por un corredor del Clínicas Menorca, otro del Móstoles y yo mismo. Como noto la falta de forma, en apenas doce kilómetros ya me han descolgado por segunda vez.

En la calle Serrano, y en pronunciada bajada, azuzamos el ritmo que nos permite acercarnos de nuevo a los corredores que se nos han marchado en la subida, así como a una de las negritas que debe ir en la cuarta posición femenina, pero al comienzo de la cuesta que da inicio a la calle Diego de León nos volvemos a rezagar, está claro que lo que nos sobra no es fuerza precisamente.

Entramos nuevamente en la calle Príncipe de Vergara y continuamos con un perfil de bajada favorable, pasamos el kilómetro quince y su avituallamiento donde ya definitivamente he decidido no coger agua, hoy voy en plan suicida, si he aguantado hasta aquí sin agua, en los seis kilómetros que quedan ya creo que no me va a hacer ninguna falta. En la Avenida Menéndez Pelayo damos alcance a algún corredor que viene descolgado de los grupos cabeceros al tiempo que le vamos recortando metros a la negrita que ya va perdiendo fuerzas. Mentalmente voy pensando en lo que se nos avecina a partir del kilómetro dieciocho e intento prepararme psicológicamente, porque físicamente está claro que no lo estoy, teniendo en cuenta que en todas las cuestas anteriores he salido derrotado.

En Atocha empieza el baile y el recorrido se empina bastante por lo que bajo bastante el ritmo de carrera que traía hasta ahora, mi sorpresa es que al igual que yo también lo hacen los dos corredores que me acompañan, así como la negrita que nos precede, a tenor de los metros que le vamos recortando. Estamos a las puertas del Retiro por lo que ya se puede “oler” la meta, pero aún nos queda el postre de la carrera, que no es otro que la entrada al Parque por la Cuesta del Angel Caído, y caídos en ese punto quedamos mas de uno. En mi caso, y durante los metros que dura la dichosa cuesta, soy casi incapaz de correr, por lo que una vez mas, y como ya es costumbre en el día de hoy, me vuelvo a descolgar. Voy con la lengua casi rozando el suelo y suplicando porque se acabe la puñetera cuesta, me pasa un corredor del Bikila y otro del Akiles, y no me pasan mas porque se acaba ya la cuesta. El calentón me ha dejado muerto y ya voy pensando únicamente en llegar a meta y pararme, y eso que todavía me queda mas de un kilómetro.

Pasada la estatua del Angel Caído vuelvo a coger algo de ritmo y puedo observar a los corredores que se cruzan con nosotros buscando ya la meta, así puedo ver a la primera chica (africana), a la segunda (marroquí), y muy cerca de ésta última a Beatriz Ros que va tercera. También veo a algunos de los atletas de élite que hoy no han tenido su día, como por ejemplo a Lachqar Mohamed, y algún otro de renombre con las caras desencajadas.

Pasamos el kilómetro veinte y ya solo queda echar el resto para llegar. He incrementado el ritmo y me he unido al corredor del Móstoles con el que he hecho gran parte de la prueba y que no ha sido capaz tampoco de aguantar el ultimo cambio de ritmo. Para mi sorpresa en este punto aparece un corredor (dorsal 125) de entre unos arbustos y ajustándose el pantalón se une a nosotros. Mi primer pensamiento es que le ha debido dar un “apretón” a escasos metros de la llegada y se ha tenido que parar, pero luego me da por pensar mal y veo que no lleva ni una gota de sudor por ninguna parte y eso ya me genera dudas, sea como fuere allá él y su conciencia lo que me joroba es que encima me quiera esprintar. Eso me pone de tan mala leche que después del giro de noventa grados que nos conduce a la recta de llegada aprieto los dientes y no le dejo pasar por ningún lado, así nos marcamos un esprint final que hace que termine exhausto en la línea de llegada, pero consiguiendo entrar por delante de él.

Ha sido una carrera que se me ha hecho muy dura en su tramo final, por eso tengo muchas dudas en cuanto a como afrontar el próximo MAPOMA, he quedado realmente hecho polvo aunque con un tiempo decente. Recojo el recuerdo de la carrera (donde por cierto no hace mención por ninguna parte a ella), me como un plátano y me voy directo para el grifo de la cerveza a esperar a mi cuñado y pensando ya en las vacaciones de Semana Santa y las Torrijas, a la vuelta será tiempo de pensar nuevamente el en Maratón de Madrid, por ahora toca un merecido descanso. Por cierto, me he encontrado en meta con mi amiguete Rober y una vez mas me ha dejado con la boca abierta, el tío se ha marcado un tiempazo de 1:12:17 sin despeinarse, lo dicho, un maquinón. En cuanto a la lesión que me ha estado acompañando últimamente, noto molestias en la pierna, pero me deja correr....

Salud.