lunes, 14 de febrero de 2011

MEDIA MARATON FUENCARRAL, el 13 día 13.




(Fotos cortesía de Klass y Pytu).

La semana anterior a la carrera me he sentido un poco temeroso con respecto a la misma, debido sobre todo a los comentarios que sobre ella me iban llegando relativos a su dureza, a sus cuestas y a su perfil considerado uno de los mas duros de las Medias Maratones del calendario nacional. Esto me hacía, como no podía ser de otra forma sentirme un poco medroso a la hora de afrontarla. Bien es cierto que la norma que impera en mi cerebro desde hace meses, y la que espero se perpetúe durante mucho tiempo, es la de seguir disfrutando del atletismo durante años y con las menos lesiones posibles, y para ello soy consciente que he de volverme mas conservador en cuanto a ritmos y reciclarme de alguna manera para adaptarme progresivamente a cambiar velocidad por resistencia, y en esas andamos.

La mañana de domingo se presenta fresquita y sin la lluvia que durante la semana se venía anunciando, un poquito de aire pero nada destacable en cuanto a lo climatológico, parece que de nuevo vamos a tener unas buenas condiciones meteorológicas para disfrutar de la carrera.

Llegamos mi cuñado Alejandro y yo, a la Instalación Deportiva Municipal Santa Ana, es decir, “El Polideportivo”, con bastante tiempo de adelanto sobre las nueve y media que es la hora prevista para la salida. En esta ocasión no hay que recoger el chip, ya que éste va incorporado en la parte posterior del dorsal, por lo que al tener bastante tiempo de sobra nos damos un paseo por los alrededores para ir despertando un poco al cuerpo. En esta ocasión correrán también, a parte de mi cuñado Alejandro, nuestros amigos Javi, Enrique, Antonio, y Bienve, con quienes hemos quedado en las proximidades del arco de salida.

Al aproximarse las nueve de la mañana dejamos los chandals en el coche y nos dirigimos a la zona de salida para encontrarnos con ellos, a quienes localizamos rápidamente y con quienes deberíamos empezar el calentamiento. Este brilla por su ausencia, ya que fundamentalmente nos dedicamos a charlar y a contarnos batallitas animadamente y cuando queremos empezar a calentar resulta que ya la gente va tomando posiciones bajo el arco de salida. Son aproximadamente las nueve y veinte minutos y junto a Bienve me sitúo en primerísima línea de salida, mi cuñado y demás acompañantes están un par de filas por detrás nuestra. A nuestro lado se sitúan primeros espadas como Jose Félix Ortiz, ocho veces campeón de esta Media Maratón, así como otros corredores populares de primer orden.

Con precisión británica, y marcada por un pistoletazo que se produce a nuestra izquierda, a las nueve y media en punto comienza la carrera. En apenas veinte metros de recorrido y debido al ímpetu con el que han salido los primeros corredores, he pasado de estar en la primera fila de la competición a ocupar un puesto bastante mas retrasado en la misma. Yo no soy un corredor explosivo, sino mas bien diesel, y me cuesta algunos kilómetros el empezar a correr con soltura, por lo que mi forma de correr no me permite salir rápido, literalmente me dejaría fundido en los primeros kilómetros. Debido a esto durante el primer y segundo kilómetro me adelantan algunos atletas. A lo lejos, y gracias a la buena visibilidad que permite la anchura de la calle del Cardenal Herrera Oria por la que transita la carrera, puedo ver al grupo formado por los primeros corredores y del que ya me separan unos cientos de metros.

Los primeros kilómetros hasta el cuatro los voy completando de una manera, se podría decir, llevadera. Su perfil, aunque con alguna cuesta corta hacia arriba, es favorable en su conjunto, y con el paso de los kilómetros voy entrando en calor, se nota que no he calentado como es debido ya que me está costando mas de lo normal el pescar ritmo y una velocidad de crucero. Aun así, voy sobrepasando a alguno de los corredores que con tanto ímpetu me adelantaron en los dos primeros kilómetros.

A partir del cuarto kilómetro comienza una descarada bajada en la que hay que sujetar un poco las piernas ya que el cuerpo tiende a irse hacia adelante, me uno a un par de corredores que me precedían y formamos un terceto hasta el comienzo del kilómetro cinco, donde a sus inicios somos recibidos con un corto repecho que hace disgregarse un poco al trío.

Desde este punto pasado el quinto kilómetro, hasta prácticamente el ocho y, salvo una pequeña pero incómoda cuesta antes del siete que atraviesa el anillo ciclista, el trazado de la carrera es en una continua y empinada bajada buscando el lecho del río Manzanares. Son muchos metros bajando y el impacto contra el asfalto se hace mas severo de lo normal, lo voy notando en la planta de los pies que las noto recalentadas, como así también en la punta de los dedos del pie que, al ir todo el rato hacia adelante, empiezan a hacer tope con la puntera de la zapatilla, con el consiguiente riesgo de rozaduras o ampollas. Intento modificar la pisada para evitar estos inconvenientes, y a la vez sujetarme un poco y frenar el ritmo ya que bajo demasiado acelerado y esto a buen seguro será un lastre para afrontar posteriormente las largas cuestas que esperan por delante.

No estoy acostumbrado a correr durante tantos kilómetros seguidos por bajadas tan pronunciadas por lo que también mis cuádriceps empiezan a quejarse. El trío de corredores se ha roto hace rato ya y ahora estoy intentando recortar distancia con un par de corredores que me preceden.

Ahora estoy corriendo ya por la carretera de Fuencarral al Pardo, coloquialmente conocida como la carretera de La Playa, y durante cuatro kilómetros acompaño al río Manzanares por su discurrir en este tramo, por lo que el perfil en este espacio me da un respiro al ser casi completamente llano, salvo algunos pequeños desniveles. A mi izquierda puedo observar un campo de Golf, instalaciones deportivas así como un picadero de caballos, es un tramo bonito rodeado de pinos y naturaleza donde se hace agradable el correr si no fuese por el esfuerzo de estar disputando una Media Maratón. He rebasado a otro corredor y me he emparejado con un buen veterano con quien a relevos vamos dando caza a algún otro que se va quedando rezagado de las posiciones delanteras.

En el kilómetro doce pasamos por la puerta de un cuartel y al fondo ya se divisa un giro hacia la derecha, que si hacemos caso al plano del recorrido se trata del giro que da inicio a la temida cuesta que hace famosa a esta media Maratón. Efectivamente, con exactitud milimétrica, en cuanto completamos el citado giro la carretera se eriza hacia el cielo pareciendo buscar una salida entre el muro que nos separa del cuartel a nuestra derecha y los numerosos árboles que nos flanquean a la izquierda. Para añadirle un poco mas de dificultad a la empinada cuesta, el asfalto está parcialmente mojado, con ese punto de rocío que me hace sentir en la pisada una sensación de inestabilidad y de falta de agarre bastante notable, sumado a que ahora parece entrar un poco de cara el aire que poco a poco va arreciando cada vez mas. He llegado al punto crítico de la carrera.

Hasta el kilómetro dieciséis la cuesta solo nos otorga un pequeñísimo respiro antes de completar el catorce, por lo que en todo su tramo voy haciendo la goma con el corredor que en este momento me acompaña. A veces se escapa unos metros por delante, otras veces le recorto, le sobrepaso y quien saca unos metros de diferencia soy yo. Esta situación se convertirá en una constante durante la interminable cuesta, en la que por otro lado hay tramos en los que los músculos cuádriceps me arden de tal forma que parecen quemar, sinceramente la cuesta es dura de verdad y me hace ralentizar mucho el ritmo, incluso hay tramos en los que me da la sensación de no poder superarlos, llevo la respiración muy forzada y el esfuerzo que estoy haciendo es muy exigente y continuado. A lo lejos vemos que nos vamos acercando a un pequeño grupito de corredores que iban en cabeza de la prueba pero es simplemente un espejismo ya que será literalmente imposible el poder llegar hasta ellos, bastante tengo ya con superar la cuesta como para pensar en nada más.

Superado, por fin, el kilómetro dieciséis, encaramos la Avenida Monasterio de Silos, en la que tras unos escasos metros para recuperar el resuello, incremento el ritmo por ser en descarada bajada. En este punto me quedo solo ya que el compañero con el que he subido a ratos la cuesta se queda definitivamente descolgado. He recuperado la respiración y las piernas vuelven a recuperar su nombre, me impongo un ritmo bastante alegre y esto me hace recortar mucho la distancia con otro corredor que va por delante, llegando incluso a superarle a mitad de la bajada que termina pasado el kilómetro dieciocho.

Muy a lo lejos distinto a tres o cuatro corredores, entre los que me parece reconocer al bueno de Jose Félix Ortiz, en la bajada he debido recortarles algo de tiempo pero en seguida el perfil vuelve a picar hacia arriba y yo en este punto ya solo conservo fuerzas para llegar a meta, sin mas florituras.

Estos tres kilómetros finales se me hacen interminables, picando continuamente hacia arriba por una calle ancha y solitaria y en la que apenas hay gente animando, salvo algunos fumadores que cumpliendo su particular castigo salen a la puerta de los bares y aprovechan para ver el paso de la carrera.

Tras un par de rotondas donde hay algo mas de gente alentando y donde choco la palma de mis manos con algunos niños y devuelvo los aplausos a la gente que de esa manera me anima, supero el último escollo en forma de cuesta y a ritmo cansino termino la prueba tras completar una vuelta a la pista de atletismo de la misma instalación deportiva donde dio comienzo la prueba hace una hora y diecisiete minutos.

He llegado muy cansado tras comprobar en mis carnes que efectivamente se trata una de las Medias Maratones mas duras de las que he corrido. Recojo la atenciones que nos ofrece la organización en forma de camiseta técnica, bebidas, frutos secos, fruta, etc.. y espero la llegada de mi cuñado y amigos.

Mientras espero, anuncian por megafonía que en una de las porterías se están “colgando” las clasificaciones por lo que me acerco a ver que puesto he realizado. En un primer vistazo me sorprende el no verme en la clasificación y lo primero que pasa por mi cabeza es que este novedoso chip que llevamos incorporado al dorsal no ha funcionado, pero tras una segunda inspección compruebo que en el puesto trece aparecen los datos de mi amigo Javi y ya me queda claro. En algún momento entre en el que hice las inscripciones y en el que nos hemos puesto el dorsal, hemos debido intercambiarlo por error, y como quiera que en los datos del chip no aparece el nombre, no nos hemos dado ni cuenta y hemos corrido con los dorsales cambiados. Bueno, esto queda simplemente como anécdota.

Al final efectivamente el puesto ha sido el treceavo en la general y el tercero en veteranos, la marca, aunque es lo de menos, ha sido bastante discreta, aunque buena teniendo en cuenta el perfil, de media han salido los kilómetros a tres cuarenta mas o menos.

Esperamos a una rápida entrega de trofeos donde subo al podium como tercer clasificado veterano y acompañando a todo un campeón como es Mircea Mariam Sacara, quien además ha sido el vencedor absoluto de la prueba.

Con el cansancio en las piernas, la compañía de mi cuñado y amigos nos vamos para casa a disfrutar de lo que queda de domingo sin olvidar el obligado aperitivo acompañado de unas cañitas fresquitas. Volvemos con la sensación de haber completado una carrera mas y con las ganas de afrontar ya la siguiente, de la que si todo va bien será la Media Maratón del Camino de Santiago, el día seis de marzo en tierras Riojanas. Pero para eso todavía queda mucho.


Salud para todos y todas.
Alex.