miércoles, 7 de diciembre de 2011

CARRERA MONTAÑA CERRO MARMOTA 25 K.






Después de varios meses sin competir y de hacer un pelín el vago este fin de semana he vuelto a colocarme un dorsal en el pecho. Ha sido con motivo de la celebración de la primera edición de la Carrera Cerro de la Marmota, en el pueblo de Colmenar Viejo en Madrid. Se trata de una carrera de montaña de una longitud de 25 kilómetros y con un perfil bastante exigente al estar repleta de continuas subidas y bajadas, así como también atravesando hasta en ocho ocasiones el arroyo de la Tejada, por lo que no hay mas remedio que remojarse bien los pies.

Llegamos pronto a Colmenar y aparcamos el coche en un parking habilitado por la organización justo al lado del Camino de Santiago en su versión Madrileña y mas concretamente a los pies de una ermita frente a cuya entrada se sitúa el mojón que señala la distancia que resta hasta la Catedral de Santiago, 692 km. sitio de especial recuerdo ya que, hace no muchos años, recorrí ese camino en bicicleta en compañía de unos amigos por lo que conservo alguna fotografía realizada precisamente en ese punto exacto.

La prueba comenzaba a las diez de la mañana por lo que a eso de las ocho y media ya estaba, acompañado como casi siempre por mi cuñado, en el polideportivo Lorenzo Rico recogiendo dorsal y chip. Enseguida recogemos los dorsales, junto con una bolsa con fruta, galletas, bebidas y una camiseta bastante chula, y nos vamos a ver la salida de la marcha que se celebra conjuntamente con la carrera y cuya salida se da una hora antes, a las nueve.

Observamos la gran cantidad de gente que toma parte en la marcha, que recorre idéntico recorrido que la carrera y para la que la organización otorga un tiempo de cinco horas para su realización, siendo la salida a las nueve de la mañana y el cierre de control a las dos de la tarde. Nos llama la atención la gran acogida que ha tenido esta iniciativa, a tenor de los numerosos participantes en esta caminata y de las mas dispares edades, está claro que la gente está cada vez mas concienciada que el deporte es salud y responden fantásticamente a este tipo de eventos.

Después de animar a los participantes en la marcha nos vamos nuevamente hacia el lugar donde hemos dejado aparcado el coche para dejar las bolsas, colocarnos los dorsales y calentar un poco antes de la salida. El chip que nos ha proporcionado la organización es distinto al que normalmente estamos acostumbrados, lleva una goma a su alrededor y nos cuesta algo de trabajo el acoplarlo a nuestras zapatillas, de hecho yo directamente le quito la goma. Después de calentar un poquito, ya que la mañana está realmente fresca, nos vamos para la zona de salida donde en ese momento y por los altavoces están indicando precisamente que el chip debe colocarse en la muñeca para poder hacer rápidos los distintos controles de paso además de por que la carrera atraviesa en siete ocasiones el arroyo de la Tejeda y no es recomendable llevarlo en los pies. Ahora nos explicamos el porqué de la gomita del chip y la dificultad que nos ha supuesto acoplarlo, pues nada, nos los quitamos de los pies y en mi caso al haberle quitado la goma a modo de pulsera que servía para sujetarlo a la muñeca no me queda mas remedio que llevarlo en la mano.

Instantes antes de la salida nos encontramos con dos compañeros de trabajo de mi cuñado Alejandro y conversamos durante los minutos previos a la salida, hasta que a las diez en punto comenzamos la prueba desde las entrañas del polideportivo, e iniciando las primeras zancadas sobre el césped artificial de su campo de fútbol. Hace una mañana estupenda para correr, aunque la temperatura es fría (apenas 2º centígrados) hace solecito y seguramente la temperatura irá subiendo en breve, temo haberme abrigado en exceso ya que he optado por unas mallas en lugar del tradicional pantalón corto, así como pañuelo al cuello y guantes.

La gente ha salido disparada y noto la falta de competición en estos meses, ya que tenía olvidada la sensación de estar rodeado por todas partes por corredores intentando hacerse un hueco a toda costa. Salimos del polideportivo tras dar una vuelta completa al campo de fútbol y, después de aproximadamente un kilómetro pateando un carril bici, dejamos atrás Colmenar Viejo para empezar a tomar contacto con los caminos que serán una constante durante toda la prueba. Ha sido un primer kilómetro, yo diría continuamente picando hacia arriba, suavemente pero hacia arriba, durante el mismo he intentado ir calentando poco a poco y he ido progresivamente adelantando a muchos corredores que salieron por delante de mi, el crono me marca un tiempo para estos primeros mil metros de cuatro minutos y veinte segundos.

Pasado el primer kilómetro adelanto a la fenomenal corredora de montaña y corredora de pruebas de ultra-fondo, Nerea Martínez (1ª Cavalls del vent , 1ª Transvulcania, 1ª Cruza Tenerife,1ª Ehun milak, 2ª UTMB, 2ª Transgrancanaria), y sigo progresando dentro del pelotón y adelantando a mas corredores. El segundo kilómetro ya lo consigo completar mas rápidamente y esto, unido a que cada vez se abren mas huecos entre los atletas para poder correr, hace que siga remontando muchos puestos. A partir del segundo kilómetro el perfil se vuelve descaradamente favorable, ya que tenemos por delante prácticamente ocho kilómetros en constante bajada. Aunque lejos de parecer que fuese un tramo fácil, nada mas lejos de la realidad, puesto que si bien el desnivel favorece el correr rápido, no es menos cierto que el estado del terreno, en algunos lugares repleto de surcos por los que recientemente ha discurrido el agua de las últimas lluvias, y sobre todo el paso hasta en ocho ocasiones del arroyo de la Tejada hacen que este tramo resulte ciertamente “entretenido”.
Del kilómetro segundo al tercero avanzo muchas posiciones, voy corriendo a gusto y con unas sensaciones que hacía tiempo no tenía, adelanto a grupos enteros de corredores y voy realmente rápido consiguiendo salvar este kilómetro en un crono de tres minutos y apenas cinco segundos. Tengo que tener mucho cuidado de donde poso los pies, ya que en algunos tramos hay surcos que atraviesan el camino, así como ondulaciones y baches que salpican el recorrido, además, y al llevar por delante a todos los participantes de la marcha, quienes en algunos casos ocupan todo el ancho del camino, tengo que tener especial cuidado al adelantarlos para no provocar ningún “percance”, no obstante se agradecen mucho los ánimos que recibo de muchos de ellos.
En el primer encuentro con el arroyo de la Tejada, y al no estar acostumbrado a carreras de montaña, me freno prácticamente en seco y lo cruzo por encima de unos postes que lo atraviesan de lado a lado, he perdido escasos segundos en la maniobra pero sigo manteniendo así secos mis pies. Van pasando los kilómetros y voy adelantando a corredores que compiten ya en solitario, ya no adelanto a grupos sino a atletas sueltos y en alguna recta todavía veo a los corredores de cabeza, sin saber a ciencia cierta el puesto que ocupo en este momento ya que al ir los participantes de la marcha por delante es imposible distinguir entre tantas cabezas quienes corren, y quienes andan, de todos modos creo que debo estar y dentro de los diez primeros.
La segunda vez que tengo que atravesar el arroyo me encuentro un poco de atasco formado por los “marchadores” y, como no me apetece nada mojarme los pies (el cauce del arroyo debe cubrir algo mas arriba de los tobillos y tiene cerca de tres o cuatro metros de ancho) espero unos segunditos a que me toque el turno de cruzarlo por encima de los postes de hormigón. Mientras espero me adelantan un par de corredores que atraviesan en arroyo corriendo por su cauce, deben terminar con los pies empapados porque por mucho que se alargue la zancada nadie les libra de tener que introducirlos al menos un par de veces. Una vez cruzado el arroyo vuelvo a correr rápido y en seguida doy alcance a los corredores que me adelantaron mientras esperaba turno para cruzar. Los kilómetros pasan rápido ya que voy muy entretenido recibiendo ánimos, mirando donde piso, absorto en el paisaje que nos rodea y disfrutando de la naturaleza, así llego nuevamente al encuentro del arroyo que una vez mas pone agua de por medio en la ruta. Ésta vez el atasco de gente para poder cruzarlo sin mojarme es considerable y según me acerco pienso que, si quiero mantener mi posición en carrera y no ser adelantado de nuevo, no me queda mas remedio que mojarme los pies. Así lo hago y atravieso el cauce con dos o tres zancadas largas, intentando que el contacto con el agua sea el menor posible, aunque es inevitable salir con los pies calados hasta mas arriba del tobillo, mi sorpresa llega al comprobar que la sensación de los pies mojados no me molesta demasiado, ya que temía que con los kilómetros que quedan por delante, unido al frío de la mañana, el agua me pudiese pasar factura, pero lejos de la impresión inicial de sentir el agua helada, bien es verdad que sigo corriendo igual que antes sin ningún tipo de molestia. De aquí en adelante todos los cruces que restan por atravesar los haré ya chapoteando por encima del arroyo.
Tras unos kilómetros rapidillos me planto en el décimo con un crono de algo mas de treinta y cinco minutos, me paro unos segundos para beber tranquilamente un vaso de agua que me ofrece la organización y sigo hacia delante, ahora ya con un tramo mucho mas duro que nos recibe con una buena cuesta en medio de la cual tengo que “literalmente” atravesar un rebaño de ovejas. A partir de aquí y durante unos tres o cuatro kilómetros el ritmo cae en picado y se nota que no soy un habitual de las carreras de montaña, ya que sufro bastante en las cuestas arriba y noto como se me dispara la frecuencia cardiaca y la respiración, aún así poco a poco me voy acercando a un corredor que me precede y al que progresivamente le voy recortando terreno. Las subidas no es que sean muy técnicas, salvo algunas roderas y surcos el terreno está bastante bien, mi problema es la pendiente y lo continuado de las mismas ya que hay veces que se me hacen interminables al levantar la vista y no ser capaz de conseguir adivinar ni tan siguiera donde acaban las cuestas. En algún punto del circuito un par de voluntarias de la organización están situadas estratégicamente para hacer un control de paso a los corredores, y es por ello por lo que me solicitan el chip (que llevo en la mano por dentro del guante) para poder pasarlo por un aparatito en donde queda registrado.
Al cruce con un ciclista que viene en sentido contrario al nuestro me canta que voy en el sexto puesto, cosa que le agradezco porque no sabía exactamente cual era mi lugar. Debemos andar ya por el kilómetro catorce mas o menos y uno después la organización ha dispuesto, con muy buen criterio, otro punto de avituallamiento compuesto por agua, bebida isotónica, trozos de plátano y barritas energéticas. Al llegar a él ya prácticamente he dado alcance al corredor que me precede, pero decido, al igual que en el avituallamiento anterior, pararme unos segundos y beber tranquilo, así lo hago y enseguida vuelvo nuevamente a correr con un trozo de plátano en la mano del que en seguida doy buena cuenta y que me va a sentar estupendamente. El quinto corredor me vuelve a sacar unos cuantos metros, y ahora de nuevo el perfil es favorable, incluso demasiado favorable, en algunos tramos donde el camino desciende vertiginosamente y tengo que extremar la precaución y fijarme muy bien donde piso ya que vuelve a estar repleto de surcos, ahora con la valla del pardo a la izquierda y un montón de encinas a la derecha, una caída aquí podría resultar fatal. En esta bajada voy demasiado rápido y noto que mi cadera se va a descuajeringar ya que no llevo control sobre ella y únicamente me concentro en no caerme. Al final de la bajada he vuelto a enganchar al atleta que va por delante.

Llegamos al kilómetro dieciséis y el perfil vuelve a empinarse, ahora ya sin prácticamente descanso hasta la meta, quedan por delante nueve kilómetros de subida constante y algunos tramos realmente duros, es en este punto donde alcanzo y rebaso al corredor que durante tantos kilómetros he llevado viendo por delante, es un chaval con muy buenas piernas y mas joven que yo. Ahora no veo a nadie por delante y me concentro en llevar mi ritmo y no salirme de “punto”. Me da la sensación que subo las cuestas muy lento, pero no lo debe ser tanto cuando por detrás nadie me da caza, eso me motiva y me hace correr sin pasarme de rosca intentando llevar un ritmo constante, exigente pero no agónico.

Los kilómetros pasan despacio las cuestas se suceden una tras otra, así alcanzo el diecisiete y dieciocho para poco a poco y dejando atrás Tres Cantos, superar el veinte e irme acercando nuevamente a los dominios de Colmenar Viejo sobre el kilómetro veintiuno. La entrada nuevamente en este municipio se hace por un polígono que me resulta bastante feo y árido, en el que la única nota positiva la pone el último punto de avituallamiento donde recibo el ánimo de unas voluntarias. Ahora los caminos de tierra han dejado paso al asfalto que nos recibe a la entrada del polígono y nos acompaña hasta pasado un puente donde pisamos tierra nuevamente sobre el camino que nos vió partir hace ya mas de una hora y media. Estoy ya a escasos dos kilómetros del final de la carrera y no hay nadie que me incomode por detrás, así como tampoco yo puedo incomodar a ninguno de los que marchan por delante, por tanto, y si la información que me dio el ciclista es buena voy a completar la carrera llegando el quinto de la general.
Llego a Colmenar y lo conquisto por el mismo carril bici que lo hicimos en la salida, poca gente animando pero con muchas ganas, incluso uno de los policías que controlan los cruces me anima a llegar. El último kilómetro lo hago rápido y entro en meta parando un crono de una hora y treinta y nueve minutos, que para ser veinticinco kilómetros salpicados de cuestas en el campo creo que no está mal. Recojo una bebida en meta y rápidamente me voy al coche a cambiarme ya que no quiero quedarme frío, y enseguida vuelvo para ver la llegada de mi cuñado quien lo hace poco después y emocionado por la llegada y por haber superado una carrera tan difícil como esta.

Poco después exponen las clasificaciones donde compruebo que he quedado primero en la categoría de Veteranos A, por lo que nos quedamos a la entrega de trofeos, entrega donde entre otras personalidades, como el Alcalde de Colmenar Viejo, Concejales, el propio padre del tristemente fallecido Pablo Ugarte, niño a cuya asociación con el mismo nombre va dedicado íntegra la recaudación de la prueba, puedo saludar a todo un atleta como lo fue Colomán Trabado.
Me consta que después de la entrega de trofeos hubo un sorteo de cuatro jamones entre los participantes, así como una gran patatada, aunque de estos acontecimientos ya no puedo dar testimonio al tener que regresar sin mas demora a Madrid capital para comer con la familia.

En resumen mi impresión ha sido la de una fantástica carrera bien organizada, por parajes naturales, durilla eso sí, pero con ganas de repetir. Lo mas positivo de todo es que he vuelto a competir después de unos cuantos meses y en algunos kilómetros incluso reviví buenas sensaciones pasadas.
Mucha salud para tod@s.
Avituallando.