domingo, 17 de abril de 2011

34 MARATON DE MADRID (MAPOMA)







Cuando se comienza a pensar en una maratón normalmente se hace con algunos meses de antelación, y desde el mismo día en el que se toma la decisión de participar empiezan las ilusiones, los objetivos, los sueños y como no, los entrenamientos.
Llevo participando en el maratón de Madrid desde el año 2004, y si hay algo que se repite puntualmente, dando igual que sea la primera que la décima prueba, y es algo que no falla a su cita, es el estado de nervios que antecede a la carrera. Días previos sin conciliar bien el sueño, esas mariposillas en el estómago, así como amigos y familiares preguntando eso de ¿El domingo correrás el Maratón no?, sumado a un conjunto de dudas del tipo, ¿Habré entrenado lo suficiente?, ¿Me habré pasado de rosca?, ¿Estaré alimentándome bien?... dudas que nosotros mismos nos respondemos intentamos auto-convencernos de que todo marcha bien.

Bueno, pues todo eso, en esta ocasión se veía acrecentado por los resultados de unos análisis cuyo resultado no eran del todo satisfactorios y los que, a una semana escasa de la gran carrera, me dejaron un tanto desconcertado. Aunque con pocos días para reaccionar, creo que al final pude paliar en parte una anemia moderada a base de cambiar la conocida dieta de hidratos de carbono por otra de mejillones, berberechos y demás delicias traídas del mar, en este caso cambié la agricultura por la pesca. Aunque el run-run en la cabeza me ha ido acompañando durante los últimos días haciéndome plantear como debía afrontar la prueba, bueno mas bien convenciéndome de que debería tomarla con calma para evitar males mayores.

El sábado día en el que cumplí 42 años, acompañado de mi mujer y mis dos hijos fuimos a recoger el dorsal a la Feria del corredor y allí pudimos hacernos unas fotos junto a dos de mis atletas preferidos, por un lado Arturo Casado y por otro Rafael Iglesias, ambos estuvieron muy amables conmigo y con los niños y en el caso de Rafa me pareció muy humano y accesible. Luego en la tradicional comida de la pasta comeríamos junto a un grupo de atletas de Ciudad Real que nos hicieron pasar un rato muy agradable invitándonos a probar muchas de las viandas que ellos mismos traían como queso, chorizo, tortillas de patatas, salchichón, ya que, según ellos, al no poder repetirse el plato de pasta con esto no se quedaban con hambre, doy fe de que efectivamente hambre no pasaron.
Luego ya por la noche dormiría poco como era de prever.

Sea como fuere, esta mañana de un precioso domingo de Abril en Madrid, me he levantado tempranito y tras despedirme de mi mujer y dejar a mis hijos durmiendo plácidamente en la cama, me he marchado en Metro al encuentro de mi cuñado Alejandro que también ha tomado parte en la Maratón. Ya los dos juntos, hemos seguido en Metro hasta llegar al edificio del Ayuntamiento de Madrid (antes propiedad de Correos) donde hemos de encontrarnos con más amigos que llegan desde Vallecas y Velilla de San Antonio. Mientras esperamos, me hace mucha ilusión saludar a Angelín de Villena, un tío que me parece super-majo, así como también tengo ocasión de encontrarme nuevamente con Javi Sanz, quien para mí ha sido la persona a la que le debo mi relación con el Maratón, ya que leyéndole me inculcó las ganas de participar en ellos, no en vano es un gran conocedor de estas pruebas de fondo y un auténtico experto en la materia, llegando a sumar en sus piernas la friolera de 66 maratones.

A la hora convenida aparece algún amiguete mas como Carlos quien tiene en mente atacar las tres horas y a buen seguro que lo conseguirá porque desde luego la marca la lleva en sus piernas, es un chaval con una progresión en los últimos años impresionantes y tiene genética para lograrlo. Esperamos al resto de amigos pero algo ha debido suceder porque a las ocho y media todavía no han aparecido, así que nos vamos poco a poco hacia la zona de salida. Saludo a algunos muy buenos corredores como es el caso de Arturo que participará en los diez kilómetros y paulatinamente vamos tomando contacto con la zona vallada donde a modo de redil los corredores esperaremos la salida.

Carlos y Alejandro se quedan en una zona delantera de la gran masa de corredores que forman las dos carreras, ya que este año nuevamente la organización tiene la mala costumbre de juntar dos pruebas en una sola salida, así estamos por un lado los que disputaremos el Maratón y separados por una valla los que lo harán en los diez kilómetros. Yo me voy hacia la zona delantera donde al tener un dorsal preferente me doy el gustazo de calentar junto a la élite de la prueba, así estiro también al lado de atletas profesionales que tomarán parte en los diez kilómetros como son Jesús España y Rafael Iglesias. También puedo saludar a atletas muy buenos también aunque menos conocidos como es el caso de Juanjo, mas conocido en los foros como “Poliloco”.

Los paracaidistas bajan de un cielo despejado de nubes y queda muy poquito para que de comienzo la prueba, caliento todavía un poco mas pero algo me hace saltar las alarmas, son unos pinchazos en la parte derecha de la ingle, (que ya he notado esta semana pasada entrenando) y que espero que al calentar desaparezcan como en otras ocasiones. La organización poco a poco nos va acorralando bajo el arco de salida y un minuto antes de las nueve de la mañana según mi reloj comienza la competición. Estoy en primera fila, pero pronto me empiezan a pasar corredores por todos lados, y en las primeras zancadas noto que los pinchazos de la ingle se intensifican, debo tratar de ir tranquilo los primeros kilómetros y calentar bien la zona para intentar que desaparezcan.
El paso por el primer kilómetro lo hago muy tranquilo, al igual que el del segundo donde los pinchazos ya comienzan a remitir, así que aprovecho para incrementar un poco el ritmo y unirme a un grupo bastante numeroso que me precede y donde van todas las africanas.

En Nuevos Ministerios recibo los ánimos de toda mi familia, mujer, hermana, hijos y sobrinos quienes están apostados encima del puente y me aplauden sin parar, así da gusto correr.

Vamos en perfil de continua subida pero al ser los primeros kilómetros no hacen demasiado daño ya que todavía las fuerzas están intactas. Al paso por el estadio de fútbol Santiago Bernabéu, la carrera se divide y los corredores de los diez kilómetros nos abandonan por la derecha, girando los maratonianos hacia la izquierda. Pasamos el cuarto kilómetro y sigo inmerso en un numero grupo del que únicamente marcha destacada una atleta extranjera muy rubia que parece no querer correr bajo la seguridad del grupo, aunque las keniatas sabedoras que esta carrera es muy larga la dejan irse simplemente a una distancia de unos veinte metros teniéndola en todo momento controlada.

En el kilómetro quinto está el primer puesto de avituallamiento donde sin sed pego un par de sorbos a una botella de agua, mas que nada por seguir esa regla de oro que dice que en un Maratón hay que beber en todos los puestos. En Plaza de Castilla giramos a la derecha buscando el sexto kilómetro y aquí el grupo empieza ya a perder unidades, todas ellas masculinas, la carrera sigue por el Paseo de la Habana, donde nos merendamos el kilómetro siete, y el ocho nos recibe dándonos paso a la Avda. de Pio XII. En todos estos tramos el público brilla por su ausencia, bien es verdad que son las zonas menos interesantes de seguir desde el punto de vista del espectador, así como que todavía es un hora temprana para Madrid teniendo en cuenta que es Domingo (de ramos para mas señas).
En el kilómetro nueve ya el grupo es un poco más pequeño todavía, en este punto todo cambia un poco ya que alcanzamos a un atleta keniata del club “Kafewake” que se ha ido dejando caer del grupo delantero y se une a nosotros con la intención de hacer de liebre para las chicas, decido dejar las posiciones intermedias del grupo y unirme a él en las labores de liebre y en poco metros ya estamos los dos codo con codo marcando un ritmo cómodo en torno a tres treinta y poco por kilómetro. Así pasamos el décimo kilómetro donde hay otro nuevo puesto de avituallamiento, las africanas por su parte recogen sus botellas personalizadas, y yo por la mía me meto un “buchito” de agua.

Los kilómetros pasan deprisa y cuando nos damos cuenta ya estamos rebasando el once, voy a relevos con el keniata marcando el ritmo, así como indicándoles los baches en el asfalto a las féminas que nos preceden, los bordillos en los giros, etc.. Pasado el kilómetro doce vuelvo a ver de nuevo a toda mi familia al completo, choco las manos con los mas pequeños y recibo los ánimos y aplausos de todos ellos. Mi mujer Lourdes me anima a seguir en el grupo y yo como soy muy bien mandado le hago caso.

En la pequeña, pero continua, subida por Raimundo Fernández Villaverde el keniata me indica que baje el ritmo porque alguna de las chicas cede un poco, así lo hago y le indico que lo marque él, poniéndome a su estela. Pasamos el kilómetro que los mas supersticiosos se negarían a nombrar y tras un giro a la izquierda en la rotonda de Cuatro Caminos repleta de público buscamos la Avda. de Filipinas y con ella el kilómetro catorce. En este punto se une a la comitiva una especie de quad con los anagramas de la cadena televisiva Telemadrid que en un principio lo que hace es estorbar un poco e insuflarnos el humo que va desprendiendo, pienso que realizará algunas tomas y se marchará igual que ha venido, pero no, poco después llega también una moto que transporta a una reportera y compruebo que la intención es continuar delante de nosotros.

En el kilómetro quince nada ha cambiado, seguimos a relevos el keniata y yo, y a nuestra estela todo el batallón de africanas que deben ser como seis o siete. A veces el africano incrementa bastante el ritmo para luego bajarlo de repente cuando comprueba que alguna de las chicas lo pasa mal, otras veces soy yo el que lo marca teniendo la precaución de no dar tirones para no perjudicarlas. Nuevo avituallamiento personalizado para ellas y un vasito de Gatorade en este caso para mi. Aprovecho para llevarme a la boca un trocito, de los tres que llevo en el bolsillo, de la barrita energética que dividí en tres partes para irla comiendo poco a poco.

Entre el quince y el dieciséis pica un pelín para arriba el perfil y se baja un poco el ritmo en el grupo pero enseguida vuelve a acelerarse descaradamente al encarar la calle Fuencarral donde comienza a congregarse numeroso público. El kilómetro diecisiete y medio nos presenta a una Gran Vía como solo puede verse en días como éste, totalmente limpia y despejada de vehículos y flanqueada por gente aplaudiendo a los atletas que durante algunas horas nos hacemos dueños de las calles de Madrid. Giro de noventa grados en Callao para rebasar el kilómetro dieciocho y pasar por uno de los puntos con mas animación de la prueba, una Puerta del Sol henchida de gente animando y aplaudiendo a nuestro paso que nos hace sentirnos importantes, y consigue que el paso por este punto se convierta siempre en uno de los momentos mas emocionantes del Maratón. La calle Mayor no le anda a la zaga y los ánimos son constantes en todo su recorrido donde al finalizarlo se encuentra una de las duchas que la organización ha ido instalando a lo largo del recorrido y a la que el grupo al completo evitamos.

Giramos a la derecha dejando a un lado la Catedral de la Almudena, y durante algunos metros dejamos de disfrutar del sol y la luminosidad de esta mañana de domingo para soterrarnos bajo un túnel con bastante desnivel, tanto de bajada como de subida, que nos hace perdernos el paso por uno de los puntos mas bonitos del recorrido como es el Palacio Real.

Tras dejar atrás el kilómetro veinte comienza la calle Ferraz que pica descaradamente hacia arriba y donde el ritmo del grupo se incrementa bastante por parte de una corredora buscando alguna señal de debilidad en alguna de sus contrincantes, cosa que no sucede. Pasamos la media maratón a buen ritmo y en el siguiente avituallamiento ya les voy recogiendo el agua en los avituallamientos, así me hago con tres o cuatro botellas y las reparto entre ellas. En la Avda. de Valladolid el keniata que va de liebre pega otro acelerón y aquí si una de las chicas se queda un poco rezagada, él se da cuenta y supongo que al no ser de las que son de su partida pega un nuevo cambio de ritmo y lo incrementa un puntito mas.
En éstas llegamos a la estación de Príncipe Pío y con ella el kilómetro veinticinco, donde me espera Lourdes con los niños, mi mujer me entrega un gel y mi hijo mayor hace lo mismo, les envío unos cuantos besos y ellos me devuelven unos aplausos cargados de energía, mas de la que los geles me puedan aportar de aquí en adelante.

En este kilómetro veinticinco el keniata que venía de liebre se hace a un lado y se retira, quedándome solo en el grupo de las seis africanas que todavía continúan compactas, yo por mi parte continúo en cabeza ya que voy muy cómodo y las sigo marcando el ritmo.

Entramos en la Casa de Campo a buen ritmo, me llevo a la boca otro pedacito de barrita y en el kilómetro veintiséis recibo los ánimos de Torcas, un amigo-forero al que me une una bonita amistad desde hace algunos años, desde aquí quiero agradecerle sus ánimos que me llegaron a lo mas profundo, gracias Jose.

Continuamos por el Pº de los Plátanos y en el siguiente avituallamiento vuelvo a coger agua para la mayoría del grupo repartiéndola entre ellas y quedándome una botella para pasar el gel que me acabo de llevar a la boca y que es mas pastoso de lo que yo me esperaba. El ritmo sigue siendo bueno y de vez en cuando miro hacia atrás porque no quiero perjudicar a ninguna de las atletas, yo no tomo parte por ninguna de ellas y no sería justo que lejos de la labor de liebre hiciese la de lanzador para alguna de ellas. Si noto que alguna sufre algo mas de lo normal bajo un poco el pistón hasta que las cosas vuelven a la normalidad.

Cerca del kilómetro veintiocho una de las chicas sale del grupo con la clara intención de marcharse hacia delante, yo me hago a un lado y enseguida un par de ellas saltan a buscarla para una decena de metros después volver a la disciplina del grupo. En cuanto las cosas se han calmado nuevamente me pongo en cabeza y marco el ritmo otra vez.

Al paso por el kilómetro veintinueve y mas concretamente en el treinta ya las noto mas nerviosas y con ganas de empezar las hostilidades así que me aparto a un lado y las dejo hacer, aunque todavía el grupo seguirá compacto hasta el kilómetro treinta y uno, no así en el treinta y dos, donde antes de abandonar la Casa de Campo ya el grupo se ha visto reducido a cuatro atletas etíopes, ya que las dos keniatas se han descolgado unos metros al no poder entrar al cambio que un par de etíopes han realizado.

Al salir de la Casa de Campo y en vista de que la distancia entre las etíopes y las keniatas es cada vez mayor y ya no van a entrar en el grupo, decido nuevamente pasar a encabezarlo. Tras una larga bajada giramos a la derecha buscando el kilómetro treinta y tres donde recibo los ánimos de Natalia, una compañera de trabajo y excelente persona. Todo el Pº de la Ermita del Santo, el Puente de San Isidro con su kilómetro treinta y cuatro, así como el Pº de la Virgen del Puerto lo hago tirando del conjunto, pero ya en los dominios de la Ronda de Segovia y el Pº Imperial poco a poco voy dejando paso a las africanas al notar que van con ganas de probarse entre ellas mismas. No me equivoco ya que poco después en el kilómetro treinta y siete empiezan las escaramuzas, hay saltos continuos entre ellas hasta tal punto que en alguno de ellos me quedo descolgado, aunque luego cuando se van dando caza y se relajan, de nuevo vuelvo a contactar. Esto será ya una constante hasta el final de la carrera, por lo que salvo un par de ocasiones mas en las que se tranquilizan un poco y vuelvo a tomar la cabeza, ya son mas en las que me quedo a cola de grupo disfrutando en primera línea de sus contiendas.

Mientras voy distraído con el devenir de la carrera no soy consciente de que ya llegamos al kilómetro treinta y ocho y empiezo ya a notar los efectos devastadores de los kilómetros en mis piernas, ahora ya los kilómetros pasan mas lentos así que el treinta y nueve tarda en llegar. El paso por Atocha es como siempre bastante emotivo por la gran cantidad de público que se concentra para animar, pero ahí empiezan las cuestas que mas se atragantan en esta carrera y donde bajo el ritmo de manera progresiva. En el kilómetro cuarenta ya la guerra entre las chicas es abierta y definitivamente me descuelgo del grupo, esa no es mi guerra. Aprovecho para tomarme el último gel que ya tendrá que ser suficiente gasolina para llevarme hasta la meta y al tran tran y a una decena de metros de ellas acabo con la calle Alfonso XII y llego al kilómetro cuarenta y uno a los pies de la Puerta de Alcalá, en este punto todavía me engancho de nuevo con las africanas, pero será un espejismo ya que un nuevo cambio por parte de una de ellas hace que se alejen de nuevo. Yo no sigo ya ningún tirón, voy pensando simplemente en llegar al kilómetro cuarenta y dos donde me espera Lourdes con mis hijos y seguramente el mayor de ellos estará esperándome nervioso para acompañarme hasta la meta. Efectivamente así sucede, en cuanto llego al kilómetro mas esperado de todos, mi hijo está esperándome ansioso por correr a mi lado, tan ansioso que si no le sujeto un poco me deja atrás. Muy emocionado y contento cruzo una vez mas la línea de meta junto a él y le dedico el mayor de mis besos, es el mejor premio que un padre puede tener y me siento muy afortunado por ello.

Al final mi puesto ha sido el veintiséis quedando cuarto de mi categoría, no está nada mal y ya lo hubiese firmado hace una semana cuando me amenazaba la anemia. Me he quedado con un muy buen sabor de boca y he disfrutado muchísimo esta carrera, ahora toca descansar y pensar en próximos objetivos. Como siempre tengo que agradecer a mi mujer Lourdes el encargarse de toda la logísitica con los pequeños que me hace poder tomar parte en las carreras de una manera mas tranquila.

Salud para todos/as.

domingo, 3 de abril de 2011

XI MEDIO MARATON DE MADRID




(Foto Cortesía Arganzboy)

Hoy ha sido la onceava edición de la Media Maratón de Madrid, y creo que he tomado parte en todas las ediciones anteriores, así que para no perder la costumbre pues esta vez no iba a ser menos.

A las ocho de la mañana en punto me encontraba con mi cuñado Alejandro y juntos hemos tomado el Metro para dirigirnos a la estación de Retiro. Los vagones han ido paulatinamente llenándose de corredores de todas las edades, sexos así como también nacionalidades, pero en lo fundamental todos compartiendo la misma ilusión y la misma pasión por un mismo deporte.

Llegados a Retiro nos esperaba un corto, pero agradable, paseo matutino hasta llegar a la zona de entrega de dorsales, donde nos esperaban el resto de compañeros y amigos que nos han acompañado en el día de hoy en la prueba. Allí estaban ya esperándonos Javier, Antonio, el veteranísimo e incombustible Enrique, también Carlos, el mas joven de todos y con una fantástica progresión en los últimos meses, así como Pedro acompañado de su mujer, quien en esta ocasión, a pesar de estar inscrito, no tomará parte en la prueba al encontrarse todavía recuperándose de una lesión que se produjo en el pasado Maratón de Roma.

Una vez todos juntos, los que quedamos por recoger el chip nos disponemos a ello, y ciertamente lo retiramos en un santiamén, en mi caso al inscribirme la organización con el número de dorsal 58 saldré desde la zona de cabeza e incluso tenemos una zona reservada para calentar, por lo que no necesito tomar posición dentro de la gran masa de corredores que empieza ya a formarse y van ocupando sus sitios dentro de los carteles que indican los tiempos previstos de llegada.

Calentamos todos juntos unos minutos y la gran mayoría de mis amigos se marchan a tomar posiciones quedándonos únicamente Carlos y yo trotando todavía un rato más cuando son las nueve y cuarto de la mañana. Mientras calentamos nos cruzamos con el gran Fabián Roncero, a quien saludo y con quien choco la mano en el momento del cruce. Seguidamente Carlos se marcha también para ir cogiendo sitio y yo me dirijo ya a la zona reservada a los primeros doscientos dorsales. Allí tras pasar el control de la puerta sigo calentando mientras me recreo mirando a mi alrededor a todos los atletas que calientan junto a mí, o yo junto a ellos, según se mire. Puedo reconocer a grandes corredores como por ejemplo a Pablo Villalobos, actual campeón de España de Maratón, a Yesenia Centeno una gran atleta con quien ya he coincido en alguna carrera en el pasado. También hay un nutrido grupo de atletas africanos, tanto en categoría masculina como femenina, así como marroquíes, y me hace mucha ilusión cuando Gorka, a quien hasta hoy no conocía personalmente, reclama mi atención y con quien tengo el placer de cambiar unas palabras.

Sin tiempo para mucho mas nos colocamos en la línea de salida, y tras guardar un minuto de silencio durante el cual la organización lee un manifiesto en memoria del corredor tristemente fallecido el año pasado, se da inicio a la carrera.

Al estar en posiciones muy adelantadas salgo bastante rápido durante todo el paseo de coches hasta abandonar el retiro, giro a la derecha y rápidamente nuevo giro a la izquierda para encarar la calle Principe de Vergara, voy en el numeroso grupo donde están todas las atletas africanas favoritas para ganar la carrera, cuento unas cinco chicas de color, pero hay tantos corredores en este grupo que bien podría haber alguna mas que no halla visto.

La calle Principe de Vergara en es continua subida, voy muy cómodo en el ritmo que llevan y así paso el primer kilómetro y también el segundo, donde recibo ánimos de Jose Luis, a quien conocemos como Yonhey en el foro de Carreras Populares. En este punto giramos a la izquierda para patear ahora en perfil llano la calle Diego de León. Hay poca gente animando en estos tramos pero al ir corriendo en un grupo tan numeroso casi ni se nota esa ausencia de público momentánea. Cerca del tercer kilómetro hacemos un nuevo giro, esta vez a la izquierda para correr unos pocos metros por la calle Serrano abandonarla rápidamente virando nuevamente a la derecha. Estamos en un tramo de bajada donde se nota un descarado incremento de ritmo, aún así me encuentro bastante bien y con ganas incluso de tirar hacia delante, pero hoy mis aspiraciones son otras, a apenas quince días de la gran cita con el Maratón de Madrid, hoy trato de hacer un entrenamiento de calidad sin perder la cabeza, ya que las fuerzas que gaste hoy de más las puedo echar en falta dentro de unos días, así que me digo a mi mismo que tranquilo, que disfrute de la carrera pero sin ninguna otra pretensión ni ambición, únicamente la de rodar rápido y buscar buenas sensaciones.

En esas andan mis pensamientos cuando abandonamos la calle Almagro por su derecha y rebasamos el cuarto kilómetro donde empieza una larga subida que no finalizará hasta los dominios de noveno. Sigo bastante cómodo y con buenas sensaciones a pesar de que ya en el grupo empieza a notarse un ligero pero constante incremento del ritmo.
Durante los casi dos mil metros durante la calle Santa Engracia voy a cola del grupo, y puedo ver como al lado derecho y sobre la acera está otro gran corredor, en este caso animando, aunque con un dorsal con numeración mil y pico en su pecho, supongo que esperando a algún amigo para acompañarle en algún tramo, su nombre es Arturo. Intento saludarle pero yo voy en la parte mas alejada de la acera y él a su vez está animando a otro atleta que va en mi mismo grupo y le oigo claramente que le grita algo así como que bien acompañado vas, refiriéndose al elenco de africanas que dominan el conjunto.

A la llegada del quinto kilómetro y por consiguiente el primero de los avituallamientos, el incremento del ritmo en el grupo ya es mas que notable y tengo dos opciones, o seguir con ellos o descolgarme y seguir a mi ritmo, aunque esta segunda opción no parece muy recomendable ya que por detrás de mi existe un gran hueco y me quedaría corriendo en solitario. Pasamos por delante del Parque de Bomberos, quienes están en la calle animando y han sacado algunos de sus camiones a los que hacen sonar la sirena para darle ambiente a la carrera. Es en este momento en el que voy deshojando la margarita, cuando se descuelgan un par de corredores del grupo, y las chicas a su vez le dan un puntito mas de ritmo a la carrera, así que poco a poco voy perdiendo metros con ellas y me voy quedando atrás.

Cerca del paso por Cuatro Caminos, puedo ver a otro gran corredor que en el día de hoy ejerce labores de animador, se trata de Jose Manuel (Torcas), un gran atleta y una magnífica persona, recibo sus ánimos y sigo hacia delante buscando el comienzo de la calle Bravo Murillo. En este punto, tal y como me temía ya voy solo, pues nada, no es la primera carrera que me pasa ni será la última, así que a ajustar mi ritmo de crucero y a seguir sumando kilómetros.

Paso por el kilómetro siete y me alcanza y me rebasa un corredor que viene a buen ritmo desde atrás, en seguida me abandona y se marcha con clara intención de cazar al grupo de las africanas. Yo sigo a lo mío, subiendo por la calle Bravo Murillo y recibiendo ánimos de un público en este tramo ya algo mas numeroso. El paso por el kilómetro ocho lo hago ya con ganas de que se termine la cuesta, pero ésta nos seguirá acompañando hasta pasada la Plaza de Castilla y en el comienzo de la calle Mateo Inurria. Durante ese tramo me han rebasado un par de corredores mas, pero éstos no se han marchado demasiado, por lo que los llevo delante a escasos metros.

Ahora ya el perfil será ya más favorable durante unos largos kilómetros, por lo que me doy unos metros de recuperación para tomar aire después de la larga subida y después me marco un ritmo algo mas alegre para encarar la larga bajada.

Voy relativamente bien, pero la pierna derecha y sobre todo la cadera de vez en cuando me envían algún recadito en forma de pinchazo. A mis cuarenta y un años ya hay lesiones que se me han vuelto crónicas y tengo que aprender a vivir con ellas, es por ello por lo que de vez en cuando alguna de las muchas que padezco me recuerdan que siguen estando ahí, y que debo mimarlas si quiero que ellas a su vez se porten bien conmigo. Así que cuando recibo alguno de esos recaditos en forma de pinchazos inguinales intento concentrarme en hacer una pisada menos agresiva para sufrir menos los impactos contra el suelo, pero una cosa es intentarlo y otra muy distinta es conseguirlo.

Paso el kilómetro diez en treinta y seis minutos y pocos segundos y continúo bajando ahora ya por la calle Príncipe de Vergara. Desde hace un rato ya que voy comprobando como el grupo que va por delante se va separando cada vez mas, ya que les acompañan unas cuantas bicicletas marcando la posición de las chicas y éstas cada vez las veo mas a lo lejos, como también voy comprobando como con el paso de los kilómetros se van descolgando corredores a los que en algunos casos consigo rebasar. Paso el kilómetro once por una zona donde vuelve a verse poca animación de público y mis pensamientos se centran en intentar mantener una buena cadencia de zancada, así como en intentar hacer unos buenos apoyos con los pies ya que la cadera me está molestando bastante. Hago todavía en solitario una pequeña subida buscando ya la calle Serrano y dejo atrás el doceavo kilómetro.

Inmersos ya en la mas Serrana de las calles el perfil se vuelve descaradamente favorable de nuevo y así nos permite a los corredores volver a sentirnos rápidos durante un par de kilómetros, así incremento el ritmo por kilómetro y consigo recortar bastantes metros con algunos corredores que me preceden. En este punto observo como en un lateral hay un coche de la organización parado, al que se dirige un corredor africano que ha abandonado la prueba, a buen seguro con problemas estomacales ya que no para de hacer gestos de dolor dirigidos hacia su abdomen. Justo en ese momento me alcanza un corredor que viene desde atrás y me comenta que vayamos los dos hacia delante, a lo que le respondo que no me veo ya con fuerzas, y que si él se ve fuerte que tire, y así lo hace separándose de mi unos cuantos metros, sobre todo al finalizar nuestro periplo por la calle Serrano que nos despide con un pequeño repecho que continúa prolongándose durante un buen trecho por la calle Diego de León y una vez pasado el kilómetro catorce. Durante la subida los corredores que llevo delante se vuelven a escapar bastantes metros y ahora ya lejos de tomármelo como un entrenamiento estoy intentando ir rápido, pero no lo consigo como quisiera. Es en el momento de encarar de nuevo la calle Príncipe de Vergara y tras el avituallamiento del kilómetro quince donde tomo unos sorbos de agua y lo que puedo de un vaso de gatorade (nunca se me ha dado bien el beber corriendo), cuando sabedor de que quedan apenas seis kilómetros, intento correr mas rápido de lo que lo vengo haciendo durante toda la carrera. Así lo hago y poco a poco voy pescando un ritmo mas vivo que me permite llegar hasta varios de los corredores que me precedían hasta el momento. Recibo los ánimos de otro forero conocido como Abebebikila, y cerca del cruce con la calle O’donell atrapo a un excelente corredor del club Clínicas Menoría, a quien invito a unirse a mí y buscar juntos la meta, pero me da la sensación que va bastante tocado y aunque durante algunos metros aminoro el ritmo para intentar que se enganche a mí, al paso por el kilómetro dieciséis ya soy consciente de que no lo consigue, por lo que de nuevo incremento la marcha y sigo progresando. Me uno a otro par de corredores y tomo la cabeza del trío marcando el paso durante toda la avenida Menéndez Pelayo. Al paso por el kilómetro diecisiete ya me he destacado del trío y vuelvo a correr solo ahora por el paseo Reina Cristina.

El paso por los dominios de la estación de tren de Atocha lo sigo haciendo en solitario y cada vez recortando mas terreno con otros dos corredores a los que voy dando caza. Pasado el decimo octavo kilómetro ya la distancia que me separa de ellos es de apenas cincuenta metros, pero sabedor de la cuesta que nos espera por delante decido bajar un poco el ritmo y reservar fuerzas para la entrada en el parque del Retiro.

Giramos a la derecha para hacer frente a la calle Alfonso XII y empieza la cuesta que, aunque no es dura todavía, ya va haciendo mella. Tras un giro de noventa grados a la derecha empieza lo duro de verdad al entrar al parque por la cuesta del Angel Caído. Ya la recordaba dura de la edición del año pasado, pero una cosa es recordarla y otra es volverla a sufrir de nuevo. El ritmo se vuelve totalmente cansino, las piernas comienzan a arder y me da la sensación de ir parado si no fuese porque observo como voy recortando algún metro con los dos corredores que llevo delante. El coronar la cuesta se me hace interminable, intento distraerme con los ánimos del público que ya empieza a ser mas numeroso pero lo cierto es que superar la cuesta me está agotando. Pasamos el kilómetro diecinueve pero con un ritmo que se ha vuelto lento por necesidad, menos mal que poco después acaba la cuesta y aunque el perfil vuelve a ser llano todavía necesitaré unos cuantos metros para recuperar el aliento ya que me he quedado sin resuello y todavía no puedo ir mas rápido.

Estoy en un punto de la carrera donde unas vallas nos separan de los corredores que van por delante de nosotros y que habiendo realizado ya un giro de ciento ochenta grados al que no hemos llegado todavía, se acercan al kilómetro veinte. Así me cruzo con las primeras corredoras africanas, ahora ya separadas entre sí por varios metros, como también me cruzo con Gorka, que acompañado por su hermano que le va haciendo de liebre está intentando hacer su mejor marca personal en la distancia, le doy algún grito de ánimos y me dirijo a encarar el giro cerrado que nos acerca al kilómetro veinte.

Poco a poco voy recuperando de nuevo una respiración mas calmada y así voy incrementando nuevamente el ritmo que me lleva a dar caza a otro corredor y me acerca mucho al siguiente. Paso el kilómetro veinte y el perfil vuelve a picar un poquito hacia arriba pero ahora mucho mas suavemente. Tras negociar un giro a la derecha vamos paralelos al estanque del Retiro y sabedor que queda apenas un kilómetro mantengo la velocidad que traigo y me distraigo con el ya numerosísimo público que nos acompaña. Me queda únicamente un giro de noventa grados a la derecha que hago bastante rapidillo y que me mete de lleno en el Paseo de Coches donde mas adelante, y tras una sucesión de arcos, está situada la línea de meta. Ahora ya la cantidad de público que nos rodea es impresionante y sus aplausos y sus ánimos le hacen sentirse a uno alguien importante. Son esos aplausos y esos ánimos, recibidos también de mi amigo Pedro que me grita desde detrás de la valla, los que me llevan en volandas hasta debajo del arco de meta donde paro el reloj en un tiempo de una hora, dieciséis minutos y cincuenta y siete segundos. Pienso que no está mal aunque por otro parte mi lado mas competitivo me dice que está lejos de lo que en otras ocasiones logré en esta misma carrera, pero al día de hoy es lo que hay y he de saber quedarme con su lado positivo.

Me saludo con algunos corredores con lo que he coincidido durante la carrera, cambio algunas impresiones de nuevo con Gorka, quien me parece una excelente persona y un pedazo de corredor, y mientras me como un plátano y bebo algo me dirijo hacia las vallas para esperar a todos mis amigos.

La carrera, excepto en los primeros kilómetros, me ha resultado algo aburrida, supongo que al ir solo todo se hace mas monótono, pero lo bueno es que he conseguido completarla decentemente, llegando en el puesto cuarenta y nueve sin haber salido a disputarla a tope, aunque luego en carrera uno se pica y siempre se deja mas fuerzas de las en un principio previstas.

Ahora toca descansar de carreras durante estos próximos quince días e ir poco a poco mentalizándome de que la siguiente vez que me cuelgue un dorsal será para afrontar una carrera que ya escribo con mayúsculas.. MAPOMA 2011.

Salud para todos/as.