miércoles, 23 de mayo de 2012

CROSS TRES REFUGIOS 2012



Después de varios meses sin aparecer por aquí, hoy voy a actualizar un poquito el blog ya que está cogiendo algo de polvo últimamente. Lo cierto es que, por otra parte, no hay mucho que contar ya que estoy en una etapa deportiva en mi vida en la cual prácticamente no estoy compitiendo y, únicamente salgo a trotar tranquilamente por el parque escuchando buena música y limitándome a sentirme bien conmigo mismo, sin ninguna otra pretensión.

En el pasado Maratón de Madrid realicé únicamente los últimos 25 kilómetros acompañando a mi cuñado, disfrutando de otra manera de esta parte del recorrido, una forma distinta de llegar a meta ya que se me hizo muy extraño terminar en los últimos kilómetros sin la sensación típica de sufrimiento al finalizar una maratón.

Desde entonces no había vuelto a colocarme un dorsal hasta el pasado domingo donde formé parte de los trescientos cincuenta descerebrados que nos dimos cita en el Cross de los Tres Refugios que se celebró en plena sierra madrileña. El recorrido partía desde el puerto de Navacerrada para subir hasta la Bola del Mundo, pasando por La Maliciosa, Canto Cochino, la Charca Verde, para volver a subir la Bola del Mundo y finalizar en el mismo punto de partida tras completar casi treinta y dos kilómetros de trazado sinuoso con continuas subidas y bajadas repleto de piedras, raíces, así como hielo y nieve en algunos puntos.

El día no acompañaba en absoluto, y a la llegada, junto con mi cuñado, al puerto de Navacerrada, ya pudimos comprobar las condiciones adversas que nos esperaban, no obstante a nuestra llegada ya caían unos pequeños copos de nieve custodiados de un vientecillo muy fresquito que acentuaba la sensación de frío. Tras aparcar el coche y rondando las ocho de la mañana nos dirigimos a recoger el dorsal al Albergue, donde nos encontramos con nuestros compañeros Juan Agus y un Alejandro más. Allí tras recoger el dorsal comentamos que el día no está para bromas y tendremos que tomar muchas precauciones para no llevarnos algún disgusto en la cima de la montaña, todo apunta a que allá arriba las condiciones serán todavía peores.

Yo solo hago que pensar en el calzado que llevo, por mas que miro a mi alrededor la gente va super-preparada con zapatillas de buenos tacos de montaña y yo calzo unas de asfalto con una telilla tan fina que noto el aire gélido a través de ella en mis pies, estoy convencido que lo voy a pagar caro, en fin, no tengo otras y espero no encontrarme mucha nieve y poder correr bien.


Tras una pequeña charla de la organización en la que nos piden mucha prudencia y estar atentos a las marcas que señalan el recorrido para que nadie se pierda, a las nueve y cuarto de la mañana se da la salida. Ascendemos unos cientos de metros por la carretera para enseguida girar a la derecha y comenzar paralelos al teleférico la subida a la bola del mundo por una pista pedregosa y helada que, a cada paso, acumula mas cantidad de nieve, parece mentira que estemos finalizando el mes de mayo. He salido muy tranquilo y estoy inmerso en el grupito de los diez primeros corredores que enseguida pasamos a convertirnos en “andadores” ya que es literalmente imposible seguir corriendo. Así pasamos todos a caminar avanzando paso a paso por la dura ascensión y formando una larga fila india procurando seguir la huella de los que situados en cabeza abren la prueba. Sobra decir que a los primeros pasos por la nieve ya llevo los dos pies totalmente calados, y esto acaba de empezar.


La subida a la Bola es agotadora y se hace interminable, hay tramos muy resbaladizos y tengo miedo de perder el equilibrio y rodar ladera abajo, no consigo dar tres pasos seguidos sin algún resbalón, así fijo la vista única y exclusivamente en donde pongo los pies, y las pocas veces que levanto la mirada compruebo que el cuestón es cada vez mas empinado. Cuanto mas nos acercamos a la cima mas nieve-hielo se acumula y, ello sumado a que el aire arrecia con mas fuerza y que nos recibe con una fuerte ventisca unida a la niebla que hace imposible la visión mas allá de una decena de metros, convierten en un infierno la ascensión, yo confió en que quien va primero esté yendo por el buen camino, porque vamos todos detrás como borregos….



Por fin coronamos y al mas puro estilo Calleja “hacemos cima”, donde las imponentes antenas que dominan la cumbre se yerguen ante nosotros con actitud dominante tras haber surgido de entre la espesa niebla. Ahora la ventisca nos golpea con mas fuerza y unido a la dificultad de correr por la nieve-hielo y la pronunciada pendiente, hacen que sea realmente duro el poder correr, no en vano hay corredores que al grito de “así no hay quien corra”, prefieren darse la vuelta en ese punto y volver sobre sus pasos buscando la seguridad de las instalaciones del puerto de Navacerrada que hemos dejado atrás hace apenas un kilómetro.

Una vez alcanzada la cima, ahora toca bajar hasta el collado del Piornal por un estrecho sendero salpicado de hielo y piedras, algo mas peligroso si cabe que la dura subida, ya que el cuerpo debido a la terrible inclinación se desplaza irremediablemente hacia delante y los esfuerzos de las piernas por intentar sujetarlo pasan un caro peaje en forma de dolor en los músculos cuádriceps, por no hablar de la suma de resbalones que hacen que en mas de una ocasión esté a punto de irme al suelo. Todo ello unido a que, justo delante de mi un corredor ha caído y se ha hecho bastante daño con algún corte en la rodilla y muy posiblemente un esguince de tobillo, hace que me plantee seriamente el bajar el ritmo, tomármelo con mucha cautela y asegurar cada pisada para intentar no caerme, ése pasa a ser mi objetivo principal.



Volvemos a subir hacia la Maliciosa y el camino sigue siendo resbaladizo, técnico, difícil y pedregoso, a estas alturas ya me han pasado decenas de corredores, a algunos de ellos vuelvo a adelantarles en las subidas. Definitivamente mi objetivo es llegar sano y salvo, lo tengo claro, no me la juego. En este punto me alcanza la primera chica. Así junto con ella y otro corredor marchamos en un trío separados del resto de corredores durante bastantes kilómetros.

Hasta el collado de las vacas el descenso es empinado y técnico, hay que ir con cuidado, bajo sin arriesgar, dejando pasar a algunos que nos dan caza y que van más rápido, los cuadriceps se van cargando mas. Larga bajada, primero por la cuerda de los porrones por un camino con mucha piedra suelta y en algunos tramos técnicos. El tiempo ha mejorado y se ven unos tímidos rayos de sol, desaparece la nieve y se ven los primeros claros, las vistas preciosas pero tengo que ir concentrado en el camino. Después de un buen rato bajando y, las menos veces llaneando donde vuelvo a dar caza a alguno de los que me adelantaron en la bajada, llegamos a Canto Cochino donde tras una breve parada para un ligero avituallamiento continúo corriendo ahora por buen camino. Esto hace que pueda imponer un ritmo mas vivo a mi carrera y dar caza a otros cuantos corredores que me preceden. Vamos llaneando entre pinares en ligero ascenso, llegamos a la Charca Verde, ahora junto con la primera clasificada, voy inmerso en un grupito de unos diez corredores.



Algún kilómetro después llega la gran subida del día que nos supondrá tendré que salvar mil metros de desnivel en apenas ocho kilométros. A partir de aquí se hace complicado el poder correr, muchas raíces y piedras hacen que tenga que hacer andando algunos tramos. Sigo subiendo ganando altura y disfrutando de las vistas para bastante rato después llegar el puente de los Manchegos. A partir de aquí se hace literalmente imposible el poder correr, es una sucesión continua de riscos, pedregales, raíces, arbustos y árboles que dificultan incluso el poder caminar con comodidad, así que me armo de paciencia y pasito tras pasito continúo con la dura subida. Al cabo de un rato se pasa nuevamente del sol a la ventisca con agua/nieve y me adentro prácticamente en solitario en un valle salpicado de agua por todas partes, ni que decir tiene que los pies siguen tan calados como en la salida. En este punto el porcentaje de la rampa disminuye un poco y se puede volver a trotar, que no correr, durante algunos cientos de metros. Atravieso zonas encharcadas y un valle con ganado vacuno suelto y repleto de “plastas de vaca”, inevitable en pisar alguna. Han desaparecido los árboles, ahora todo son praderas y piedras y no veo por ninguna parte un punto de referencia donde fijar la vista en la subida, la Bola del Mundo se me antoja muy lejana todavía. Sigo sumando metros sin parar, la nieve hace acto de presencia nuevamente y empiezo a pisar otra vez hielo, mis pies ya ni los siento, deben estar a punto de congelarse.

Cada vez que levanto la vista me encuentro con un nuevo cuestarrón, así que mejor no alzarla mucho porque el terreno está empapado y hay agua y hielo por doquier.

Llego a la zona mas alta donde hay nieve por todos lados y tengo que escalar, si, si escalar un nevero con bastante inclinación, echo en falta un piolet…



Con mis zapatillas “voladoras” y ligeras de asfalto voy de resbalón en resbalón, es como si intentase correr con una moto con neumáticos de seco en una pista de hielo, es un milagro que me mantenga en pie. Superado el nevero me meto de lleno otra vez en la ventisca, siguiendo la huella dejada por los corredores que me preceden llego la bola y desde allí por una pista de hormigón semi-congelada todo para abajo hasta terminar por la misma pendiente super, super-inclinada y pedregosa que subimos en el inicio para desembocar en el Puerto de Navacerrada.




Llego a meta fundido, sin sentir los pies y los cuádriceps destrozados, han sido cuatro horas de esfuerzo que empiezan a pasar factura, repongo fuerzas en el último avituallamiento en meta que nos ha preparado la organización a base de carne de membrillo, jamón, queso, frutos secos y un vaso de caldo calentito que me sabe a gloria. Espero la llegada de mi cuñado que, unos cuarenta minutos después, llega cansado y contento.



Ha sido una dura experiencia no apta para todo los corredores, no en vano hubo mas de cincuenta abandonos, ahora toca recuperarse y volver a los entrenamientos diarios sin ningun objetivo en mente, tan solo disfrutar del deporte.



Salud para todos/as.



8 comentarios:

mannarro dijo...

joder mancho, flipante, que bueno y tu para arriba y yo para abajo,cada dia peor, no paran de salirme ampollas y rozaduras en los pies. enhorabuena campeon

mannarro dijo...

por cierto, debes de cortarte esas greñasssssssssssssss

Lourdes dijo...

Estoy contigo, Miguel.( Con lo de las greñas...)

Manuel Tintoré Maluquer dijo...

!Ostias!; si has salido vivo de ahí es que eres todo un fenómeno; sólo por haber terminado ya te mereces mi más sincero respeto y admiración.

yonhey dijo...

Joder Alex, vas a terminar dejando el asfalto y metiéndote a tope en la montaña, bueno, lo de meterte a tope ya lo has hecho, de aquí en nada te veo ya en un ultra, si no lo has realizado aún. Y es que todo es más bonito en montaña, aunque también es duro, sobre todo si te pillan esas condiciones.
Salu2 y enhorabuena.

Alex dijo...

PICHITA:
Si te cuento como tengo yo ahora los pies ibas a flipar, estoy por hacerles una foto, je, je, .. Gracias por la enhorabuena y en cuanto a las greñas no eres el único que quiere cortármelas, hay por ahí otra que también está deseando meter la tijera.
Un abrazo pischa....


LOURDES:
Tú encima dale la razón al niño, ja, ja.. estais todos en mi contra, que cabritos....


MANUEL:
Es verdad que estaba complicadillo, pero con entrenamiento y fuerza de voluntad cualquiera es capaz de terminarlo, luego las agujetas son otra cosa... je, je..

JOSE LUIS:
Lo cierto es que no me acuerdo mucho del asfalto la verdad, ahora me lo paso pipa haciendo el cabra por los montes. En cuanto a los ultras por ahí anda alguna idea rondando. Estoy contigo al 100% en que todo es mucho mas bonito en montaña, sensaciones distintas en plena naturaleza, también mas duro es cierto, pero creo que compensa.
Un abrazo.

Unknown dijo...

Muchas felicidades,yo fui otro que formo parte de ese peloton de descerebrados como tu dices, y que completo tan dura prueba.Me hubiese encantado conocerte pues te sigo de hace tiempo.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Alucinante. Yo la hice hace un par de años después del verano y me pareció épica, la de ahora es impresionante. Eres de los pocos escogidos capaz de pasar por ahí.