jueves, 21 de marzo de 2013

MEDIA MARATON SEGOVIA 17/03/2013



De no ser porque la inscripción ya estaba realizada desde varias semanas de antelación, a buen seguro hoy me hubiese quedado en la cama tan a gusto, sobre todo cuando al levantarme a las siete de la mañana y levantar la persiana compruebo que el día es totalmente desapacible, grisáceo, ventoso y frío, y si se presenta con esta cara aquí en Madrid, mucho me temo que en Segovia puede ser todavía peor.

De camino a recoger los dorsales
Así sin muchas ganas, por no decir ninguna, me levanto de la cama e intentando no hacer mucho ruido para no despertar al resto de la familia, desayuno, me enfundo con la ropa deportiva de faena y salgo al encuentro de mi cuñado Alejandro, que me espera en la misma puerta de mi casa. Nada mas vernos, y con un simple cruce de miradas, ambos sabemos que coincidimos en la falta de ganas de correr en una mañana así, y menos una media maratón. A las ocho menos cuarto partimos hacia Segovia, y tras superar el puerto nevado de Guadarrama, poco antes de las nueve llegamos a Segovia y aparcamos el coche bajo una constante lluvia moderada. Menos mal que mi cuñado lleva un paraguas en el coche.

Bajo un cielo totalmente encapotado y asediados por el agua en todos los frentes posibles, por arriba, por los lados y también por abajo en forma de charcos, nos dirigimos a las inmediaciones del acueducto donde se encuentra la zona de recogida de dorsales. Retiramos los que nos pertenecen personalizados con nuestros nombres, buen detalle de la organización, y después de recoger también la bolsa de corredor, nos vamos en busca de una cafetería para tomarnos unos cafés bien calientes que nos hagan ir entrando en calor. Una vez encontrado el establecimiento y acomodados en su barra, tranquilamente y sin prisas damos buena cuenta de sendos cafés mientras el local se ya llenando progresivamente de mas corredores en busca del mismo objetivo.

La salida de la carrera está prevista para las diez y media de la mañana, y como todavía queda bastante tiempo y las inclemencias meteorológicas aconsejan estar bajo techo, remoloneamos un poco mas dentro del bar, después de haber dado buena cuenta de los cafés, antes de volver a la calle.

Cuando ya no queda mas remedio, volvemos sobre nuestros pasos de nuevo al coche para cambiarnos, y por el camino mi cuñado hace acopio de un poco de vaselina que amablemente le proporciona un corredor. Dentro del coche procedemos ya sin mas demora a quitarnos la ropa de abrigo, colocarnos el chip, los dorsales y untarnos un poco de vaselina que vendrá bien para atenuar las rozaduras que se puedan producir con tanta agua. He hecho bien en traerme la gorra, ya que al menos eso evitará que el agua impacte directamente en los ojos, con la incomodidad que ello supone. Bueno ha llegado la hora, salimos del coche en pantalón corto y camiseta de tirantes, y en apenas diez metros ya estamos calados hasta los huesos, que manera de llover. De poco nos sirve ir buscando las zonas mas protegidas junto a los edificios hasta llegar a la zona de la salida, ya que el agua viene de todos lados y nos azota por todas partes. En la zona de la salida los corredores se protegen como pueden, unos debajo de los codiciados soportales, tan solicitados en esta lluviosa mañana, otros bajo las piedras del majestuoso acueducto y algunos pegados a las paredes de las casas y edificios cercanos.

Por nuestra parte nos cobijamos como podemos buscando un huequecito bajo los soportales en la misma puerta de casa Cándido, donde mi cuñado, con muy buen criterio decide entrar a pedir unas bolsas de basura. Tarda apenas un minuto en salir con un par de ellas en las manos, a las que hacemos tres orificios, uno para la cabeza y otros dos para los brazos y nos las ponemos por encima a modo de poncho. El efecto de las bolsas es inmediato, ya que con ellas conseguimos un doble objetivo, por un lado nos protegen toda la zona del torso y la espalda de la lluvia, y por otro lado evitan que el calor se escape del cuerpo al formar una pequeña capa de aire caliente entre el pecho y el plástico, lo cierto es que ha sido una buenísima idea por su parte. La idea es protegernos con ellas hasta el momento de la salida para no quedarnos fríos, pero estoy pensando en que incluso correré con ella encima los primeros kilómetros.

El objetivo en el día de hoy, tal y como está la climatología, es acercarme lo mas posible a la hora y diecisiete minutos, y dependiendo de las sensaciones que vaya encontrando con el paso de los kilómetros, intentar incluso estar por debajo de esa marca si me encuentro bien.

Cuando quedan apenas cinco minutos para que de comienzo la carrera, abandonamos el refugio de los soportales y nos encaminamos a la zona trasera del numeroso pelotón que ya se ha formado bajo y tras el arco de la salida. Alejandro me comenta que estamos muy retrasados y que si quiero, podemos intentar situarnos en puestos algo mas punteros. Por un momento pienso en decirle que sí, pero realmente no tengo ninguna gana de competir hoy, y visto que él tampoco, al final nos quedamos donde estamos, que es la zona media-trasera del pelotón.

A las diez y media en punto, y tras haberse suspendido por el mal tiempo el aterrizaje en paracaídas de militares de la Bripac, suena el cañonazo (y esta vez es literal) que indica el comienzo de la carrera.


Cañonazo de salida, nunca mejor dicho.
 Créeme que no exagero en absoluto si te digo que desde que suena la detonación del cañón, hasta que conseguimos pasar andando por debajo del arco de salida pasan casi dos minutos, es increíble la cantidad de corredores que tenemos por delante. Una vez pasado el hinchable de la salida, todavía es imposible empezar a correr, por lo que avanzamos algunos metros mas andando y poco a poco empezamos a trotar. Alejandro me dice que suerte y que nos vemos en la meta, y yo hago un amago de irme hacia delante para forjar mi carrera, pero se queda en eso, en un amago, es imposible adelantar, los corredores vamos como sardinas casi hombro con hombro y no hay un solo hueco por donde adelantar. De esta guisa pasamos el primer kilómetro, que casi ni veo, en mas de cinco minutos, y visto que todavía por delante tengo una marabunta de corredores sin apenas espacios por donde adelantar, sumado a las pocas ganas que tengo de correr, hacen que decida quedarme junto a mi cuñado y tomarme la carrera como un entrenamiento mas.
Momento de la salida, nosotros casi al final

Juntos vamos charlando animadamente y realizando constantes comentarios sobre lo desapacible del día, nos vamos entreteniendo con los cánticos de los militares de la brigada paracaidista a los que vamos adelantando y sobre todo, sobre todo, vamos muy pendientes de los incontables charcos que salpican las calles, algunos de ellos auténticas lagunas que no hay por donde sortearlos.

BriPac
Antes de pasar el segundo kilómetro nos cruzamos con el corredor africano que va en cabeza y que ya les saca un buen trecho a sus perseguidores, vaya zancadas pega, parece que no tocase el suelo.

Bekele, ganador de la prueba con mucha diferencia.
 Así pasamos el kilómetro dos y todavía apelotonados con el resto de corredores avanzamos hasta el tercero donde alguien dice que llevamos dieciséis minutos y pico de carrera. Le comento a mi cuñado que a este ritmo no consigo entrar en calor, y me contesta que busque huecos para ir pasando a gente e intentar correr algo mas rápido. Así lo hacemos y llegados al cuarto kilómetro ya empiezan a abrirse mas huecos que ambos aprovechamos.

El perfil es un constante sube y baja donde no hay prácticamente un metro llano, pero lo peor está por llegar. En un tramo de especie de camino embarrado, y debido a lo encharcado del mismo, decido pisar por fuera por la parte del césped, donde nada mas posar un pie me resbalo y me voy directo al suelo rodando durante un par de metros y sin otra consecuencia que levantarme empapado de agua y barro, afortunadamente el terreno está muy blando y no ha pasado de un pequeño susto.

Tras un largo tramo por el Paseo La Alameda del Parral pegados a la margen del río, corriendo por un carril embarrado, y de los pocos kilómetros llanos de la prueba, tras un giro de noventa grados a la izquierda y una vez superado un pequeño puente sobre el río, comienza una larguísima subida por el Paseo Santo Domingo de Guzmán que tras un par de kilómetros nos devuelve nuevamente a los dominios del omnipresente acueducto, bajo cuyos arcos completamos el kilómetro once.


Subiendo una de las muchas cuestas

Ande yo caliente....

Comenzamos uno de los tramos mas bonitos de la carrera, ya que a partir de aquí hay muchísima mas gente animando, bien en cierto que los paraguas en las manos les dificultan los aplausos, pero aún así, se nota el calor de sus mensajes de apoyo. Subimos por la estrecha y abarrotada de público calle Juan Bravo, para pasar por delante de la Iglesia de San Martin, donde estratégicamente situada a la puerta de un comercio, una amable espectadora nos ofrece reponer fuerzas a base de gajos de mandarina que sostiene dentro de una cesta de mimbre. Alejandro coge un par de ellos y reparte entre los corredores que vamos formando el grupo.
Iglesia de San Martin

Mandarinas, mandarinas, a la rica mandarina....

En cuanto a lo estrictamente deportivo voy pletórico de fuerzas, bien es cierto que el ritmo de cuatro minutos y pico el kilómetro hace que mis reservas estén intactas, de vez en cuando le pregunto a mi cuñado que como va, y como sus respuestas siempre son favorables sigo marcándole el camino y el ritmo, así vamos constantemente adelantando a corredores.

Ya estamos en el kilómetro trece y llegamos hasta la Catedral de Segovia y el Ayuntamiento, donde hay mucha animación también, el único problema, a parte de la constante lluvia, es lo resbaladizo del pavimento, ya que se trata de un suelo de adoquines que con el agua se vuelve realmente peligroso, sobre todo en los tramos de bajada.
Piso de adoquines muuyyy resbaladizo

Ahora, tras unos cuantos giros y zig-zags por las estrechas calles de Segovia y superado el Obispado, donde según comenta mi cuñado todavía deben continuar la fiesta por la reciente fumata blanca del Vaticano, el siguiente punto de interés al que nos dirigimos es su conocido Alcázar, al que llegamos poco después y completando a su paso el kilómetro catorce.
Al Alcázar fue uno de los muchos monumentos que pudimos observar

Abandonamos el Alcázar por la Ronda Don Juan II, que nos ofrece unas maravillosas vistas a nuestra derecha, y sobre su pavimento adoquinado que sirve de techo a la muralla que centenaria resiste bajo nuestros pies, vamos en busca del kilómetro quince. Llegamos a la pequeña plaza del Socorro y rápidamente y la carrera la abandonamos bajo un histórico arco de piedra, que nos conduce a las afueras de la zona que delimita la muralla.
Arco de piedra tras la plaza del Socorro, ahora toca bajar...

Pasamos el kilómetro quince y seguimos callejeando por Segovia, a veces calles estrechas y ratoneras y otras veces algunas calles un poco mas anchas. Alejandro lleva buena cara, y sigue manteniendo el ritmo que le voy marcando, aunque es cierto que cada vez habla menos, signo que denota el esfuerzo que realiza a estas alturas ya de carrera.

Pasado el kilómetro dieciséis, abandonamos las calles mas céntricas para transitar durante un buen tramo por la carretera de San Rafael que nos separa de las calles mas concurridas de Segovia, pero no será por mucho tiempo, ya que cuando superamos el kilómetro diecisiete y llegados a una gran rotonda, hacemos un giro de ciento ochenta grados para encararnos nuevamente hacia el cogollo de la ciudad.

Ahora pisamos la avenida de la Constitución que rápidamente y tras un pequeño tramo de asfalto pasa a estar también adoquinada, pero pocos cientos de metros después hacemos un giro de noventa grados a la derecha buscando el punto mas alto de todo el recorrido, por lo que nuevamente tenemos que superar una buena cuesta. En este punto me encuentro con Edu, un vecino mío que está corriendo también esta Media Maratón, como el ritmo es parecido al nuestro se une a nosotros, no sin antes preguntarnos si quedan muchas cuestas mas, a lo que le contesto que por lo que yo sé, una vez terminada la que nos encontramos ya todo será favorable hasta la meta.

Así llegamos al kilómetro dieciocho cerca de la plaza de toros y atravesamos la carretera de la Granja para adentrarnos en una zona de edificios y coronar tras un nuevo giro esta vez a la izquierda.

Empiezo a notar como a Alejandro la cuesta le pasa algo de factura, ya que hay veces que se despega de mi y tengo que relajar el ritmo. Seguimos por una zona fea de Segovia y justo en el kilómetro diecinueve nos damos de bruces con el Mercado Municipal, al que bordeamos. En continua bajada iniciamos el ataque a la calle Los Cañuelos y con ella al arranque del acueducto en su punto mas bajo, no en vano en este lugar no llega a superar la altura de nuestras rodillas. A medida que superamos metros de esta calle Los Cañuelos, el acueducto se va haciendo paulatinamente mas alto, y piedra sobre piedra, como si de un gran gigante se tratara nos va superando cada vez mas en altura. Un poco mas adelante, una vez superado el kilómetro veinte, y bajo sus arcos, atravesamos el acueducto un par de veces para pasar junto a la Academia de Artillería.

Paso por el Km. 20, ya no queda nada pero el "chubasquero" no me lo quito..
 Completamos un par de giros mas y le digo a Alejandro que si queremos salir guapos en la foto de meta debería ser momento ya de quitarnos las bolsas de basura de encima, las hemos llevado puestas durante toda la carrera y lo cierto es que al menos a mí, no me ha estorbado en absoluto, es mas, creo que me ha servido mucho para no enfriarme.

Pasamos el kilómetro veintiuno y afrontamos los últimos metros codo con codo para entrar juntos bajo el arco de meta que está situado a su vez bajo uno de los arcos del acueducto romano, escenario inmejorable para dar por finalizada una media maratón bien organizada y en la que lamentablemente el tiempo climatológico no ha querido acompañar.
Entrando en meta con mi cuñado, otra mas a la saca..

No se nos ve, pero estamos ahí....
Recogemos un caldo, iba a escribir bien calentito, pero lo cierto es que abrasaba, y sin demorarnos nos marchamos al trote hacia el coche, donde afortunadamente tenemos ropa seca de abrigo para cambiarnos.

Clasificación.

Ha sido una media maratón en la que me lo he pasado estupendamente, me ha dado tiempo a saborear cada metro recorrido, deleitándome con los cientos de maravillas que guarda Segovia entre sus rincones, he podido apreciar la majestuosidad de sus edificios, los recovecos de sus calles, la animación de sus gentes, y eso hace que me quede con un muy buen sabor de boca, si a todo ello le sumamos que lo he podido compartir de primera mano con mi cuñado, pues miel sobre hojuelas. De camino a casa todavía tendríamos tiempo de parar en un pequeño Bar en Revenga para tomarnos un botellín de cerveza tranquilamente al lado de una estufa de leña de las de toda la vida.

Salud para todos/as.-





4 comentarios:

Lourdes dijo...

Vaya ya te has puesto al día!!! Menudo atraso que llevabas con las crónicas.

Me alegro que disfrutes de este deporte, aunque yo me lleve a veces la peor parte, je, je, je...

Un beso.

yonhey dijo...

Je je Alex, 1:37 es un borrón en tu historial.
Bromas aparte, carrera disfrutona, meteorología aparte que lo hace más épico. Tengo que probarla yo ahora que han cambiado el recorrido.
Salu2

Antonio Perea dijo...

Hace dos años compartimos unos kilómetros pero en la bajada final me fue imposible seguirte. Estabas como una moto ese año, como demostraste luego con tus 2h36' en Madrid.

Yo este año me la he perdido, pero el año que viene pienso volver que me encanta su ambiente.

Un abrazo.

mannarro dijo...

masquinassssssssssss